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Número 3 - Abril 2001
¿Que trabajo para el niño autista?
Mariana Martinez Liss - Guillermo E. Grosso

 

A partir de los desarrollos teóricos de Lacan en R,S,I en relación a la teoría del nudo borromeo, intentaremos responder a la pregunta de si es posible pensar un modo de anudamiento en la clínica con niños autistas.

Aquello que anuda R, S, I es el Nombre del Padre como cuarto nudo (cuarto elemento), como un demás en relación a la forclusión generalizada. Decir que el NP anuda es decir que su función es nombrar. Nombrar es un acto. El NP es el semblante por excelencia, que al tiempo que nombra agujerea, es decir, le da nombre al borde del agujero, o dicho de otro modo le da nombre a la pérdida de goce. Lacan en R, S, I dice: "La nominación es la única cosa que estamos seguros hace agujero". Si lo que anuda es un cuarto término, tomado de cualquiera de los tres registros, entonces puede haber una nominación real, otra simbólica y otra imaginaria.

Al no haber en la psicosis aquello que hace las veces del Nombre del Padre como cuarto nudo, la cuestión para el sujeto psicótico será encontrar el modo de anudamiento, de suplencia. Uno de los caminos posibles será lo que llamamos ‘ el trabajo de la psicosis’, entendiéndolo como un modo de tratamiento particular y propio del goce del Otro, de los retornos de lo real. El niño psicótico puede ser acompañado por el analista en este trabajo de la psicosis, en tanto que en este trabajo hay emergencia subjetiva. La pregunta es: ¿podría pensarse este trabajo de la psicosis como una elucubración de saber sobre los S1 de Lalengua materna?. Si de allí se produjese una suplencia, esto conllevaría el descompletamiento del Otro, y habría un nombre posible para la pérdida, para lo que se restaría del goce del Otro. El niño autista no puede operar, generalmente, con el significante de esta manera, entonces: ¿qué trabajo para el autista?.

Se suele decir que el niño autista rechaza al Otro. Pues bien, ¿de que Otro se trata allí?. Él intenta mantener al Otro del goce a distancia, pero la complicación radica en que, de esta manera, se aleja del Otro del lenguaje. ¿Podríamos decir que su relación es a Lalengua, es decir a aquello que de real hay en lo simbólico?, o dicho de otra manera, ¿se relaciona con un simbólico sin Otro, con el Uno de lo simbólico?.

Si bien la relación del niño psicótico es al S1 desenganchado de la cadena (holofrase), su trabajo le posibilita la elaboración de ciertos S2 que le permiten acotar y frenar ese goce. En cambio, el analista tomará el relevo del trabajo fallido del autista, ese trabajo que intenta hacer operativizable una separación del Otro. El trabajo con estos niños puede consistir, entonces, en el recorte de los agujeros pulsionales. Es así que esto agujerea el cuerpo del niño simultáneamente a que se agujerea al Otro.

Tomemos un caso clínico.

Iggy llega a la consulta a los cinco años diagnosticado como autista. La madre dice de él que cuando nació chupaba como un huérfano, y que hay ciertos momentos en que ella lo borra. Dice: ‘mi cuerpo es todo para él, soy toda para él’ . ‘Salvo atender sus necesidades fisiológicas no sé que hacer con él’. Iggy se presenta gritando io. Chupa los objetos para luego dejarlos caer. Muerde, se muerde. No responde a la palabra del otro. Presenta estereotipias motoras. Dice unga unga, iongo iongo, lu lú, langa langa. Se interesa por orificios pequeños. Con lo único que parece conectarse es con los ruidos. Tiene la mirada perdida, evita mirarse en el espejo y el encuentro con el otro. Cuando se golpea no registra dolor, no llora. No controla esfínteres.

Los terapeutas recortan un detalle, que refiere al cuerpo; cierto movimiento ocular, casi imperceptible, que Iggy realiza: cuando un otro cruza su mirada, él desvía la suya. Es así que la intervención apuntó a la sustracción, por parte de los terapeutas, de sus miradas, y a la omisión de la presencia del niño. Así Iggy pasó a entrometerse entre los terapeutas articulando movimientos dirigidos al otro. Comenzó a mirar a los ojos y a sostener su presencia con su mirada y su cuerpo. A esto continuaron intervenciones en el mismo sentido: sustracción de la mirada acompañadas de un ‘no’ a ciertas acciones que él realizaba. Iggy empezó a mirarse en el espejo. Ante cierta pregunta que se le dirigió respondió enunciando un "no!". Simultáneamente comenzó a registrar el dolor y a expresarlo por medio del llanto. Pide ir al baño. Se enferma.

Más adelante se suscitó otra actividad: intenta meterse en un armario sin cerrar la puerta, luego intenta taparse con una colchoneta, y más tarde esconderse detrás de alguien. A la pregunta ‘¿dónde está Iggy?’ responde mirando y sonriendo a quien le preguntó.

Lo anterior fue acompañado de intervenciones dirigidas al objeto voz. Cuando Iggy gritaba en forma continua (momentos donde manifestaba un notable malestar), los terapeutas le tapaban los oídos en forma rítmica. Otras veces se le tapaba y destapaba la boca. Esto producía un efecto de pacificación. Al tiempo comenzó a saludar con un ‘hola!" y a taparse él mismo sus oídos frente a la insistencia del otro.

Es evidente que en el momento en que Iggy llega a la consulta, no tiene un cuerpo: no hay recorte de los agujeros del cuerpo, no hay bordes, no registra el dolor, etc. Tampoco hay una imagen del cuerpo: Iggy está en lo preespecular. Por otro lado el significante se le presenta cargado de goce, de ahí su notable malestar cuando grita o se le habla insistentemente.

Se observa claramente en este caso lo que muchos autores coinciden en enunciar respecto a la posición de objeto condensador de goce que estos niños ocupan en relación al Otro. Esto quiere decir que ofertan su ser de objeto en lo real para completar al Otro. Esto es que la manera particular que tiene este sujeto de emerger es en posición de objeto. El correlato de esto es la no producción de la caída del objeto de su propio cuerpo, así como tampoco terminan de constituirse los bordes del cuerpo y el montaje pulsional.

Es así que lo que recortamos como detalle (ese desviar la mirada al cruzarse con la del otro) nos remite a un punto donde algo del cuerpo, por advenir, es tocado. No hay más cuerpo que ese detalle, en él algo intenta constituirse como un cuerpo. Este detalle al tiempo que da cuenta de la posición del niño como lo que encarna el objeto mirada que intenta completar al Otro (esto es un sujeto que se ubica, se manifiesta en posición de objeto), es el mismo lugar donde el niño intenta situar su propio trabajo fallido de separación del Otro. Es por eso que el detalle deviene el punto privilegiado para intervenir. Es así que la intervención, por parte de los terapeutas, de sustracción de la mirada, permite que se funde el campo de la visión: es necesario que se pierda el objeto mirada para el niño para que él comience a ver. Dicho de otro modo: lo que funda el campo de la visión es la sustracción del objeto mirada. Las intervenciones sobre la voz permitieron separar lo que de voz invadía al significante.

Estas intervenciones, entonces, posibilitaron el recorte de un agujero pulsional al tiempo que algo del goce se separó del cuerpo, permitiendo así el montaje pulsional. Esto posibilita la constitución de un cuerpo, y funda la imagen especular. Entendemos al cuerpo como una bolsa de orificios; orificios que están recortados por los bordes-fuentes de la pulsión. Para definirlo así a Lacan le es necesario pensar a la imagen como una imagen sostenida por el objeto ‘a’, es decir la imagen como velo, hábito de un agujero. De esta manera el cuerpo remite tanto a la imagen, como al real que la agujerea { i(a)}, como a aquello de lo simbólico que inscribe la falta {S(A)}. La fórmula $<>D pone en relación al sujeto en fading con respecto a los significantes de la demanda del Otro, es decir ubica la articulación entre un simbólico y un real de la pulsión. Ahora proponemos agregar a la articulación entre lo simbólico y lo real la articulación con lo imaginario en tanto la imagen se soporta de un real en falta: i(a). Estamos hablando de un imaginario con orificios. Desde esta perspectiva el montaje de la pulsión es fundamental para la constitución de un cuerpo. Tengamos en cuenta que ‘el cuerpo se introduce en la economía de goce a través del i(a)’, esto es, para decirlo una vez más, un velo que cubre y es sostenido por un agujero.

Lacan en R,S,I dice: "Para que algo exsista, es preciso que haya en alguna parte un agujero. ... es alrededor de ese agujero que se sugiere la exsistencia. Seguramente, estos agujeros, los tenemos aquí en el corazón de cada uno de estos redondeles, puesto que sin ese agujero no sería incluso pensable que algo se anude". Si como enunciamos antes las intervenciones en acto al posibilitar la extracción del objeto recortando un agujero, permitieron el montaje pulsional, entonces dicho montaje ¿podría pensarse como una nominación imaginaria en tanto nombra un vacío?. ¿Podríamos pensar que el montaje de la pulsión definido como nominación imaginaria es lo que permite la articulación de R y S en la fórmula $<>D?. Nominar es agujerear, se agujerea el cuerpo y se funda en ese acto. La nominación imaginaria, si seguimos nuestra hipótesis, debe permitir el anudamiento. El cuerpo, como I, ex-sistiendo permite anudar R y S, estando por fuera los sostiene. Dicho de otra manera, las intervenciones permiten la construcción de un cuerpo, y éste último en tanto nominación imaginaria es lo que anuda.

Si las intervenciones permitieron la constitución de un cuerpo fue porque ubicaron el agujero en varios niveles: 1. quedaron recortados los agujeros del cuerpo como bordes-fuentes por la extracción del objeto; 2. dejaron al organismo como perdido, y esto también sitúa un agujero para el cuerpo. El "no" de Iggy sería el indicio de que efectivamente hubo anudamiento. Su relación es ahora al lenguaje puesto que este "no" está sostenido por una enunciación, un decir, que dirige al Otro (es el único punto donde se podría decir que ‘dice’ algo), y es también el punto donde se articula algún sentido a lo que dice. Entonces este "no" en términos de lenguaje descompleta a Lalengua. En el "no" algo se podría anotar de la pérdida, del vacío. Por otro lado nos queda un goce del Otro en menos, un goce fuera del cuerpo, y un sentido.

Para concluir, proponemos pensar, al menos en este caso, que el cuerpo como nominación imaginaria anuda los tres registros: R,S,I.

BIBLIOGRAFÍA:

1. LACAN: El seminario libro XXII: R,S,I.

2. LACAN: El seminario libro XVII: El envés del psicoanálisis.

3. LACAN: La tercera.

4. LACAN: El seminario libro XX: Aún.

5. LACAN: De una cuestión a todo tratamiento posible de las psicosis.

6. MARTINEZ LISS, M y GROSSO, G: Np y suplencias en la clínica con niños. (en El padre y LaMujer).

7. RABIBOVICH, D.: La angustia y el deseo del Otro.

8. SOLER, C: Fuera de discurso: autismo y paranoia.

9. MILLER: Comentario sobre el seminario inexistente.

10. SKIABINE, P: La clínica del nudo borromeo. (en Locura: clínica y suplencia).

 

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