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Número 7 - Abril 2004
El "pesadillante"
Algunos púberes
Cynthia Szewach

"Se dice que el compositor y violinista Giusepe Tartini (1692-1770) soñó que vendía el alma al diablo, quien tras eso tomó un violín y ejecutó una sonata de exquisita belleza con destreza consumada. Al despertar, el compositor escribió de inmediato lo que podía recordar de ella y el resultado fue su famoso 'Trillo del Diabolo'."
S. Freud La interpretación de los sueños. Cap. VII, P. E. n. 4

"Si me dijeran: 'te quedan veinte años de vida, ¿qué te gustaría hacer durante las 24 horas de cada uno de los días que vas a vivir?' yo respondería: dadme dos horas de vida activa y veinte horas de sueños, con la condición de que luego pueda recordarlos, porque el sueño sólo existe por el recuerdo que lo acaricia. Adoro los sueños , aunque mis sueños sean pesadillas y eso son las más de las veces."
Luis Buñuel Sueños y ensueños. El Ultimo suspiro.

Algunos fragmentos clínicos freudianos, aparentemente sencillos pero no por ello faltos de intensidad, permiten pensar cuestiones sobre la pubertad. En ellos, como casi siempre, intenta Freud transmitir alguna convicción. Con muchas sorpresas, he trabajado en otro momento el caso del "jovencito del migote de pan" en un capítulo perteneciente a Psicopatolgía de la vida cotidiana. Allí Freud, entre sus intervenciones, presta un cuento como texto. En ese intertexto entre un juego con la miga de pan y el relato, se precipita un instante de angustia, de corte. Claramente podemos ir siguiendo la manera en la que se brinda Freud de soporte para las preguntas que torturaban al joven respecto de la sexualidad, y que no encontraban marco de cauce sino a través de síntomas.

En el capítulo siete de La Interpretación de los sueños, también nos relata Freud acerca de un jovencito de doce años. En él aparecen recuerdos sofocados que han permanecido inconscientes. Estos "recuerdos" retornan y no lo dejan dormirse. Se ponen de manifiesto bajo regresión en la vigilia, a través de la imagen de rostros verdes de ojos rojos que lo espantan. Articula Freud allí, una vez más, el concepto de nachtraglich. Algunos años antes, respecto de un personaje del que parecía saberse practicaba la masturbación en exceso, la madre de este púber había dicho: "tiene tez verde y ojos rojos". Espectro aterrador que casi sin disfraz se le aparecía y acompañaba a su vez una profecía materna pronunciada: "tales niños se vuelven idiotas, no pueden aprender nada en la escuela y mueren jóvenes".

El muchacho, desvelado, actualizando con la llegada de la pubertad y su nuevo empuje sexual, el

segundo tiempo de la masturbación infantil (el primero es durante la lactancia para Freud, y es sin inscripción) no avanza en la escuela, satisface la profecía materna, se idiotiza. Cumple una parte de la sentencia que lo nomina, y teme, sufriente, lo otro, ligado a la muerte.

Dice Freud que al cabo de poco tiempo el tratamiento dio como resultado la posibilidad del dormir y excelentes resultados escolares. Subrayo el "poco" en tanto se trata de una intervención que nombra aquello que se articuló por la vía del retorno de lo reprimido, y la constitución del recuerdo. Algo es puesto a decir y, parece, produce en este caso sus efectos.

Un brusco despertar

"¿Cómo rechazar un demonio (viejo problema)? Los demonios sobre todo si son de lenguaje (¿y de qué otra cosa serían?) se combaten por el lenguaje... Y agrego a estas escrituras el desánimo de comprobar que reincido... no, no es una recaída, no es sino el último estremecimiento del demonio anterior."
R.Barthes. Fragmentos de un discurso amoroso.

Tomemos ahora otro texto, en el punto D. del capítulo siete de La interpretación de los sueños, en el que se nos pueden plantear otros interrogantes.

El caso que allí se presenta es en ocasión de una discusión respecto de un punto de lectura frente al pavor nocturno en los niños. Aboga allí Freud por transmitir las mociones sexuales no comprendidas. Se encuentra discutiendo con la ceguera de la mitología médica.

Expone la tesis de Debacker con la expresa diferencia de posiciones. Si bien Freud designa como cómico enceguecimiento el del médico, es en general un campo de batalla la cuestión diagnóstica, donde se enfrentan las teorías y más aún si se incluye un fenómeno alucinatorio. Pienso que traspolando esta cuestión a controversias actuales, la lectura y por ende la dirección que se tome, no carecen de consecuencias a veces determinantes en el camino de un sujeto. Dicho de otra manera, lecturas diagnósticas a veces provenientes de la psiquiatría y otras dentro del psicoanálisis mismo, dejan un estigma en la vida de un sujeto, o por lo menos impiden abrir el camino de la producción subjetiva, e incluso a veces ofrecen la mejor de las ocasiones para la desresponsabilización y desimplicación parental en lo que le sucede a un hijo.

El texto: Un muchacho de trece años, de salud delicada empezó a mostrarse angustiado y ensoñador, su dormir era intranquilo y casi todas las semanas se lo interrumpía un grave ataque de angustia con alucinaciones. El recuerdo de estos sueños era siempre muy nítido. Pudo así contar que el diablo le había gritado: "¡¡Ahora te tenemos, ahora te tenemos!!" Y después había olor a azufre y alquitrán y el fuego abrazaba su piel. Más tarde ese sueño lo hacía despertarse aterrorizado, primero no podía gritar, luego recuperaba la voz y se le oía decir nítidamente: "¡¡No, no, a mí no, yo no hice nada!!", o "¡¡Por favor, nunca más lo haré!!" Otras veces decía "¡¡Albert nunca ha hecho eso!!"

Después evitó desvestirse porque el fuego lo sorprendía estando desnudo. En medio de estos sueños demoníacos que hacían peligrar su salud fue enviado al campo, allí se recuperó en el curso de un año y medio.

Luego el muchacho confiesa: "No osaba admitirlo pero contínuamente sentía picazones y sobreexitaciones en las partes... varias veces pensé en arrojarme por la ventana del dormitorio."

Freud no duda en atribuir el padecimiento del púber al despertar de los deseos masturbatorios bajo presión de la pubertad. Dichos impulsos retomados, habían sido reprimidos, reanudando el castigo ligado a la amenaza infantil. El autor con el que debate, lo diagnostica de anemia cerebral, lo cual provoca su estado nocturno, lo demoníaco lo atribuye a la educación religiosa del joven, y sus estados cerebrales a la herencia y a una antigua sífilis del padre.

Esto último en un intento de encontrar alguna enunciación a este saber cerrado podría incluir un intento de relación filiatoria en las hipótesis de causa.

Pero, ¿que nos enseña o nos hace preguntar este relato?

Se tratará de una lectura que sirva de estímulo al diálogo y de un intento de constituir el testimonio de experiencia de este particular modo doliente de soñar o de su imposibilidad, en un montaje que coloque al público en sus butacas. Freud no se aboca a la lectura del texto en sí, por no ser un tratamiento a su cargo, sino que está interesado en conceptualizar el despertar marcando diferencias de posiciones respecto al tema de lo alucinatorio.

Podríamos pensar por un lado, como decía anteriormente, las determinaciones diagnósticas que más o menos sutiles pueden corresponderse a situaciones actuales. Tenemos por ejemplo la "aparición" del llamado ADD, "disfunción en la atención" que incluye hasta medicación en niños o púberes que "padecen" por ejemplo distracciones en la escuela, borroneando cualquier enigma y por ende el valor de la escucha. En mi experiencia, en dichas consultas se nombran sin nombrar: cuestiones del orden de la ensoñación, incertidumbres en relación al cuerpo y la sexualidad, pensamientos erotizados que "lo desatienden" de su lugar o aquello que por presentar algún "desajuste" podría tratarse, y estaría por verse, de un modo de hacerse escuchar. En el caso que nos atañe, Freud denuncia: se trata del despertar sexual y de la angustia que atañe a la masturbación.

El padecimiento, lo que le ocurre al jovencito no lo deja dormir, no se trata siquiera de un estado loco íntimo,(1) el sufrimiento lo despierta realmente, dejándolo a merced de un Goce que tortura al cuerpo, es decir, el sueño falla como guardián del dormir. El guardián como significante del Nombre del Padre.

Si bien carecemos de la pintura del contexto del joven o de sus padres, podríamos conjeturar que algo diferente empezó a mostrarse en él para el Otro, algún corte, algún intento de inscribir. De niño delicado, a angustiado y ensoñador, dice Freud. Ensueños quizá preparatorios para sembrar una respuesta para el inicio sexual. ¿Se trataría de ensoñaciones o fantasías que acompañan la masturbación o justamente se trataba de la pobreza de dichas tramas?

Entonces, lo "ensoñador" no bastaba para que con insistencia se interrumpiera el dormir, incluso con frases audibles que persistían al despertar. Presencia real de una voz. Lo alentador consiste en que tenía el recuerdo a mano y por ende el recurso al relato, lo cual le posibilitaba cierta articulación.

Dicho de otro modo, dos tiempos: la ligadura misma de la pesadilla en términos de palabras, en un tiempo posterior a la dura experiencia sufriente de la pesadilla.

Experiencia quizá "presubjetiva" que me hace nombrarlo neológicamente "pesadillante", sustantivo inexistente (sí su forma adjetivada, pesadillesco, en cambio no existe tampoco el verbo "pesadillar"). Quizá su falta lleve a la pregunta acerca de si allí hay o no un sujeto, tomando en cuenta que se trata del goce del Otro. Pero, ¿cómo nombrar, si se tratara de dar un nombre, a quien nos relata esa experiencia, algún resto, una imagen a describir, un retazo, partes, residuos y que no refieren a un soñar?(2)

Un grito proveniente del diablo y sensaciones corporales posteriores. Nombres de la dimensión temporal que se alarga y de la dimensión de amenaza. Experiencia masiva y ancestral en términos de Lacan.(3) Inminencia de un peligro propia de una pesadilla y que en su diferencia con el sueño de angustia mantiene esa inquietante presencia que amenaza durante el día junto a sensaciones corporales que continúan dando morada, en este caso, a "Los visitantes en caliente". "Irrupción real de la anatomía corporal en términos descarnadamente pulsionales".(4) En el sueño de angustia, el soñante se alivia al despertar.(5)

¿Quién es ese personaje sin imagen del diablo? Íncubo de los pecadores que lo goza y lo acosa en una exclamación. La voz en el grito y la formulación en primera persona del plural proveniente de los infiernos en un presente temible: "¡Ahora te tenemos, ahora te tenemos!"

Aparece como apresado frente a un fuego, luego el olor. ¿Qué es el olor?(6)

Irrupción real que muestra la manera del despertar. Aparece el azufre, signo de la presencia del diablo, y el alquitrán que la traducción de López Ballesteros traduce como "olor a pez ". Se le presentan frases, hechas de lenguaje, pero sin combatir. En esa vertiente podría ser interesante la película Sexto sentido ( tan incluida por nuestros pequeños pacientes). Allí quien escucha le hace atender al niño lo que dicen, lo que buscan los muertos visitantes, mitigando en parte el terror. Se combaten con palabras.

Más adelante, el terror, "grietas del infierno" en términos de Borges,(7) lo especialmente pesadillesco, la paralización, la imposibilidad de su grito. Al recuperar la sonoridad de la voz nos encontramos en otro tiempo gramatical:

"¡No, no, yo no hice nada! ! ¡Nunca más lo haré!" Primera persona del singular, forma de negación en la que intenta una defensa frente a la amenaza de perderse preso del Otro caprichoso y ofrece una respuesta de promesa frente al castigo de lo que paradójicamente no hizo.

Luego grita: "¡Albert nunca ha hecho eso!", se descuenta el yo y aparece el nombre propio, quizá sea la incipiencia de estar construyendo Otra escena que aquella situación despabilante proveniente del fuego onírico. ¿Qué función tiene allí el nombre propio? ¿Tiene en ese lugar la función de prestar un anudamiento que entreteja una terceridad?

Le fue necesario separase para curarse, salirse de alguna escena. Es así como luego puede relatar que pensaba habitualmente en tirarse por la ventana

El joven asocia esas ideas a la calentura en partes del cuerpo.

"La pesadilla es un pasaje al acto coartado por el despertar".(8) Sin embargo, ¿no podríamos decir en este caso, que una tentación de pasaje al acto quizá, se detiene a los ponchazos, y se congela al modo de una fotografía del terror, que por la vía de la pesadilla, balbucea una sintaxis que trata de dar cuerpo a una escena?

Tiempo de pérdida

"Qué debe interpretarse... jugando, construyendo con el niño
o
simplemente dejándome eclipsar, desperdiciar."
D.Winnicott (1958)

"A veces me gustaría que el sueño siga para descubrir lo que es horrible,
en lugar de despertarme."
Dicho de una niña tratada por D. Winnicott.

Soy llamada(9) a escuchar a una jovencita a quien en su menarca se le produjeron hemorragias importantes. Recostada en su camilla decía estar muy triste y querer morirse, en tanto pronunciaba a su vez palabras en su idioma de origen. A solas con ella, me relata la pérdida reciente de sus abuelos, quienes la criaron. La menstruación iba cabalgando en ese dolor. Estaba con pérdidas.

Nos despedimos, ya recompuesta y con la propuesta de encontrarnos. Ella me enseñaría palabras en su lengua, así quedamos, y seguiríamos conversando. Así lo hicimos. Al tiempo quiere contarme un secreto que no quiere "seguir guardando". Muchas noches se despierta con la figura de un hombre amenazante en la ventana, lo sigue viendo durante el día. La llama. Tiene que taparse los ojos. Le da mucho miedo y se le aparece aproximadamente desde su primera menstruación, allí lo ubica. Dibujamos en mi agenda a ese hombre, hablamos de él, lo convertimos en "el hombre de la bolsa que le caía baba", le pusimos nombre, se lo tachamos. Eso se perdió. La pregunta por el padre, plagada de incertidumbres, no se hace esperar.

Notas

(1) Masud Khan : Locura y soledad, capítulo "Infancia Soledad y locura" . Allí incluye un epígrafe de Jean Lescure: "A las rosas no les basta florecer/ en el fondo de su espejo/ hace falta que la enamorada/ las mire verla"

(2) G. Koop "El acmé del sueño" en Conjetural 18, nos subraya, entre muchísimas cuestiones, que no fue posible localizar la mención explícita de la palabra pesadilla en Freud.

¿Podríamos establecer la misma distinción que es hecha especialmente en J. B. Pontalis en "Entre el sueño y el dolor" (Ed. Lugar), entre experiencia del soñar, el sueño objeto y el texto sueño? ¿La pesadilla podría convertirse en un objeto catectizado libidinalmente?

(3) Seminario 10, La angustia. Lacan se pregunta por qué los analistas se han ocupado poco del tema de la pesadilla, frase que supongo hizo hablar ya que hay una cantidad de producciones al respecto.

(4 )G. Koop, trabajo citado.

(5) En la entrevista a J. Palant realizada por I. Herbin se da lugar al tema.

En los epígrafes se trata de un camino de realización de los sueños diferente que en la pesadilla, ponen en marcha por sus efectos producciones artísticas. (Pareciera un lapsus de Buñuel o de la traducción, pero hay un resto de dos horas no incluidas ).

(6) Borges, en la Conferencia La pesadilla, se pregunta por el "sabor" del terror. En cuanto al olor, en su vertiente pulsional, ¿habría posibilidad de hablar de esquizia en el olfato? ¿El olor también es un objeto profundamente unido y separable del cuerpo?

(7)Borges diferencia lo que vivió en la pesadilla: "referido, mi sueño es nada; soñado, fue terrible".

(8) E. Gomez, Conjetural 18.

(9) Se trató de una derivación realizada por profesionales de Ginecología infantil que detectaron pertinentemente la demanda de la niña.

Bibliografía

S. Freud: La Interpretación de los sueños. O.C.

J. Lacan: Seminario 10

J Lacan : Seminario 18

J. B. Pontalis: Entre el sueño y el dolor, Ed. Lugar.

Revista Conjetural 18. E. Millán: Aproximaciones al concepto de latencia

J. L. Borges, Siete Noches.

Masud Khan, Locura y Soledad, editorial Lugar.

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