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Número 15 - Noviembre 2022
De algoritmos y protofantasmas
Oscar Lamorgia

 

Revisaremos una fórmula que Jacques Lacan plantea en La proposición del 9 de octubre de 1967 y que habitualmente se la conoce como El significante de la transferencia. Hay dos versiones de ella, una escrita y otra oral y en realidad Lacan la llama El algoritmo de la implicación significante.

Veamos el siguiente esquema.

 

Esquema 1

El ST de esa imagen significa Significante de la transferencia. Esto quiere decir, de que quien pide análisis, (es de esperar) existe una transferencia con el psicoanálisis mismo, en primera instancia. Esto implicaría un S1 en el consultante. Pero hace falta un S2 para que advenga una unidad mínima de significación, puesto que es allí cuando se produce el efecto sujeto ($). En este esquema, con el significante de la transferencia (ST), se evidencia un S1. Pero necesitamos un S2, que es a lo que se le llama Significante cualquiera (SQ) y como se ve en la figura, está por fuera de esta fórmula. Se nota en el esquema, que el final de la primera flecha, aparece desfasado, por fuera de la barra divisoria del denominador.

Este significante cualquiera, acá escrito como (Sq), la q en cuestión es por la palabra quelconque  en idioma francés. Insisto: debe aparecer ese significante cualquiera, para que desde S1, haya S2 y por lo tanto se produzca el efecto sujeto ($).
¿Cómo se da ese significante cualquiera?  ¿Qué es?  ¿Cuándo se da a escuchar y de qué manera?  ¿Es siempre la misma palabra o situación las que nos autorizarían a  sancionar la entrada en análisis?
En verdad, no es la misma palabra, ni la misma situación y por ello hay que tener la escucha abierta. Son distintas las situaciones y componentes que hablan  y nos permiten rastrear que algo del analista pasó a formar parte del concepto de inconsciente siguiendo la lectura de Lacan.
¿Cómo detectar que esa operación ha ocurrido a partir de las intervenciones del analista? Bien. Una de las formas, es cuando estamos frente a un consultante, que pulcramente cuidaba la palabra con un manejo atildado y educado, y por ejemplo haciendo comentarios de problemas domésticos, de los que casi no tienen importancia  y que incluso hacen dudar de la legitimidad de su motivo de consulta, y resulta que de buenas a primeras, comenta una fantasía que anima algún episodio masturbatorio. La masturbación es la intimidad de la intimidad. Confesar las fantasías que animan su acto masturbatorio abre las compuertas de un sesgo intimista que hasta el momento no aparecía y por lo tanto hace que la transferencia pase de ser imaginaria, a simbólica. Ése, bien podría ser uno de los ingredientes. En mi libro “Psicoanálisis: escritura de la falta en ser” había localizado otros ejemplos para ilustrar lo relatado. Leo uno de ellos: “en el viraje que va del juego espejado de miradas, en tanto obstáculo del discurso, que narcotiza la angustia ante el fragor de aquello que Lacan denominaba el cuerpo de la morcilla, que no es otro que el cuerpo libidinal”. Lacan aquí se refiere al cuerpo despedazado de una morcilla, como el cuerpo libidinal que no es el cuerpo que se ve en el paciente, sino en cómo habla el paciente acerca de su cuerpo y relata cómo goza del mismo  y donde aparecen algunos sintagmas cristalizados que describen un cuerpo roto como en las siguientes  frases, me rompí el culo trabajando, luché a brazo partido, me estoy rompiendo la cabeza para ver como salgo de esta tesitura, etc. Estas son expresiones comunes con referencia al cuerpo, cuerpo que usualmente esta ‘lastimado’.
Otra de las señales de ingreso del analista al inconsciente es la aparición de un sueño en el que algún significante puntuado por el analista tiene lugar. Esta última evidencia palmaria de lo antedicho. La forma es aparición de la persona misma del analista, o por ejemplo el nombre de una estación ferroviaria que recuerda el nombre el analista. Se da el caso de la aparición en el sueño de otra persona diferente del analista, pero que el paciente sabe que tal, es su analista. En esto ha habido ingreso que permite detectar que hay un significante cualquiera que ha permeado el discurrir yoico hacia esa unidad mínima de significación que hace falta que se estructure, como vemos en el piso superior del algoritmo de la implicación significante y que se observa en el esquema 1.
Otro caso, es que acontece un recuerdo encubridor, precipitado por algún señalamiento.
Sigue el texto citado: cuando el síntoma abandona su dimensión de mera queja  para dar lugar al modo en el que, ahora analizante, puede subjetivarse  en la enunciación de su sufrimiento. Enunciación abierta a la permeabilidad polisémica del discurso y no abloquelada en la consolidación dialectal de quien se encuentra tomado por la posesión univoca de sentido.   
Es decir, que cuando el paciente salió de la queja, puede ser más proclive a la palabra del analista, sin expulsarlo una vez tras otra y donde el sentido que él le daba al síntoma, ahora queda abierto a la polisemia. Es decir a la pluralidad de sentidos  que ése significante puede tener, o que el significante que represente a ese síntoma pueda, futuro anterior mediante, haber tenido.  El hacer estallar el sentido unívoco  hacia sentidos variados hace que muchas veces caiga el síntoma ya que lo confronta a un sinsentido.
Estos ejemplos se dan a modo meramente ilustrativo y sin veleidades omniabarcativas. No se trata de los únicos, ya que cada analista puede reconocer otros ejemplos de la aparición del S2 o un significante cualquiera con sólo tamizarlo por su propia experiencia personal.
La palabra “cualquiera”, da cuenta de que no es algo anticipable. Hay que poner la oreja (en la gramática, el la lógica y/o en la homofonía) a fin de verificar que se han dado algunas de estas operaciones. Es la aparición de algo del orden de una responsabilidad mayor del paciente por su misma palabra, la palabra proferida.
Continuemos con el esquema 1:

Arriba, entre S1 y S2, se expanden dos flechitas que convergen la aparición del sujeto ($), y como decíamos, es menester tal emergencia de estos dos significantes a los fines de la producción de un efecto sujeto. Ahí se puede decir que el yo del consultante habrá virado hacia el efecto sujeto  y el yo del analista (descentrado y lateralizado en su hacer), dado lugar a la aparición del gran Otro en tanto que par ordenado del dispositivo. Mutación clave de la transferencia imaginaria hacia la transferencia simbólica. 
Continuando con el esquema, notamos que debajo de la línea – marcada a los fines didácticos con una elipsis roja, encontramos una pequeña letra s y en la misma línea hacia la derecha aparece entre paréntesis, la cadena significante (S1,S2,S3… Sn) que da cuenta de la cadena ad infinitum.  Por debajo hay una llave o flecha mayor que desemboca en una S mayúscula.
La s minúscula, sostiene ese saber inconsciente que está debajo de la barra- circunvalada por la elipsis roja – y que es el saber textual, saber inconsciente. No es el saber referencial del cual el consultante está enamorado acerca de cuánto sabia ese analista, o de la cantidad de libros que había leído, o escrito - saber referencial de los libros –.
 Así entonces es como Lacan arma la fórmula. Hay dos S mayúsculas y una minúscula. Sujeto supuesto al Saber. La primera S, supone a la S de sujeto, aunque no la escribe barrada. La s pequeña significa la suposición de saber (s). Y la tercera S, es “al Saber”, ya no referencial, sino textual.

Espero, que a esto no lo llamen más el significante de la transferencia, o el algoritmo de la transferencia  pues se trata del algoritmo de la implicación significante porque justamente en esas formas de aparición del significante cualquiera, es como se sustancia la posibilidad de lograr la implicación del sujeto en eso de lo que se está quejando, o que lo atormenta, o lo que formando parte de su historia, el hablanteser ha querido –con cierto éxito- lavarse las manos durante una buena cantidad de años.

Esquema numero 2

Es necesario que se pueda hacer propio, asir este esquema puesto que tratamos con las formaciones del inconsciente y con las formaciones del objeto a, lo podemos ver claramente en un film: “El maquinista” con el actor Christian Bale, en donde aparecen de las dos de un modo mixturado. Veremos aparecer allí, lo inconsciente a cielo abierto, el desabonado del inconsciente y axiomas fantasmáticos.
Volviendo al esquema 2, vemos que en los títulos tenemos una progresión, desde las protofantasias, pasando por la pulsión y su objeto, luego la relación del sujeto con el gran Otro, para finalizar en los axiomas fantasmáticos que es lo que uno se encuentra en la clínica, otorgando a la misma una tangibilidad que en la metapsicología nos es esquiva. Lo anterior a los axiomas, son construcciones teóricas sin las cuales uno no llegaría a poder realizar una lectura de lo que está aconteciendo, haciendo de la práctica una operatoria de corte intuitivo y ecléctico.  Y como es sabido, el eclecticismo, en aras de sumar verdades, termina por multiplicar errores.
Comenzando, por las protofantasías (o, hablando en puridad: protofantasmas), reconocemos cinco de ellas en el esquema. En nuestra enseñanza básica universitaria, se nos enseñaba que las protofantasías  eran seducción, castración y escena primaria enunciados en cualquier orden. Pero en modo alguno se trata de algo aleatorio y no puede serlo puesto que cada una de estas protofantasías en la constitución subjetiva, intenta responder a una pregunta de tipo existencial en el sujeto a advenir. Por lo que su orden es lógico y en cierto modo, propedéutico.
Vamos a considerar de entrada las tres conocidas: seducción, castración y escena primaria. Dejaremos para el final la primera y la quinta del esquema 2.

Seducción:

Es una protofantasía que daría respuesta  a una pregunta existencial del protosujeto, que es: ¿de dónde vine la sexualidad?. Es decir, esas cargas energéticas que me atropellan, y que yo no puedo simbolizar. La respuesta es, del Otro. Es atropellante y es traumática en el sentido de que el infantil sujeto no posee aún los elementos para generar una debida simbolización de eso que está pasando en la atomización de sus sensaciones propioceptivas. No porque aparezca alguien que sea un abusador, sino porque los mismos hábitos de limpieza empleados en al bebé, que todavía es “pañalero” – palabra empleada por madres conocidas -, hace que estos hábitos de atención para con su higiene, generen una excitación en el lactante. Esas sensaciones del bebé, son magnitudes de energía que tienen cierto efecto de traumático, entendiendo a lo traumático no como el acontecimiento, sino como la imposibilidad de ingreso al sistema de transcripciones de la Carta 52.

Castración:

El protofantasma de castración también responde a una pregunta, que atañe a la diferencia sexual anatómica y es en ese momento donde el varoncito ve a la niña desnuda  (y viceversa) y ambos suponen la lógica fálico/castrado, en lugar de femenino/masculino. La niña supone, que le va a crecer, o que tuvo y lo cortaron. El niño supone que está en riesgo de que a él se lo corten. Ninguno de los dos se percata que hay otro sexo. Lejos están de elucidar que lo Femenino, constituye el Otro Sexo para ambos…

La escena primaria:

Otra de las tres protofantasías más enseñadas titula a este apartado y responde a la pregunta de la diferencia entre los dos. ¿Qué hacen estos dos que son diferentes? Es lo que da lugar a las escenas de alcoba que muchas veces se mal interpretan por el infantil sujeto. Escenas que suelen hipotecar la vida sexual adolescente y/o adulta, cuando por ejemplo, referencias difusas producen inferencias que conectan a la cópula con el sometimiento y la violencia.  Malentendido perceptivo que cuando, a la postre, cuenta con elementos simbólicos para tramitarlo, dichos elementos brindan soporte argumental a su autoperpetuación.

Retorno al vientre materno

Esta aparece en una nota a pie de página, en la organización genital infantil. Dependiendo de la traducción de los trabajos de Freud también se traduce “retorno al seno materno”, pero a mi gusto, es mejor vientre materno para no confundir seno con pecho. Esta protofantasía, no da respuesta a ninguna pregunta, siendo una de las más arcaicas y generales, ya que casi nadie escapa a ella.

La novela familiar

Protofantasía que no está en Freud tipificada de manera explícita como tal, pero lo es porque cuando los chicos se enteran de que los Reyes Magos son los padres sienten una defraudación y esto proviene de haberse dado cuenta  por sí mismos, o porque alguien se los dice. La verdadera defraudación es que en ese mismo acto se dieron cuenta de que los padres no son reyes.
Además hay otra cuestión que entraña la novela familiar y es la creencia de que se nació en una cuna equivocada. Hay disconformidad de la familia que nos tocó en suerte y se aparece la fantasía del hijo adoptivo. Se da el caso de muchos chicos, buscar entre los papeles de los padres la certificación de su legitimidad en el linaje.  Aquí, cabe señalar, que todo acto de maternidad/paternidad (biológica o no), requiere de una adopción, en tanto que alojamiento en el amor y en el deseo.

Análisis de las protofantasías según esquema adjunto:

Cada una de las descriptas fantasías, conecta con una pulsión y con un objeto.  El retorno al vientre materno pertenece a la fase oral, cuyo objeto privilegiado es el pecho.
Siguiendo las columnas de pulsión y objeto, en este caso, Oral y Pecho, hay una columna que dice Relación del Sujeto al Otro (A). El rombito, es el signo de todas las relaciones posibles que puede haber entre dos términos. Y esto es la manera de ir cocinando, la manera de funcionar existencialmente  a lo largo de la vida. En el caso del retorno al vientre materno, pulsión oral, objeto pecho, la relación con el Otro, es necesidad en el Otro. El cachorro humano nace con prematuración biológica ya que debería nacer unos ocho o 9 meses después de su acto de nacimiento. Sale prematuro por eso la desmielinización de las fibras nerviosas y la indefensión absoluta frente al Otro. No es así con jabalí o potrillo que se incorpora, y toma la teta y ya sale caminando. El infans no puede hacer eso. Entonces colocamos ahí la necesidad en el Otro. Pero hay un equívoco, ya que acá existe un genitivo objetivo y un genitivo subjetivo. Da para pensar que la necesidad es del Otro hacia el bebé y que la necesidad también es del bebé hacia el gran Otro (quien sea que haga sus veces). De sancionar un llanto con: “tiene hambre”; “se orinó”; etc.  Ahí, hay que tolerar ese equívoco y que el mismo permanecerá en el entramado de todo el mosaico pulsional. Y el axioma fantasmático en esta línea que vamos a encontrar en el consultorio es ser tragado, es decir que lejos de considerar una vuelta al vientre materno y al calorcito protectivo y homeostático, y al amor de los 9 meses de embarazo, el axioma fantamático implica de algún modo ser fagocitado por la madre, y esto suena  bastante horroroso. Ser tragado se traduce en ejemplos de la clínica, al modo del personaje de Chaplin en la película Tiempos Modernos  donde  es fagocitado por la fábrica que era una cadena de montaje  donde cae en la cinta transportadora y es chupado y fagocitado por la maquinaria. Otros ejemplos podrían verse en haber sido chupado y absorbido por sectas, o con el ascenso en un trabajo con pretensiones que llevan del full time al full life, al ser convertido en CEO y no tener vida propia.

Antiguamente, la Compañía Argentina de Electricidad (C.A.D.E), previa a SEGBA, generó entre sus empleados y obreros un aforismo: “CADE y madre hay una sola”.  Cada empleado era tragado en nombre de la seguridad y la estabilidad laboral. Posteriormente hubo ejemplos mucho más descarnados que el precedente.

Esta protofantasía de retorno al vientre materno, es absolutamente originaria y que incluso en el bebé más pequeño, sin aparato psíquico conformado aún, sin la diferencia entre yo y no-yo, no hay lugar para la pregunta y por ello no contesta a una pregunta existencial. En el caso de este bebé, el lenguaje recién está tallando la carne del viviente. No tiene elementos para que surja una pregunta que deba ser contestada. Me han preguntado sobre la relación de esto en pacientes que padecen una depresión extrema y llevándolo al terreno de la realización de un tipo de estas fantasías, pensemos en la forma que mucha gente se suicida: sumergido en una tibia y apacible bañadera, se cortan las muñecas y lentamente y relajadamente van perdiendo la vida.  Otros ejemplos pueden verse en el animal con que se han realizado más películas de terror y también documentales: El gran tiburón blanco…  Ese terror visceral que despierta en el espectador, encuentra su origen en el planteo que nos ocupa.  En tal sentido, las mandíbulas del escualo, son equivalentes a la madre cocodrilo cuando la función paterna no logra impedir que su boca se cierre.

En la segunda línea, tenemos Seducción que tiene la pulsión anal y las heces como objeto privilegiado, y decíamos anteriormente que esto está vinculado a los cuidados y a la incorporación de los hábitos de higiene. Aquí en la relación del sujeto con el Otro, Demanda en el Otro y otra vez el equívoco entre los genitivos, tanto objetivo como subjetivo. ¿Es la demanda que está en el Otro hacia el sujeto? O la demanda es desde el sujeto en formación hacia el Otro? Aparecen las dos cosas, pero ahí el Otro está demandando higiene. Se regula cuándo y dónde puede hacer caca y la donación de escíbalos cuando el niño está en condiciones de regular esto. Hace en su pelela y es una especie de regalo hacia la madre. De allí parte el axioma fantasmático que es ser cagado. Esto en la vida cotidiana adulta, puede asumir un sinfín de roles. Forma también parte de los decires del paciente: me cagué, lo cago, me hizo mierda, etc.
En la tercera fila, castración. Cuyo objeto imaginario es el pene como objeto imaginario y el falo como objeto simbólico. Hay goce en el otro en el espacio que corresponde a relación del sujeto con el gran Otro. Goce, pues si concebimos la castración como una protofantasia  tiene que haber un agente que la lleve a cabo y que sea ejecutor de esa protofantasía, alguien que le corte el pito al otro. Esta atribución, por defecto, se le da al padre. Por lo que el axioma fatasmático es “ser mutilado”. Ej.: me costó un ojo de la cara, me cortaron las piernas, mi mujer me castra, mi viejo me cortaba las alas, yo quería ir por más y ser actor o lo que fuera y mi viejo me dijo que no que era mejor se cajero de un banco con sueldo seguro. Son mutilaciones que conectan con lo enunciado líneas arriba.

La protofantasía escena primaria, tiene la propiedad de hipotecar la vida sexual de mucha gente. Imaginemos esa nena de 3 o 4 años dirigiéndose al baño por la noche pasa por la puerta entreabierta del dormitorio de los padres y los ve como luchando en la cama y escucha  gemidos de su madre o gruñidos del padre, o como sea que se expresen. Ella que no tiene ni información ni elementos para darle un marco simbólico de lo que vio, y empieza imaginar que el contacto sexual de los sexos diferentes  está regido por la violencia. No es nada raro que a futuro, pueda generar síntomas de tipo histérico como vaginismo, falta deseo y anorgasmia. Va a tener complicaciones en el contacto con el sexo. Aquí la pulsión imperante es la escópica bajo el imperio de la mirada. La nena va al baño y está mirando y es mirada por la escena al mismo tiempo. Mirada y atropellada al mismo tiempo. Mirada como objeto privilegiado en este caso. La relación entre el sujeto y el gran Otro aquí es (OMNI) potencia en el Otro. Esto es explicado en el seminario de la Angustia, en el ejemplo de la Mantis religiosa, que después de ser servida por el macho, que es de menor tamaño, le corta la cabeza. Bicho bastante horroroso en sus costumbres para la moral del ser humano. Lacan propone imaginar a una mantis religiosa de 3 metros de altura  estando nosotros disfrazados, pero con la salvedad de que nosotros no sabemos de qué estamos disfrazados, por lo que desconocemos que deseo podemos despertar en esa súper mantis. Al mismo tiempo la mantis tiene los ojos facetados, sin otros colores. ni pupilas, ni más detalles, al igual que como ocurre con la mirada de un ciego con lentes obscuros o espejados. O como se representa a los alienígenas del caso Roswell, ojos ojivales y negros. Debido a la oscuridad de esos ojos dan la impresión de inmovilidad y si se movieran el que los ve no podría anticipar una intención. De ahí la mirada del ciego, que es muy inquietante puesto que el ciego no ve, pero mira. De allí la esquizia del ojo y la mirada. Mirada inquietante de ojos sin vida detrás de lentes obscuros. La omnipotencia en el Otro abre camino al axioma fantasmático de ser poseído, que no es en el sentido de la violación, sino en el sentido de posesión demoníaca. La posesión es por la escopicidad y de una mirada omniabarcativa que desemboca, como axioma fantasmático en algo que es lo más destructurante, comparada con las que vimos hasta el momento.

La novela familiar, otra protofantasia, donde se encuentra predominantemente la pulsión invocante con el objeto voz y cuyo constructo se da por los monemas, fonemas, semantemas, palabras, canciones, mixtura dialectal propia de cada familia y sus modismos,  melodías y cadencias, como también neologismos propios percibidos intramuros y que hacen que estando en el colegio, el niño sienta (en ocasiones) vergüenza de que nadie entienda al repetirlos allí. Ya que estos modismos y neologismos, son propiamente familiares, pero no de uso común. En la relación con el Otro, aquí encontramos: deseo en el Otro. Y aquí, aparece la cuestión de que si fui o no deseado lo que no contradice de que a un hijo siempre haya que adoptarlo.  El axioma fantasmático inherente a esta protofantasia seria: ser mal alojado. Pues por más que la adopción haya tenido lugar, ser mal alojado es una fantasía muy frecuente y generalizada  cuando el niño piensa que nació en “cuna equivocada”. Hay idealización de otra familia imaginada en desmedro de la familia que le ha tocado. Hay que pensar que todo ser humano, no deja de ser el fruto de una escena, en donde estuvo excluido. Ausencia de una escena que le dio origen.
Todos los axiomas fantasmáticos, a saber: ser tragado, mutilado, poseído, etc. Entrañan en los primeros momentos del tratamiento una queja hacia el Otro, que hay que debilitar a fines de que advenga la responsabilidad del sujeto  por ubicarse, una y otra vez, en esas posiciones activas que lo llevan a ser cagado, mutilado, tragado, etc. Pues como respuesta del fantasma ante lo que él supone que el Otro quiere, el sujeto juega la mano complementaria de ese juego. Y es por ello la repetición de episodios cíclicos que no sólo fuerzan la lectura de la “realidad”, sino que buscan su confirmación.

Lo que puede suceder es que durante el análisis, la queja sea alojada en un primer momento, con el objetivo de ser desmantelada en un segundo tiempo. Este paso es mostrar la responsabilidad del sujeto en esto de ubicarse una y otra vez en sitios similares.  Mostrarle que repite el ubicarse debajo de la montura. Es por eso que siempre decimos, que hay que limpiar de imaginario lo más posible, para no incurrir en frases del tipo: “y también con ese marido…!”, “ y también con esa madre…!”, pues con estas afirmaciones estamos yendo para el lado contrario de la responsabilidad del sujeto  y aunque los personajes que forman parte de su constelación sean lo que describe el paciente, no hay que olvidarse que el “casting” de actores, con lo que el actúa en el escenario de la vida lo efectuó el mismo paciente.

Detengo en este punto este texto, momento en el que sólo habría que repasar los maridajes de la dirección de la cura, que coinciden con tres fases de la enseñanza del maestro francés.

Esos tres tiempos son consecuencia de una pregunta de orden ético: ¿Quién es el partenaire del $ en cada fase?
En la apertura:  La pareja sería el gran Otro.
En el medio juego: Lo sería el objeto a.

En los finales: El Sinthome.

Algo que nos reenvía necesariamente al ejemplo freudiano del ajedrez…

FUENTES:

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