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Número 7 - Abril 2004
De la imposibilidad de hablar
a la posibilidad de demandar
Alejandra Domenichini

"Es por la maniobra efectuada por el analista en la transferencia la que permite hacer la oferta para que la demanda se despliegue. Al jugar su deseo el analista sostiene la dimensión de otro que no demanda, con lo que le propone al niño un lugar vacío para que el sujeto se separe del fantasma parental y advenga a una demanda propia..."

Liliana Cazenave

Fue hace ocho años que me encontré con Nahuel en el jardín de infantes donde aún me desempeñaba como docente en la sala de tres años, motivo por el cual nunca "me autoricé" a mostrar este "trabajo" aunque siempre me quedaron ganas de compartirlo. Por considerar que se puso allí en juego un deseo es que me autorizo ahora a mostrar aquella apuesta de trabajo que no apuntó a lo pedagógico sino a posibilitar la "aparición de un niño, de NAHUEL"... a pesar de haber transcurrido dentro de un ámbito escolar.

Se abre la puerta y veo a un niño en brazos de un adulto, al lado otra persona. No era la mamá quien traía a Nahuel sino una vecina, aquella que sugirió la concurrencia del niño al jardín de infantes, la misma que se acercó unos días antes a "contar la historia de Nahuel".

Fue a partir de esta escena que me sentí implicada en el "acontecer de este niño", y, en tanto es luego de muchos años que escribo sobre aquello, puedo decir que no es al azar la utilización de esta frase "acontecer de este niño", por medio de este trabajo intentaré mostrar por qué.

Recibo a Nahuel con el saludo y la bienvenida habituales, tomándolo entre mis brazos. No obtuve respuesta, tampoco su mirada, pero no se opuso a que lo agarrase.

Por ser el primer día su mamá permaneció en la sala en tanto los otros niños se acercaron a saludarlo y a ofrecerle juguetes. Tampoco ellos obtuvieron respuesta, ni siquiera se "interesó" por los juguetes, parecían no existir para él.

En un intento de conversar con la mamá comienzo a observar aparentes dificultades para comprender lo que le decía, y, a su vez, advierto mis dificultades para lograr seguir su discurso, el cual se mostraba un tanto disperso y desordenado. Me limité a pedirle algunas cosas de rutina y a dar por finalizado el primer día de Nahuel en el jardín.

Luego de dos o tres jornadas se le pidió a la mamá que se retirase y volviera en una hora. En ese momento fue la primera vez que vi a Nahuel reaccionar de alguna manera: llanto silencioso, con lágrimas pero sin emisión sonora, parecía "ahogado", gritaba sin voz mirando hacia la puerta.

Según el relato de la vecina: la mamá del niño María Laura, 22 años, hija única, sus padres fallecidos en un accidente automovilístico. Se rumoreaba que convivían con un hombre siendo éste pareja de ambos. En el accidente fallecieron los tres. Los únicos familiares directos eran los abuelos maternos, quienes intervenían en la crianza de Nahuel pero principalmente de su hermana; si la bisabuela no les llevaba diariamente la comida, no se alimentaban. María Laura se casó estando embarazada de Nahuel. El papá del niño (no recuerdo su nombre) tenía 24 años, era drogadicto, solía desaparecer varios días del hogar y cuando regresaba agredía físicamente a su esposa. De vez en cuando traía algún dinero, o se llevaba el poco que había en la casa para comprar drogas. Ella le tenía miedo y cuando se violentaba se iba corriendo a la casa de sus abuelos con los chicos. La hermana de Nahuel, Bárbara, dos años menor, y, por aquel entonces, la "preferida"de sus bisabuelos, especialmente del bisabuelo. El lugar que Nahuel ocupaba era completamente distinto al de su hermana, según las palabras de aquél "era malo, no entendía ni sabía nada, había que reprenderlo siempre, no hacía caso". Nahuel nació prematuro y con problemas neurológicos, viéndose afectadas las áreas motriz y del lenguaje. No recibía ningún tipo de tratamiento. Ingresó al jardín un mes antes de cumplir los tres años pero no controlaba esfínteres y había comenzado a caminar los dos meses previos a su llegada, por lo tanto usaba pañales y su marcha era lenta e insegura. Por la expresión de su rostro en aquel momento parecía un débil mental.

Hasta entonces el único indicio de reacción fue aquel grito y llanto absolutamente silenciosos que se repitieron durante varios días; no mostraba ningún otro intento de comunicación, parecía no comprender cuando se le hablaba, no respondía al ser llamado por su nombre, como si no escuchara; tampoco ante la presencia de sus pares, no aceptaba juguetes ni tomaba la iniciativa de buscar alguno. Permanecía sentado sin decir ni hacer nada, sólo lloraba en silencio.

Esto me producía mucha angustia y me preguntaba qué sucedía o, mejor dicho, qué no sucedía para que ni siquiera intentara decir algo, más allá de las palabras o de su compromiso neurológico, más allá del llanto ahogado dirigido hacia el lugar por donde su mamá se había ido.

Me propuse otra cosa con Nahuel que no tuvo que ver con lo pedagógico, dejé absolutamente de lado el propósito educativo para apostar a otra cosa, no me interesaba que "aprendiera", me angustiaba su "aislamiento". En este punto tomo la siguiente frase: "...La neurosis infantil surge como aquello que se resiste a la sugestión o a la coacción educativa para invitar a los psicoanalistas a interrogar el deseo...". (1)

Pero ¿de qué manera intervenir desde otro lugar, no pedagógico, dentro de una institución educativa y cuando parecía no haber demanda por parte de los padres?

Dicen Rosine y Robert Lefort: "…la demanda la hacen otros de quienes él depende, no el sujeto analizante, la situación se complica, ya que no es sin relación de la transferencia con los padres que se sostiene la cura"(2). Comencé a mantener entrevistas con su mamá, ella manifestaba sus angustias sobre lo que le ocurría con su esposo, sobre la imposibilidad de reacción frente a su agresión y preguntándome qué hacer. De su hijo hablaba poco y nada, cada vez menos a pesar de que la convocaba con ese propósito. Se quejaba del rechazo de su abuelo para con el niño y de que no la dejaban intervenir en la crianza de su hija. Refería que cuando aparecía el papá Nahuel se manifestaba contento y exaltado.

Luego de varias entrevistas era ella quien solicitaba ser escuchada pidiendo hablar conmigo en todo momento que le fuese posible, encontrando distintas excusas para permanecer dentro del jardín, no respetando horarios de entrada ni de salida lograba ingresar cuando quería.

Además era necesario "hablar asiduamente con ella" pues cada vez enviaba al niño de manera más descuidada, sin higienizar, sin los elementos necesarios, en varias oportunidades sin darle de comer, con la ropa en pésimas condiciones, desabrigado, hasta con fiebre y tanta tos que le impedía respirar. Todo esto me daba la pauta de que era necesario "poner la mirada"en él, constituirme en su soporte, "sostenerlo con mi deseo".

Por un lado tomé aquellas entrevistas como posible demanda de su mamá aunque no había en ella ninguna pregunta acerca de Nahuel pero "suponiendo" una "suposición de saber" depositado en mí, y por otro lado la demanda se había establecido por parte de Marta, la vecina, quién periódicamente se acercaba a preguntar por el niño, se mostraba interesada acerca de lo que le sucedía y confiaba en que el jardín lo iba a favorecer. El papá hasta el momento no había acudido pese a estar convocado.

"...En un juego dialéctico a través de escuchar a los padres y al niño mismo, de una manera separada, podremos llevar a cabo nuestra función de analistas contando con la transferencia..."(3). Y dice Lacan "... Es necesaria la transferencia, es decir la introducción del Otro, a través de la presencia del analista y de ese encuentro con los padres a través de su demanda, es lo que en primera instancia conducirá al establecimiento del SSS, como posibilitador del saber inconsciente que no saben..."(4)

Mis interrogantes eran ¿Nahuel fue, era "hablado" por sus padres?, ¿cómo hablar si era nombrado sólo ocupando el lugar del desobediente, del malo, del que no sabe? . En estos padres en los cuales parecía no haber "registro"de hijo, donde su madre no hacía otra cosa que hablar de sus imposibilidades y el padre permanecía ausente, "drogado" y sólo se mostraba por medio de la agresión, ¿le quedaba a Nahuel otra posibilidad que pasar "desapercibido", callado, sin intentar decir absolutamente nada, ocupando el lugar del "débil mental de la familia"?. "...El débil no está fuera del discurso sino entre dos de ellos, cualesquiera, no se instala de manera firme en el discurso pero está en él ocupando el lugar de verdad"(5). ¿No fue acaso por su causa que "tuvieron que casarse" y a partir de ahí comenzaron las agresiones?. Su mamá tampoco hablaba, allí donde algo tendría que haber dicho huía, corría, se escapaba, ¿igual que Nahuel?. Y su padre vivía ausente, drogado...,¿qué deseo determinó a este niño?. Nos dice Lacan "...El niño crece en un baño de lenguaje, que lo determina antes de haber nacido por intermedio del deseo en que sus padres lo reciben"(6).

Comencé a trabajar con Nahuel partiendo de aquel grito, ya que "...desde el origen, el grito está hecho para que se tome nota, incluso para que haya que rendir cuentas a Otro más allá"(7)

Tanto en Freud como en Lacan encontramos que por este grito el niño llama la respuesta del otro nutricio, transforma ese grito en significante de la demanda que se adelanta al objeto de la necesidad. Pero su grito estaba reducido al llanto, a la expresión de desamparo, y al no emitir ni siquiera balbuceos no había posibilidad de demanda; me daba la impresión que Nahuel permanecía en un estado de autoerotismo, que era necesario, como dice Freud, que se agregase una nueva acción psíquica para dar forma al narcisismo. "El S1 del balbuceo es primera alineación e implica el goce. En su insignia, fuera del sistema significante en el Uno, ...se puede decir que el goce del balbuceo reúne el carácter de todo-goce. Para definir esa nueva acción psíquica, es necesario señalar lo que tiene de activo la toma en el Otro de la palabra, de los sonidos emitidos en el balbuceo, primer lugar del Otro de la palabra (A) que aún no tiene la estructura significante..."(8)

Tomando aquella escena de la partida de su madre, si esa primera manifestación la había producido ante su ausencia consideré que ese era el camino adecuado para que se instalase la demanda, algo debía perder para que del puro goce, de aquel silencio inaudito comenzara a circular otra cosa, ¿algo del deseo?.

El primer paso para acotar el llanto y dar posibilidad a "otra cosa" fue ofrecerle mi mirada y sostenerlo entre mis brazos, ofrecerme como Otro nutricio para favorecer la transformación de ese grito en significante de la mirada.

"La preponderancia del objeto mirada, es la vía del niño hacia el narcisismo, la imagen narcisista que el niño toma de sí mismo es su espejo" (9).

"Este tiempo privilegiado que subraya Lacan del niño en el espejo que se vuelve hacia el Otro que lo tiene en sus brazos, no está ligado solamente a una presencia que reconstruirá el Uno, la insignia S1 solo, sino en filigrana, más allá de la presencia real, al S2, que otorga el sentido de la imagen: "tú eres eso", haciendo caer definitivamente el goce del Uno..."(10).

Comenzó a responder a mi mirada sosteniendo la suya, permaneciendo bastante tiempo observándome; luego fue imitando distintos juegos corporales. Pasaba todo el tiempo a mi lado siguiéndome a cada lugar al que iba. No demandaba alimentos pero al ofrecérselos podía comer ilimitadamente. Demostraba interés hacia algo fijando la mirada sobre eso y se jugaba una suerte de "adivinanza" para entender lo que quería. De a poco sus pares fueron registrados por él devolviéndoles una sonrisa cuando se le acercaban. "Es tarea del analista crear las condiciones de la alineación hablando, interpretando, relacionando dibujos, juegos y actos en vías de develar el decir del niño"(11).

Al mismo tiempo no dejaba de llamarlo por su nombre, de preguntar de quién era determinada cosa sabiendo que le pertenecía (aunque no respondiera); en todo momento se lo incluía en los distintos juegos grupales a pesar de que no participara. Le fue festejado por primera vez su cumpleaños a expensas de que parecía no comprender qué estaba sucediendo.

"La lengua, dice Lacan, en su carácter bruto sirve para otra cosa que para la comunicación, como si estuviese marcada por el carácter primero del significante de no querer decir nada...Estamos aún en "hay el Uno" donde el goce de la lengua se inscribe como goce del Uno... antes que el Otro. Pero ya hay el ser hablante. Ese bebé en la lengua habla. Más aún, eso habla de él, al punto que más que hablar, él es el hablado. Y entonces estamos inmediatamente en el nivel, no del significante, sino del objeto, la voz materna tan presente y a la cual el niño es tan sensible. Y bien, la voz no es más que el signo de una presencia, el signo de lo que para el bebé se juega de importante, entre la presencia y la ausencia. Si es un objeto para el bebé, es el de los otros, del Otro, del cual toma prestada la consistencia por el balbuceo, y si bien nada se dice allí, si bien no tiene sentido, al menos existe el signo de su propio goce, el oírse a sí mismo presente, en lo más íntimo de la subjetividad naciente..."(12).

Una vez que la transferencia estuvo, a mi criterio, instalada, comencé a incluir juegos de presencia-ausencia, a intentar que permaneciera distintos momentos con otras personas del establecimiento, a dejar de dar por entendidas las cosas que quería. Dejé de alcanzarle juguetes, en cambio le decía; "-Nahuel, si quieres un juguete tienes que ir a buscarlo" . En la hora de la merienda preguntaba "¿quién quiere más?", esperando un buen tiempo para darle los alimentos. La mayoría de las veces le decía que no entendía si no trataba de pedirme las cosas.

Todo esto parecía angustiarlo, a veces lloraba (ya no como lo hacía antes) o se enojaba, pero aún no había demanda alguna.

"Es Freud quien introduce con su "experiencia de satisfacción" el orden simbólico, y lo hace a partir de la presencia-ausencia de la madre en la satisfacción de la necesidad. Es por la ausencia de satisfacción, por el recuerdo de algo que se perdió, que el niño grita. Grito, vagido que no sólo transporta un deseo sino que a la vez es fuente de adquisición de la palabra..." (12).

A su vez por el lado de la mamá comencé a acotar las entrevistas y sólo hablaba con ella en día y hora pre-establecidas. Así mismo se le prohibió traer o llevar al niño fuera de horario, y los pedidos de higiene, cuidados, etc., se empezaron a realizar por escrito, incluso se le sugirió sacarle los pañales (a lo cual Nahuel respondió satisfactoriamente).

Transcurrido algún tiempo él aceptó quedarse con otras personas, comenzó a ir en busca de los juguetes, hasta comenzó a gritar para solicitar distintas cosas, o lo hacía tironeándome del guardapolvo. También podía colgar y descolgar su bolsa y lavarse sólo las manos.

Ese grito, ahora acompañado de la voz, verdadero grito, encerraba ya una demanda, era emitido para solicitar algo. "La relación directa entre el grito y la satisfacción de la necesidad hace de ese grito el primer significante de la mirada" (13)

Y así llegó un día en que comenzó a dirigirse hacia mí diciendo "a-a-a" (mi nombre comienza con esa inicial), a hacer distintos balbuceos cuando perdía algún juguete, a golpearme si no lo escuchaba, a señalar con el dedo si quería algo, hasta pudo llamar a la preceptora cuyo nombre era Estela, por medio de "ea-ea-ea", además sus pares comenzaron a ser incluidos en sus juegos corriéndolos, pegándoles o rasguñándolos si poseían algo que era de su interés.

Sus juegos iban enriqueciéndose cada día, llegando incluso a la "imitación de roles": "cocinaba" con oyitas y plastilina acercándose a mi e intentando "darme de comer" y sólo volvía a lo suyo luego de "hacer como" que comía lo que me estaba ofreciendo.

Cierta vez se acercó, en su mano traía un juguete, me golpeó y dijo: "0á", primero no comprendí, insistió y acepté lo que intentaba darme "interpretando" su monosílabo como "tomá", sólo entonces continuó con otro juego. Ya podía realizar garabatos en un papel y utilizar ciertos materiales de expresión gráfica.

En una actividad grupal en la cual conversábamos sobre la familia, sorpresivamente dijo "papá". Cada cosa que Nahuel hacía, cada logro que mostraba era "festejado"y "reconocido" por todos, por eso de a poco su sonrisa se convirtió en carcajada. La expresión de su rostro fue cambiando, ya no se asemejaba a la de un débil mental.

Su madre fue aceptando los límites y las sugerencias que se le hacían, también lo enviaba más prolijo y aseado, nos hacía saber que no lo traía si estaba enfermo, le pedía a su abuela que le llevara los elementos para cocinar pero a veces era ella quien preparaba la comida. Logró decirle a su abuelo que no le agradaba la manera en que hablaba del niño y pudo conversar sobre ciertas cosas con su esposo; un día éste se presentó a buscar al niño, oportunidad que fue aprovechada para mostrarle cómo era el lugar donde jugaba diariamente su hijo y las producciones que realizaba.

Poco tiempo después hubo una fiesta familiar a la que Nahuel acudió acompañado por su papá. La mamá, después de reiterados requerimientos, aceptó llevarlo al Hospital para comenzar con distintos tratamientos.

Así llegó el final del año pero no el final de la tarea; al contrario, no se trataba de un final sino de un comienzo, algo distinto comenzaba a funcionar.

Al año siguiente no continué allí pero supe que Nahuel emitía algunas palabras. Permaneció en el jardín un año más del que le correspondía por la edad. Su mamá tuvo otro hijo y el padre aparecía más seguido. Actualmente concurre a Escuela Especial.

Y precisamente era el inicio, el punto de partida para que un niño pudiera constituirse, un niño que a pesar de sus dificultades neurológicas pudo empezar a instalarse de otra manera a través de la demanda, y por ende, esto nos ofrece la pauta de que algo relacionado con el deseo comenzaba a ponerse en juego...

Autor: Lic. Alejandra Domenichini. Psicoanalista. Orienadora Eduacacional en E.G.B.. Post-grado de Psicoanálisis realizado en Hptal. Ameghino. Concurrencia realizada en Hpatal. Borda y Ramos Mejía. Prof. De Psicología. Prof. De Educación Preescolar.

Este fue un trabajo realizado en el Jardín de Infantes Nº 910 de Lanús donde me desempeñaba como docente en la sala de tres años durante el transcurso del äño 1995, fue escrito en 1996 y corregido en la actualidad.

Notas:

(1 a 11) "Transferencia e Interpretación en la Práctica con niños" (Autores varios). Centro Pequeño Hans. Ed. Atuel. Bs.As. 1992.

(12) Proyecto de una Psicología para Neurólogos. La experiencia de Satisfacción. Lacan Sem 1.

(13) "Transferencia e Interpretación...". Ob. Cit.

Bibliografía:

Lacan, J. Escritos 1. "El estadío del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica". Siglo veintiuno Editores.Arg. 1991.

Gomez, Ana María: "La voz, ese instrumento". Ed. Gedisa.

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