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Número 4 - Agosto 2001
Reflexiones sobre el rol del psicólogo forense
Ana María D'Agostino de Arias

La Psicología y la Ley parecen dos mundos condenados a entenderse.

JORGE SOBRAL

 

····Al cumplir 9 años de trabajo como psicóloga en un Juzgado de Menores de la ciudad de Paraná, Entre Ríos, sentí la necesidad de reflexionar sobre esta tarea.-

····Yo venía de una experiencia clínica de años con niños y adolescentes, tanto a nivel hospitalario como privado, trabajando desde la línea psicoanalítica, acostumbrada a la rutina del consultorio, con encuadres claros, en actitud fundamental de "escucha" de alguien que demandaba mi ayuda. Haber cambiado de especialidad, en forma intespectiva, casi sin preparación previa y contando nada más que con la ayuda de colegas forenses que residen en Buenos Aires (ya que en Paraná era la única psicóloga dentro del Poder Judicial), hizo en mí un impacto, especialmente por la dificultad de conciliar mi forma de trabajo y el discurso psicoanalítico con el mundo del derecho, las leyes y los códigos, los juzgadores y los juzgados, las urgencias y especialmente las expectativas acerca de lo que un Psicólogo podía decir en una pericia.-

····A los efectos de comprender mi función, en un ámbito con reglas y reglamentos que existían desde siempre, en una institución que tiene serias dificultades para producir cambios en su estructura, comencé por informarme sobre qué era lo que se esperaba de mí y para que se me "facultaba". Comprendí que como lo dispone la ley, debía ser Perito de un Juez, lo que el diccionario de la lengua española define como: "sabio, práctico, versado en un arte o ciencia. Persona autorizada legalmente para dar su opinión acerca de una materia". Descubrí que si bien desde el lugar del discurso jurídico, varios jueces (no todos) tenían la necesidad que alguien viniera a llenar un hueco en un saber que es imperfecto y que requerían de mis pericias y de mi conocimiento para poder hacer una sentencia, también estaba presente, desde otros magistrados, la fantasía de "intrusos" (y por lo tanto persecutoria) o que estábamos en el lugar de "saber todo acerca del imputado" y que generaba una demanda exagerada en los puntos de pericia.-

····Después de un período de amor-odio; frustración y violencia; poder-conocimiento científico, donde aparecía una indeterminación inicial sobre el rol del perito psi, pudimos ir encontrando ciertos acuerdos, especialmente en la conciliación del discurso jurídico con el discurso psicológico, que como dice Jorge Degano en su libro "El Sujeto y la Ley", "esta es la verdadera dificultad de la tarea pericial forense...(el decir psicológico-decir jurídico), en tanto remite en última instancia a una diferencia fundante de dos discursos, el psicológico (decir del sujeto) y el jurídico, diferencia de concepción en cuanto al soporte de los mismos: las nociones de sujeto que cada una recorta".-

····Es así que tuve que aprender a ponerme en el lugar de "objeto de demandas", frente a personas que no demandaban nada, sino que son "mandados" como sujetos de una causa y opinar, sugerir y fundamentar en forma probada, acerca de distintas cuestiones, no sólo en minoridad, sino en todos lo ámbitos judiciales. O sea que tuve que saber de "daño psíquico", de que si alguien pudo, al momento de cometer el hecho "comprender la culpabilidad de sus actos y dirigir sus acciones", si alguien está insano o no, sobre el futuro de los hijos en una familia cuando los padres se divorcian, sobre entrega de bebés y la adopción de los mismos.-

····La tarea en el Juzgado de Menores incluye aspectos periciales o procesos de evaluación psicológica, lo que debe ser abordado en forma integral y abarcativa de otras ciencias, teniendo en cuenta la problemática específica de minoridad, donde se incluye la familia, el medio social, los factores culturales y económicos. De dicha evaluación, surge el perfil psicológico del menor y su familia y se debe sugerir al Juez sobre las medidas tutelares que debe implementar.-

····En estos 9 años de trabajo en el área de minoridad, he podido observar que la problemática con la que trabajamos se ha modificado en estos últimos años. Estos cambios se evidencian específicamente en el aumento y la gravedad de las causas penales, en la disminución de la edad de iniciación en el delito y desde lo asistencial, en los menores víctimas de abuso sexual y/o violación, embarazos en adolescentes, deserción escolar, falta de salida laboral y aumento del número de jóvenes adictos al alcohol y a las drogas.-

····Esta problemática nos lleva, a los que trabajamos en los Juzgados de Menores, a sentirnos sobrepasados por la realidad y frustrados ante la necesidad de buscar soluciones, sintiéndonos presionados por una sociedad que nos plantea "¿Qué hacen con los menores?", refiriéndose especialmente a los jóvenes que delinquen, los que se drogan o a los niños de la calle. Y creo que ponernos a pensar "¿Qué hacemos con los menores?", sin replantearnos previamente que estamos haciendo "los mayores", es negar una de las causas de la problemática de los niños y adolescentes.-

····Cuando éstos delinquen, están expresando a través de este síntoma, no sólo sus dificultades psíquicas individuales, sino también denuncian una problemática familiar y social. Por eso, cuando me pregunto qué hacemos los mayores, me estoy replanteando la realidad social de los adultos, especialmente tomando como variables la crisis de la familia, el aumento de la desocupación, el empobrecimiento y enriquecimiento extremos, los cambios en los valores, las dificultades en el ejercicio de los roles paternos. La falta de adultos referentes que posibiliten identificaciones sanas, genera una falla no sólo dentro del grupo familiar, sino también en la trama de las instituciones donde crecen los niños y adolescentes.-

····Con respecto a esto, Winicott opina que "la tendencia antisocial que se manifiesta en la delincuencia (cuando existe esperanza) brota de una destitución padecida a edad temprana, que suele consistir en la ausencia de un ambiente indestructible que admita conductas impulsivas. Así, el conjunto de circunsferencias que representan el vínculo del delincuente con la sociedad, incluye una falla en la que corresponde a la familia y las circunsferencias sociales que siguen se utilizan entonces para provocar una conducción enérgica o para encontrar una persona fiable".-

····Continuando con esta línea de análisis de la problemática minoril actual, sería conveniente hacer un poco de historia. Los jóvenes que hoy tienen 21 años, que recientemente han dejado de ser "menores" para la ley, nacieron en el período del Proceso militar. Estos niños transcurrieron su infancia en un régimen violento, dictatorial, represivo, rodeado de muerte y desapariciones, incluyendo a ellos mismos, los bebés, como desaparecidos. Luego vino el período democrático, donde se hizo un juicio a los responsables de estos delitos, el que concluyó con una sentencia a cadena perpetua, lo que fue tiempo después revertido por leyes de obediencia debida y punto final, culminando con el indulto a los responsables del Proceso. Entonces me pregunto dentro de qué concepto de Justicia, cómo se fue incorporando la ley en esta generación, teniendo en cuenta el determinismo socio-cultural en la construcción de la subjetividad.-

····Otra problemática con que nos encontramos los que trabajamos en los Juzgado de Menores, son los jóvenes que presentan síntomas dentro del marco familiar e institucional, como expresión de un deseo de búsqueda de afecto y límites. Me refiero a fugas del hogar, denuncias de maltrato psíquico, embarazos y parejas precoces, conductas antisociales, adicciones etc. que trascienden las conductas de rebeldía típicas de la crisis normal de la adolescencia y que terminan en un proceso judicial. Habría una posible pérdida o desdibujamiento en los roles paternos y una disfuncionalidad en el sistema familiar, que provocan una afección que Winicott denomina "propio-ser falso" y que tiene su etiología en la insuficiencia de la presentación de objeto en el estadio de dependencia. La debilidad en los límites puestos por los adultos lleva a los adolescentes a asumir responsabilidades para las que están inmaduros o a provocar a la sociedad para que ésta les provea del marco necesario de contención. Esto no estaría determinado por factores económicos, sino por no sentirse contenidos dentro del ámbito familiar, por carencias afectivas y déficit de la capacidad paterna en el marcamiento de límites.-

····Al hacer un estudio de la situación de ese grupo familiar, tanto histórica como actual, nos encontramos con familias numerosas, a veces con hijos de distintos padres (familias ensambladas), con problemas de violencia en los vínculos, sumándose situaciones actuales ya sean económicas o de desocupación o padres con muy baja autoestima e incertidumbre acerca de su futuro y de desconfianza hacia el mundo que los rodean. Los padres que sufren estos conflictos, provocan una crisis en la pareja y un descuido en los hijos que generan vacíos en el plano libidinal.-

····Estas variables que he tomado en cuenta para analizar la situación actual de los Juzgado de Menores tiene su raíz en la situación social y no es mi interés hacer un desarrollo que los sociólogos estarían en mejores condiciones de interpretar, sino que es una propuesta para los psicólogos que estamos en esta tarea, podamos correr la mirada de nuestro objeto de estudio, especialmente frente a la tarea que nos compete, que es el "dictamen acerca del destino y ocupaciones apropiadas a su personalidad" como lo establecen las leyes de menores.-

····Es en este punto donde considero que aparecen las mayores dificultades, tanto en las causas penales como asistenciales, ya que frente a la necesidad de orientar sobre los destinos posibles del niño o adolescente, nos encontramos que las Instituciones que podrían colaborar con el joven y su familia para un abordaje integral, están limitadas en su accionar. Me refiero a las instituciones de salud, educación, Consejo del Menor, policía y Acción Social, las cuales sufren su propia crisis laboral y económica, por lo que no contamos en forma suficiente con espacios continentes y protectores de un niño o adolescente con dificultades. Estas instituciones tienen dificultades reales para desarrollar programas de prevención de los distintos factores de riesgo que sufren en esta etapa de la vida.-

····El factor social que acabo de describir es una de las causas de la instalación del síntoma en los jóvenes. Los psicólogos que abordamos estas problemáticas y que diagnosticamos a los niños y adolescentes, tenemos que ubicar el significado del síntoma, no sólo en la estructura psíquica del sujeto, sino también dentro de la trama familiar y social. Nos encontramos que frente a la crisis normal que el adolescente atraviesa y que necesita ser contenido y orientado dentro de su grupo familiar y social, se suma la crisis de los adultos y que lleva a que el joven se sienta desamparado individual e institucionalmente, confuso, buscando o burlando límites, con escasos recursos simbólicos frente a la ansiedad y frustración. Esto conlleva a una estructuración psíquica patológica, con precariedad en las defensas y alteraciones en el sistema pulsional, con actos de agresión contra sí mismo y con terceros.-

····Y es en este punto donde se entrecruzan los discursos psicológicos, sociológicos y especialmente desde la ética, no sólo en la instancia de la escucha del menor y la familia, sino especialmente cuando necesitamos pensar en una indicación sobre su futuro, en aquellos casos en que un tratamiento psicoterapéutico individual y/o familiar no es viable y que se necesitan otros tipos de abordajes. Generalmente estas medidas deben realizarse fuera del ámbito judicial y corresponden a salud, educación o al Consejo del Menor y al no encontrar respuestas adecuadas y urgentes como es la demanda en estos Juzgados, nos obstaculiza nuestra capacidad de pensar otras salidas.-

····Y volvemos a preguntarnos ¿qué hacemos con los menores?. Y vuelvo a responder, qué vamos a hacer los mayores frente a estas dificultades en el orden de lo social, que vamos a hacer los padres, los Jueces, los funcionarios del Poder Ejecutivo y los que deben pensar las leyes de minoridad. ¿Es una solución disminuir la edad de imputabilidad para que los menores estén en prisión antes de los 18 años y no tener en cuenta la diferencia entre la responsabilidad de un adulto y la de un joven?. ¿Puede ser otra solución crear más Hogares de menores para tenerlos mejor controlados?. ¿Abrimos más Juzgados de Menores para que trabajemos con menos causas cada uno?. Tomar este tipo de medidas es seguir responsabilizando a los niños y adolescentes de las causa de sus conflictos y no querer asumir nuestro compromiso en buscar las soluciones posibles.-

····Es por esto que creo necesario que se deberían dar espacios de reflexión con el aporte de distintas especialidades, para pensar los temas de la Psicología Forense, como ser: la ética en los peritajes judiciales, la definición de sujeto desde lo jurídico, lo social y el psicoanálisis, el secreto profesional, los conceptos de culpa y castigo, en fin, sería pensarnos como peritos, donde el discurso jurídico nos ha puesto y que si bien considero que la práctica forense se ha instalado como una necesidad, faltarían resolver innumerables cuestiones que hacen a nuestro labor cotidiana.-

 

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