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Número 5 - Junio 2002
Arte y discapacidad
Oscar Zelis - Paula Llompart

Arte, Cultura y Sociedad.

Sabemos que el ser humano es un ser social atravesado por múltiples variables donde juega un papel central la cultura y la sociedad en la que nació, creció y se desarrolló como individuo. Una cultura que por sus características (en especial desde la educación formal) impone ciertos parámetros de diversa índole, incluso estéticos, dando lugar a una especie de sistema de valores que rigen nuestra forma de pensar y percibir la realidad, el mundo.

Este aspecto de la Cultura, por supuesto que es necesario ya que instala un lazo y la posibilidad de entendimiento y comunicación a nivel general. Sin embargo, como ya lo señalara por ejemplo Freud, la culturización del hombre, - entendida en su aspecto más amplio, donde la cultura ejerce una normativización sobre lo singular, estableciendo leyes, prohibiciones, legalidades y modelos -, tiene inevitablemente su lado "oscuro", que se vincula justamente con esa paradoja consistente en que, cuanto más tendemos a estandarizar al ser humano, más inevitablemente avanzamos sobre la singularidad de cada sujeto, con el peligro de avasallarla. Por otro lado, todo lo que no encaja en el modelo, empieza a ser tomado como peligroso para la subsistencia del mismo, se reprime todo lo que no vaya o se adapte al ideal cultural dominante. El ideal cultural, es homogéneo a los ideales del yo, y en ese sentido, tenderá a engañarse y a reprimir muchas verdades que pueden ser molestas o amenazar la ilusión de dichos ideales. Pero esos elementos reprimidos, retornan, a la manera de síntomas, por ejemplo. Freud lo describió mucho mejor en su trabajo El malestar en la Cultura.

Como señaláramos hace algunos años en ocasión de fundamentar una experiencia teatral, el acto artístico, es una forma posible de curar algo del malestar inherente a la Cultura misma.

Aquí entonces es donde se inserta el arte y la creación en su aspecto más amplio; la posibilidad de crear implica construir algo nuevo utilizando los parámetros "propios", singulares; esa es la idea a la que adherimos cuando nos referimos al papel que cumplen los talleres artísticos. Desde ellos la propuesta principal es la de brindar un espacio para desarrollar la creatividad, la cual está íntimamente ligada a la subjetividad, o sea, lo que queremos significar con "lo propio", tiene que ver con la búsqueda de lo interno, de aquello que muchas veces queda relegado por no ser compatible con lo "establecido" y de esa manera se deja adormecida una parte vital de todo ser humano en su aspecto más íntimo e individual. Es a través del arte donde la posibilidad de descubrir un estilo propio, único e irrepetible queda abierta. A lo largo de los años de experiencia en coordinar talleres de arte hemos encontrado como punto de partida importante a trabajar una constante que por sus consecuencias presentes y futuras es alarmante: Ante preguntas del tipo: - "¿Qué soy capaz de hacer, de dar? ¿Qué tengo para decir? ¿Qué siento? ¿Qué pienso? ¿Que tengo ganas?"-, hemos verificado que muchas veces quedan sin respuesta, sin ser incluidas dentro del marco de la actividad, o con respuestas cargadas de prejuicios. Esto tiene como efecto producir un aplastamiento del sujeto, o incluso, una clausura de su posibilidad de emergencia. Se hace necesario rescatar la propia mirada, aquello que cada uno es y tiene para decir, y valorarlo. Si hablamos de una sociedad donde lo "diferente" es cuestionado, marginado, relegado, ¿cómo podemos encarar el trabajo con personas con algún tipo de discapacidad o con necesidades diferentes, personas que por padecer algún trastorno físico, mental, anímico, etc., se enfrentan con una realidad dura y difícil, una sociedad que los margina, los excluye o en el mejor de los casos trata de incluirlos desde parámetros ya estandarizados imprimiendo una seudoadaptación cargada de esfuerzos, frustraciones y prejuicios? La propuesta entonces es brindar un espacio para desarrollar el potencial expresivo. En un taller de expresión artística aquella está basada en la interacción social1 a través del arte, elaborando producciones artísticas en donde cada individuo vuelca su mundo interno y brinda una parte de sí mismo en una creación que posee significado para él. Se trata de poner el acento en lo singular de cada uno, valorar al artista teniendo siempre presente que se es artista independientemente de la discapacidad, y con esto no se trata de negar sino de correr el "foco" y comenzar a ver a la persona en su totalidad. Se trata de sumar, de rescatar, de cambiar el sistema de valores y de brindar como sociedad la posibilidad de una real integración.

Situábamos más arriba el punto donde los ideales culturales pueden transformarse en obstáculo para el sujeto. Este punto se incrementa exponencialmente si hablamos de un sujeto encasillado en las redes que implica el significante "Discapacidad". Hemos trabajado algo de esto en otro lugar2 , pero podemos traer a colación una reflexión del psicoanalista Carlos Pérez, donde plantea esta cuestión incluyendo a muchos de estos ideales culturales, bajo el título de «ideología del Paraíso Perdido», y situando al artista como aquel que puede romperla3, desde el "poder" que por ejemplo Neruda adjudica al poeta: «Es preciso ser poeta para abrir con una metáfora el espacio por el que transcurre la vida, de un nacimiento a otro. ("Para nacer he nacido"). No es difícil hacerse la idea de que el " discapacitado", arruina aún más aquella ideología del Paraíso; ésta, para defenderse, realiza la operación de segregarlo como discapacitado (queda "por fuera" de la Sociedad Ideal o "Paraíso a reencontrar"), con esta expulsión, el paraíso puede mantenerse como ilusión. Entonces, es el acto creador quien tiene la capacidad para romper lo instituido. Aquel que es llamado "discapacitado" por el Otro, en el acto artístico tiene una herramienta privilegiada para intentar romper con la ideología que lo condena en aquella relación social que lo compara con los ideales del Paraíso (que van desde el Ideal de perfección física, de funcionamiento mental, de relación social…hasta los ideales que los padres depositaron - aún antes del nacimiento -, sobre el futuro hijo, imaginando por ejemplo que realizaría todos los proyectos y sueños que ellos no pudieron lograr; etc). Entonces, tendrá ocasión para desarmar ese Ideal Cultural, que no lo imagina como sujeto, y desde ahí, librado de esos prejuicios, lanzarse al intento de nacer como sujeto, desde lo que es como existente, con su estilo. Romper la ideología del paraíso perdido para abrir el campo del «ser para nacer» (C. Pérez).

 

Arte, Salud Mental y Psicoanálisis:

¿Cuáles serían los puntos en común entre el arte, la salud mental y el psicoanálisis? De entrada un punto en común –y no cualquiera- : La búsqueda de un estilo propio. ¿porqué? La búsqueda de un estilo propio implica entrar de pleno en el campo de la subjetividad, la posibilidad de que un sujeto haga algo con sus propias marcas, y actúe, desde lo que es, hacia la posibilidad de la producción creadora. Implica entrar en ese límite para la consciencia que es el Saber-Hacer inconsciente. ¿Qué tiene que ver con la salud mental? El camino de la creación y del estilo lleva a avanzar hacia las coordenadas del sujeto del deseo4, posibilidad que tendrá el artista o quien transite por esos senderos de situarse de manera novedosa, y de poder hacer algo que tiene que ver con su ser más intimo, realizándose él mismo en ese acto, afianzando su subjetividad singular, o posibilitando el crecimiento subjetivo antes detenido. Por supuesto, muchas veces nos encontramos, sobre todo en los talleres que funcionan dentro de instituciones psicopatológicas, con sujetos con problemáticas urgentes, o donde la apuesta que se puede plantear parece más "modesta" que la de arriba enunciada, y por tanto nos encontramos apuntando a que nuestro dispositivo artístico pueda brindar una ayuda hacia la conexión de un sujeto con el mundo, o para la elaboración o al menos expresión de sus temores y fantasmas en un objeto externo (una escultura, por ejemplo), que de esta manera comienzan a poder acceder a la simbolización. Pero a poco de reflexionar vemos que no cave valorar como más o menos modesta a una opción u otra. El arte en todo caso, está en lo que cada sujeto hace con lo que es y dispone, y en este nivel, no hay un código de valoración sobre qué sería un acto artístico y qué no. Se deberá ver en todo caso, caso por caso. Este es un punto difícil y complejo y lo abordaremos en otra oportunidad5.

 

Expresión artística y lenguaje.

La hegemonía que ejerce desde hace ya un siglo la terapia a través de la palabra hizo que otras formas de tratamiento no verbal viesen dificultadas su desarrollo y reconocimiento en el mundo "profesional" como verdaderas formas de tratamiento para aquellas patologías donde la vía de comunicación verbal se ve seriamente dificultada. En muchos de estos casos la instancia del lenguaje hablado no existe y en otros se hace muy difícil tal vía de acceso a la comunicación. Por otra parte, es bien sabido que muchas veces las palabras no alcanzan para representar y comunicar sentimientos y estados subjetivos. ¿Qué pasa entonces cuando la instancia de la palabra no basta? Aquí es donde se hace necesario poner en práctica otras vías de acceso a la comunicación; es donde entra en juego y adquiere particular importancia el lenguaje artístico (dotado de códigos mas variados y flexibles) donde es posible comunicar y expresarse de otro modo, utilizando otros recursos. El arte así es rescatado como una importante vía de expresión de lo interno, - haciendo la aclaración que de ninguna manera puede tomarse a la producción artística como un acceso directo y sin escalas al inconsciente, o al psiquismo de una persona -. No se debe caer entonces en el preconcepto (muy común en el ámbito psicológico) de que en las producciones artísticas se manifiesta directamente el inconsciente. Además, las interpretaciones que un otro realiza sobre la obra de un autor, siempre están sujetas a los conceptos y el plus que imprime ese otro sobre lo que ve en una producción artística; siempre se filtra algo de lo subjetivo de cada persona que intenta interpretarlas "objetivamente"; no hay interpretación objetiva, siempre se interpreta desde lo propio; no hay un catálogo de imágenes (como un diccionario, donde habría una única relación lineal entre imagen y significado), la vía de lo artístico tiene su base precisamente en otro aspecto más fundamental que es el hecho de ofrecerse como vía de expresión de lo interno más allá de lo anecdótico de lo que se quería comunicar racionalmente, lo importante es brindar el espacio para que surja lo propio.

«Cuando la palabra fracasa, la necesidad de expresión, necesidad inherente a la psiquis, lleva al individuo a configurar sus visiones, el drama del que se transformó en personaje…»6

Antes de que el ser humano accediera al lenguaje hablado como forma de comunicación, en los comienzos se utilizó el arte, a partir de innumerables representaciones gráficas donde a través de grafismos se comunicaban mensajes de generación en generación. Fue a partir de símbolos gráficos que los pueblos primitivos dejaron constancia del intento y la necesidad del hombre de comunicarse y expresarse. A través de las pinturas rupestres - tomadas como una de las formas más primitivas de comunicación entre los hombres -, se narraban hechos, sucesos, vivencias y sensaciones vividas por esas personas. El arte entonces ha sido una forma de comunicación y expresión utilizada desde los albores de la humanidad. Una práctica que, aunque inherente al ser humano, a lo largo de la historia ha sufrido algunas tergiversaciones que no reflejan aquella necesidad primaria; finalmente el arte pareciera haber quedado como condición especial de algunos pocos "iluminados". Por otro lado, también es sabida (y también con frecuencia "olvidada") la relación del arte con las ciencias. Tomemos por caso el aporte del arte en las ciencias médicas, cuando artistas como Leonardo Da Vinci - en su afán de conocimiento sobre el cuerpo humano -, echaron luz a una parte de la anatomía mediante sus dibujos. De hecho, hay una estrecha relación entre el arte y la ciencia puesto que cada nuevo descubrimiento, cada teoría en su origen, se ha debido a un acto creador. Lo cierto es que se hace necesario que el arte vuelva a ser parte de lo cotidiano, de lo popular, patrimonio de todos por igual y no disecarlo en museos y galerías. Rescatar esa relación entre el ser humano y su necesidad de expresión artística es lo que nos proponemos.

 

Arte y Locura.

Intentaremos aclarar, tomando el caso de Van Gogh, un prejuicio muy común que consiste en pensar que el arte lleva a la "locura". Mucho se ha escrito sobre la supuesta condición mental de Van Gogh, lo cierto es que más allá del diagnóstico específico, queda ejemplificado en numerosas cartas el vínculo especial con lo artístico. Vincent era pintor por sobre tosas las cosas, ese pintar lo sostenía, le daba un sentido a su vida, lo conectaba con el mundo. No se volvió loco por pintar, justamente el hecho de hacerlo era uno de sus pocos lazos con la vida, con la sociedad. Como sostiene Artaud en su libro Van Gogh el suicidado por la Sociedad: es la sociedad la que suicida a Van Gogh cuando corta esta posibilidad de un vínculo a través del arte.

«Hay almas que en ciertos momentos se matarían a causa de mínima contradicción, y para eso no es imprescindible estar loco, loco diagnosticado y catalogado, por el contrario alcanza con tener una buena salud y contar con la razón de su lado. En cuanto a mí, en un caso semejante no toleraría sin cometer un crimen que me dijeran: "usted señor Artaud, delira", como me ha ocurrido frecuentemente. Y Van Gogh oyó que se lo decían y esa es la razón de que le haya oprimido la garganta el nudo de sangre que lo mató.»

¿Cuál sería la media verdad que oculta aquel pre-juicio sobre la conexión entre locura y arte? El artista, el creador, debe, en algún momento, dejar entre paréntesis lo que ya sabe, dejar de estar pendiente del Otro, de las exigencias sociales y normativas culturales en boga y ya consensuadas, para conectarse más en lo interno, en su singularidad, en su singular forma de captarse y de captar el mundo, entrando así en un tiempo y espacio subjetivo. Otro modo de formularlo es diciendo que se desprende un poco de los parámetros sociales para encontrar parámetros internos novedosos. Pero no se queda aquí, sino que luego vuelve al mundo social compartido para instalar su creación en la Cultura (Lazo social). Podemos pensar desde estas líneas al psicótico, como sufriendo una desmedida falla de conexión con los parámetros externos7 y sin recursos para "volver"; se produce entonces una ruptura indiscriminada de su lazo con la sociedad, con el mundo, quedando a merced de lo que algunos autores describen como un mundo interno caótico y convulsionado que amenaza con desintegrarlo subjetivamente. Aquí ya hay que tener en cuenta que esta división "externo-interno" no es tan real como parece, aunque nos sirva como una primera imagen (ver como ejemplo en las citas que seguirán a continuación cómo N. D. Silveira la utiliza tácitamente para su descripción). Al comenzar a profundizar, esa noción de interno-externo queda ya sin tanta eficacia, como en el caso de la irrupción de la crisis psicótica, donde justamente lo que también se podría decir es que en ese momento se confunden o borran los límites entre lo interno y lo externo. Se necesita otra topología – como imagen, la de la banda de moebio por ejemplo- para describir más rigurosamente este tema. Pero en dicho punto el arte puede ser una alternativa (no la única, por supuesto) para que, como figurábamos con el ejemplo de Van Gogh, aquel que cayó en una crisis de "locura", pueda volver a amarrarse al mundo, y ayudar a "armarse" también él mismo, subjetivamente. En este sentido, escribe Nise Da Silveira - reconocida por la investigación que desde hace mucho tiempo viene haciendo del vínculo Arte-Terapia -, en relación a la actividad en sus talleres dentro de un hospital psiquiátrico: «La experiencia también nos demuestra que la pintura puede ser utilizada por el paciente como un verdadero instrumento para reorganizar el orden interno, y al mismo tiempo, reconstruir la realidad.» Y, más adelante, nos ilustra con una de las formas particulares en que tuvo la oportunidad de ver la eficacia de una práctica artística con los pacientes, y su interpretación de la misma: «representando sobre cartulinas fragmentos del drama que está viviendo desordenadamente, el individuo resta potencia a las figuras amenazadoras consiguiendo identificarse con las imágenes que lo aprisionaban.» O, generalizando sus experiencias particulares: «fue sorprendente verificar que el acto de pintar podía adquirir por sí mismo cualidades terapéuticas, dando forma a los tumultos internos.».

Pero, para que no nos objeten que nos quedamos con la visión de "terapeuta ", sin indagar en el sujeto mismo que padece, volvamos a molestar Artaud (que sufrió estos padecimientos en carne propia, incluida la internación psiquiátrica) para que nos dé su parecer, a fin de cotejar si lo enunciado más arriba tiene algo que ver con lo que él experimentó en sus crisis y en sus intentos de recuperación. Nos responde:

«Cualquiera que haya escrito, pintado, esculpido, construido, modelado, inventado, lo ha hecho solo para escapar del infierno.»

Llegamos entonces a la reformulación: el arte, es un medio posible para aliviar el padecimiento, la angustia real de la locura (al brindar un medio para simbolizar algo de ese real antes caótico y desestructurante). Cerramos este punto con el diagnóstico de situación que daba Da Silveira:

«Actualmente el dibujo y la pintura son aceptados por la mayoría de los investigadores como métodos de diagnóstico, pero todavía no son muchos los que atribuyen una real eficacia terapéutica al acto de dibujar y pintar.»

La particularidad de un Taller de Arte.

De todo esto que estamos planteando, va delineándose una condición para el coordinador de un taller de arte y expresión: el coordinador de dicho taller debe tener, él mismo, en su mirada, en su expectativa, en su deseo: un criterio artístico. Esto implica que apostará a la creación artística, entendida en su amplio sentido - que va desde la concreción expresiva sobre distintos materiales, hasta el encuentro, la sorpresa creadora, hasta el acto creador mismo -, por encima de lograr producciones, o cumplir metas pedidas por la Administración institucional, etc. Los talleres artísticos entonces, deben contar con un dispositivo acorde a sus objetivos, donde se logre poner en juego aquello que al principio situábamos como "lo propio", apostar a la singularidad creativa. Señalábamos más arriba que los códigos del lenguaje artístico son más flexibles y esto se pondrá a disposición de una estrategia donde se privilegie el hacer aquello que cada uno sienta; un ámbito donde es posible crear, y recrear infinitas veces, donde el juego es parte del trabajo cotidiano. Para todo esto, pensamos que el encuadre del taller artístico debe cumplir al menos con un requisito: mantener una estructura de saber abierto, o sea, no se debe dar ya establecido y cerrado un código de cómo se debe emplear las determinadas técnicas, y que entonces la meta del alumno sería aprender lo más fidedignamente esa técnica, y adaptarse a los parámetros estéticos que se le aportan. Nuestra idea es que el taller de arte (cualquiera que sea) debe brindar la oportunidad para que el sujeto (cada uno en su nivel de posibilidades presentes) pueda apropiarse de algunas técnicas artísticas, para luego empezar a hacer él mismo, desde sus propias marcas personales, buscando un estilo propio. Esto es, le brindamos un marco no completo, abierto, que deja la posibilidad al participante para hacer sus propias y originales «versiones».

Cave aclarar que no queremos dejar la idea de que abría una dicotomía entre un taller de arte hacia el sujeto creador, y un taller de arte que solo apuntaría a ser algo así como una apoyatura yoica, para los sujetos que necesitan un apuntalamiento a nivel narcisístico–yoico, etc. En realidad, a poco que profundizamos en ambos sentidos, veremos que implican dos vectores que apuntan al mismo lado. Quizás sí habría que diferenciarlo de un taller que tuviera como objetivo único un aprendizaje de técnicas y normativas, o habilidades. O sea, un taller que su objetivo es lograr incrementar habilidades, o aprender técnicas y nada más; pero, en realidad, esto no sería ya un taller artístico sino un taller de aprendizaje de técnicas. El otro polo podría situarse en los talleres que buscan que los sujetos con problemas o desligados de lo social, logren su inserción por medio de la "producción" de objetos de intercambio, de manera de entrar por este sesgo en el campo de la producción y del trabajo socializado. Aquí también hay que señalar que no es lo mismo un taller artístico, que un taller de producción. Que ninguno va en desmedro del otro, sino que apuntan a objetivos diferenciados, que pueden ser mejor o no, según cada sujeto y su necesidad preponderante en cada momento o etapa (y que además, pueden complementarse). En este punto, puede ser interesante un ejemplo concreto de la interacción enriquecedora entre distintas modalidades de Talleres dentro de una escuela de Educación Especial y Formación Laboral. En este caso se trata de una institución que ofrece actividades de formación pedagógica y talleres de formación laboral, a niños y adolescentes con discapacidad mental leve y moderada, teniendo además varios de los mismos un diagnóstico de psicosis. El objetivo explícito es formar profesionalmente a los alumnos para su futura inserción en el ámbito competitivo laboral; implica para los participantes exigencias en lo conductual y en lo técnico. En el transcurso del tiempo aparecieron en los grupos, y se trasformaron en recurrentes, conflictos internos, haciendo muy difícil la tarea específica de cada taller. A los participantes se los notaba irritados, con episodios agresivos o de angustia. Se decide entonces implementar Talleres Expresivos donde una vez por semana los alumnos podrían participar; se agrega entonces un taller de Plástica y otro de Cerámica, donde las actividades apuntarían a la expresión y a la comunicación. Fue evidente el cambio al cabo de unos meses de trabajo: disminuyeron notablemente aquellos conflictos grupales antes señalados y los episodios agresivos y de angustia. La tranquilidad ganada en el estado individual y grupal se tradujo en una importante mejoría en el rendimiento de los talleres laborales y pedagógicos.

Vemos así configurarse variantes según la diferente perspectiva de que partamos. Hay variantes según nos ubiquemos en una perspectiva artística, o en una perspectiva didáctica, de aprendizaje de habilidades o de técnicas, o de entrar en el escalón de la producción laboral, etc. Entonces ¿Hacia dónde nos llevará el mantener la prioridad de perspectiva en el arte? Hacia un sujeto ante una situación que lo convoca a resolver desde sus propias posibilidades y limitaciones, lo convoca a un "hacer" que tiene la paradoja de ser un hacer como potencia, pero dejando abierto el "que" (qué cosa se va a hacer, a realizar) y en cierta medida también el "cómo" (aún cuando en realidad el qué y el cómo están íntimamente ligados). Osea, el sujeto no tiene de ante mano ya fijado por el Otro lo que deberá hacer. Se deja entonces la puerta abierta para el acto creador en su sentido más amplio, en el momento en que se apuesta a la habilidad y la responsabilidad de ese sujeto para hacerse cargo, por sus propios medios y parámetros de "hacer algo". El sujeto entonces, si acepta el desafío puede indagarse, y saltar8. El participante del taller de arte tiene que saber que ese es un lugar posible para él, donde siempre está abierta la invitación a animarse a crear (y re-crearse él como sujeto) y donde sabe que encontrará de parte de la coordinación y del dispositivo del taller una recepción. Igualmente importante e íntimamente unido a lo anterior es que en primera instancia los participantes sientan que el taller se ha constituido en un lugar para ellos, donde saben que incluso cuando uno no sienta las ganas de hacer nada, ahí puede «estar»; en este sentido, hay que evitar la inercia de que las "ganas" de hacer se transformen en un mandato por hacer. Para ejemplificar un poco. Uno puede ir a un taller donde le digan que tiene que hacer un revistero de madera; otra cosa es que llegue al taller, se encuentre ante distintos materiales (y algunas técnicas) y lo dejen solo con la propuesta (que puede aceptarla o no) "veamos si se me ocurre hacer algo con eso". Quizás aquí el doctrinal psicoanalítico nos juegue una buena pasada al convocar con la palabra «eso» al «Ello» freudiano, y nos recuerde entonces una de sus máximas clínicas: «Donde ESO/ELLO era, el Yo debe advenir», o en una de sus versiones: «donde Eso era, el Sujeto debe advenir». Entonces, si volvemos a la frase que imaginábamos como consigna, ya la podemos articular en relación con la pregunta esbozada más arriba sobre la relación con la Salud Mental. "- A ver si se me ocurre hacer algo con Eso -". Tomemos como ejemplo gráfico la ya conocida "masa" informe de arcilla. Otros autores ya han trabajado las posibilidades proyectivas del Eso/Ello - mundo interno -, hacia un material u objetos externos, como operación de simbolización. Tomaremos aquí el paralelo desde la posibilidad de "lanzarse" uno a hacer algo (que segundos antes no se sabía ni qué ni cómo); acto donde se logra activar, conectar, articular, una parte nuestra - pero hasta ahí extranjera, extraña para nuestra conciencia, y muchas veces solo presentida como peligrosa -, nuestro «Ello».. Hacer algo con esas pulsiones9 hasta ahora solo presentidas como peligrosas o desestabilizadoras, por ejemplo. Uno entonces, - en el acto de crear algo, de darle forma a esa "masa informe" de arcilla, hasta lograr crear un objeto artístico -, uno se crea en el mimo movimiento como sujeto creador, y gana un "territorio" como posibilidad subjetiva nueva, algo de aquel Ello, ahora se articula a sus posibilidades subjetivas de vida, como una afirmación. Donde eso era, el sujeto adviene. (Como poder darle nombre a un territorio recién descubierto, lo que luego nos permitirá incluirlo y tenerlo en cuenta en nuestro "mapa", ampliando así nuestras posibilidades de andar por el mundo).

 

Algunos ejemplos, o…de lo abstracto a lo concreto.

a) A la conquista de territorios psíquicos…

Horacio, Joven con diagnóstico de psicosis y retraso mental moderado. Participa del Taller de Artes Plásticas desde hace 5 años durante los cuales ha atravesado por diferentes etapas expresivas. Al mismo tiempo, ha comenzado en el último año a participar del Taller de Teatro, su interés sobre todo aparece cuando se materializa un proyecto de salir a realizar funciones en distintos teatros de la comunidad. Es entonces cuando comienza un período donde trabaja con concentración desde improvisaciones teatrales, con el eje temático elegido por el grupo (él era uno de los más interesados): la relación "médico-paciente", jugada en múltiples situaciones escénicas de creación grupal. Se pasa de escenas iniciales donde aparece en primer plano la deriva de las situaciones hacia ideas agresivas, - evidenciando el monto de violencia y las connotaciones de sadismo o sumisión que pueden producir el reparto de los roles en el ambiente psiquiátrico -, al trabajo de elaborar resoluciones de situaciones buscando un efecto teatral, artístico, llegando finalmente a armar una obra teatral. Horacio construye un personaje de "médico" muy rico y expresivo, con el cual realiza las funciones ante público diverso, con buena recepción. Quedó muy contento, y a todos los que veía les contaba su experiencia como actor. Enseguida trasladó por su cuenta la temática de la obra de teatro al Taller de Plástica, empezando por representar escenas de la obra, dibujando y pintando a todos los personajes y a los objetos escénicos utilizados; se lo notaba muy conectado con la experiencia que revivía una y otra vez en sus producciones que luego comentaba: - "éste es el cirujano -", "- dibujé la jeringa -", etc. Es así que participa también en un Concurso de Artes Plásticas, con los dibujos antes mencionados, y obtiene un Premio Mención por uno de los mismos. Luego de este "exitoso" recorrido, la temática anterior ya dejó de interesarle, pasando a investigar otros tópicos. Creemos que este fue el final de un recorrido de elaboración que había comenzado con las escenas teatrales, que continuó por la posibilidad de expresión y representación mediante diversos materiales y técnicas, hasta el punto en que "decantó"10 y pasó espontáneamente a otros temas en sus producciones.

Arte en lugar de inyectables.

Gonzalo, joven diagnosticado con psicosis y debilidad mental. Pasa a participar en talleres de Centro de Día luego de haber estado varios años internado en una clínica psiquiátrica. Frecuentemente presenta conductas agresivas; mínima tolerancia a la espera que lo lleva a desbordarse cuando no se accede inmediatamente a lo que pide. Ante éstos episodios de violencia el equipo de enfermería le suministraba medicación extra como refuerzo para tranquilizarlo. Se comenzó a pensar en otra forma de intervención ante las crisis de Gonzalo, ofreciéndole entonces concurrir al Taller de Plástica para dibujar o pintar, y se obtuvo muchas veces (no todas, cabe aclarar) una respuesta favorable de su parte: podía canalizar sus impulsos, su agresión, en producciones plásticas, y al hacerlo disminuía notablemente su ansiedad evitando la medicación extra y sus consecuencias. Desde Teatro, por otro lado, cuando se lo veía ansioso o impulsivo, se lo invitaba a participar, aunque sea como "público", y teniendo de su lado la posibilidad de incluirse con el personaje que quisiera elegir. En varias ocasiones fue efectivo, ya que, luego de enojarse, irse, entrar y salir un par de veces del salón, luego se quedaba como espectador, más tranquilo, hasta que pasaba a hacer algún personaje que le gustaba realizar.

Constitución de un tiempo interno, subjetivo, en relación al Otro.

Andrea, mujer con diagnóstico de psicosis esquizofrénica; frecuentes crisis de angustia; alucinaciones corporales en relación a amputación de miembros u órganos; episodios de autoagresión. Empieza a concurrir a Plástica y tiene un período inicial de inactividad dentro del mismo donde solo "está". Un día logra conectarse con la actividad concreta y comienza a dibujar una escena familiar con crayones. Su elaboración de dicha producción se extiende más allá del tiempo fijado del taller; el resto del grupo se retira quedando solo ella dentro del aula dibujando. La coordinadora le comunica que el horario había finalizado y que debían suspender la actividad hasta el próximo día, ante lo cual Andrea le pide que «por favor» la espere hasta terminar su dibujo. La coordinadora accede, pero luego de otro tiempo, y viendo que la dibujante aún no ha terminado su trabajo, se plantea qué hacer ya que necesitaría realmente retirarse a horario para cumplir con otras tareas…finalmente y en "lucha" interna decide esperarla. Una vez concluido el trabajo, Andrea le dice: «- maestra, muchas gracias por esperarme y dejarme terminar mi dibujo, realmente lo necesitaba…-». A partir de éste episodio la coordinadora se plantea trabajar el "corte" de la producción y la posibilidad de continuación de la misma en otro momento. En el siguiente encuentro, cuando está finalizando el horario de taller, se le dice a Andrea que podría llevarse los crayones para terminar su dibujo y devolverlos al otro día. Ella entonces accede a la propuesta pudiendo continuar con su trabajo al rato en otro espacio y sola (al día siguiente devolvió el material prestado y le mostró a la coordinadora el dibujo terminado). Algunos encuentros después, acepta guardar el dibujo inconcluso en el armario del taller hasta el próximo encuentro (sin que ello le genere en adelante conflicto).

El valor del objeto artístico.

Omar; adulto con diagnóstico de psicosis. A su entrada en el taller empieza a trabajar con arcilla, con la cual realiza una pequeña figura humana, y se pone a jugar con ella manifestando que ese muñequito es él mismo, nombrándolo entonces como «Omar». En los posteriores encuentros continúa jugando con su muñeco elaborando diálogos entre éste y él mismo, hasta el día en que su objeto se rompe (queda "decapitado") quedando Omar por unos instantes atónito, sin reacción, contemplando el objeto roto en sus manos. El profesor le ofrece repararlo pero él toma el hecho como irreparable negándose (enojado) a pegarlo. En esa época pasa a otro sector de la institución, dejando de concurrir al taller, pero cada vez que se cruzaba al profesor le recodaba aquel episodio y le preguntaba si su muñeco aún estaba guardado; esto, hasta 7 meses después de lo sucedido. ¿Qué valor, qué significación tenía este objeto artístico para Omar?

El espacio para la interdisciplina.

Alberto, adulto catalogado como paciente grave. Elabora en Plástica un animalito modelado en arcilla. Una vez finalizado el trabajo la profesora le propone dejarlo secar para luego pintarlo, pero Alberto no quiere esperar y le dice que lo hizo para regalárselo a su psicoterapeuta, para entregárselo en la sesión. Tal como lo anunciara, le lleva su objeto artístico a su terapeuta ese mismo día, antes del horario de sesión; su psicoterapeuta lo recibe, pero lo deja olvidado en la sala de reuniones de profesionales. Al día siguiente Alberto enojado, le comenta a la profesora de plástica: «- La hija de p… dejó el animalito que le regalé tirado, no se lo llevó; yo no le regalo nada más…-». Creemos que esto ilustra de alguna manera la posibilidad de interacción entre el espacio de talleres de Expresión Artística y el de las Psicoterapias, y que, en el caso antes citado, el desconocer el valor que porta el objeto artístico para el sujeto que lo produce, implica la clausura de esta posibilidad, haciendo peligrar incluso la transferencia terapéutica. ¿Qué beneficios aportaría ésta interacción? Puede darse que el sujeto hable de lo que hizo; del valor que le otorga para él y para el otro; de porqué eligió ese material, o esa temática; puede ser un disparador para hablar de lo que hasta ese momento, solo desde la palabra, no se podía abordar…sin olvidar el valor transferencial en sí mismo que el objeto puede tener en un momento particular de la terapia. En este ejemplo el paciente mismo proponía esta interacción pero esta posibilidad puede ser directamente tomada por los profesionales y coordinadores para establecer un dialogo concreto entre talleres y terapias que podría enriquecer las tácticas y estrategias de intervención en ambos espacios articulados entre sí, ampliando las posibilidades de expresión y elaboración para el paciente.

P. Llompart - O. Zelis

(marzo 2002)

 

Bibliografía:

El Malestar en la Cultura. S. Freud.

Del Goce Creador al Malestar en la Cultura; C. D. Pérez; Paidós; 1987.

Imágenes del Inconsciente; Nise Da Silveira y Luis Carlos Mello; Fundación Proa; 2001.

Van Gogh el suicidado por la sociedad; Antonín Artaud 1998; Need.

Notas:

1 La interacción social se da a partir de poder mostrar la producción a "otros" que conforman la sociedad, este otro que entonces le presta atención, y reacciona de alguna manera ante la misma, en ese mismo acontecer, lo está integrando (quizás sin pensarlo conscientemente) e instituyéndole un lugar en el "mundo social".

2 «¿Es el Psicoanálisis una legítima herramienta clínica en el tratamiento de personas con discapacidad? »; Laura Salinas, O. Zelis; Artículo del Foro de Investigación<>Psicoanálisis

3 Ideas planteadas en el libro Del Goce Creador al Malestar en la Cultura; Carlos D. Pérez; Paidós; 1987. La añoranza en el "Paraíso", sería la añoranza de esa "Totalidad", de aquella Satisfacción completa y primordial que estaría antes de nuestra entrada al mundo como sujetos, por efecto de la pérdida, del corte, que nos arrojó al mundo como existentes. Mito del Origen que produce la imposición de este pensamiento: "lo que se cree que fue (pero no es)…será, en algún futuro"; con este pensamiento, el sujeto queda entrampado en la promesa del Reencuentro con aquella beatitud supuesta en el inicio. Pérez continúa diciendo que el artista entonces está en posición privilegiada para romper ese orden ideológico, ya que el acto creador es aquel que intenta «la conquista de lo que aún no ha sido», de «descubrir lo que en verdad ha de ser creado».

Agregamos a continuación dos citas más del autor que vale la pena analizar y discutir, ya que abren un posible cauce de investigación - que seguramente retomaremos en otra ocasión -, entre el arte y los desafíos clínicos con los que nos enfrentamos al tratar de hacer surgir, de apuntalar o de desbloquear al sujeto tapado detrás del seudonombre "discapacitado", ya que allí se hace patente la necesidad de un nuevo nacimiento subjetivo. «Si en el momento de inspiración mi acto sacude las cenizas de lo que creo haber sido y descuida el espejismo de llegar a ser, (…) lo que entonces adviene es inédito. Allí soy, en la cima que antecede al despeño, mi alienación. Allí nazco, allí gozo…». «…el ser afinca en una extranjeridad que evidencia al sujeto siendo alguien en tanto desprendido del lugar de origen» . No pretendemos postular una terapéutica del acto creador o del momento inspirador, lo que queremos con estas citas es apropiarnos de una conceptualización que está abierta al sujeto y a su posibilidad creativa, de expresión, y de nacimiento subjetivo. Esta conceptualización sobre el arte puede servirnos para pensar novedosamente las estrategias terapéuticas en sujetos con severas dificultades o detenciones en su constitución psíquica, o, como decíamos antes, alienados bajo el rótulo de discapacitados.

4 Quizás sea conveniente aclarar el concepto de sujeto al nivel del deseo (inconsciente) como lo entiende el psicoanálisis. Se trata del lugar donde puede producirse una enunciación verdadera o un "acto", que tendrán íntima relación con dicho sujeto, ya que es a partir de sus marcas inconscientes, de su ser más íntimo, desde donde se producirán. Esto también puede entenderse desde los primeros planteos de Lacan sobre el lugar desde donde el sujeto puede emitir una palabra verdadera, y ser reconocido simbólicamente. Incluso, podemos usarlo para situar - en los sujetos con peligro de desestructuración, o en aquellos que padecen severos trastornos en el desarrollo de su aparato psíquico -, el lugar al que "apuntar" para buscar consolidar o constituir una identidad subjetiva desde donde afirmarse para poder hacer frente y actuar en el mundo.

5 Aprovechamos entonces la ocasión para invitarlos al Seminario que próximamente desarrollaremos en Fort-da, donde tendremos la oportunidad de trabajar varios de los temas aquí presentes con mayor extensión.

6 Nise Da Silveira.

7 O, como no teniendo desde lo simbólico con qué responder ante un requerimiento del mundo (forclusión del Nombre del Padre, desde la clínica lacaniana), que provoca entonces el desarme, la caída de su realidad psíquica.

8 Si el "salto" siempre es difícil, para sujetos con problemáticas subjetivas severas debe armarse un dispositivo favorecedor, capaz de apuntalar si es necesario algunas de las coordenadas para que la persona pueda lograr hacer algo a nombre propio, y responsabilizarse de ello; y en esto, y sobre todo en Talleres especiales, la tarea del coordinador es fundamental para crear un marco adecuado de contención, seguridad, estímulo, y tacto para no presionar cuando no es el momento para el sujeto.

9 «Pulsión» es otro de los conceptos que nos pueden ser de mucha productividad para la comprensión y teorización de esta temática.

10 Nuestra hipótesis apunta a entender este proceso como una elaboración de un sector pulsional (ello) - hasta ese momento caótico y amenazador, que solo irrumpía a manera de impulsos -, que logra un escenario para representarse y jugarse imaginaria y simbólicamente, llegando el sujeto a poder hacer algo con eso, en este caso, un producto artístico socializado, sublimando así parte de dichas pulsiones. Aunque no expresa la complejidad del anterior proceso, la palabra "decantación" nos pareció también sugestiva, sobre todo cotejando su definición: «Decantación: Método para separar líquidos de diferentes densidades. Para ello, se usa un embudo con una llave en la parte inferior, que al vaciarse permite la separación primero del líquido más denso.». (Diccionario Enciclopédico Salvat).

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