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Número 15 - Noviembre 2022
La tópica de lo imaginario en RSI (2° parte)
De lo especular a lo imaginario,
el trenzado de la estructura

Verónica Guastella

La doble alienación: a lo simbólico y a lo imaginario

En el Seminario 4, Lacan va a hacer del registro imaginario un registro privilegiado en el enlace entre el sujeto y el Otro, además determinante en cuanto a la constitución o descubrimiento de la falta. Parece un seminario consagrado a la función materna donde pone como central a la frustración en las operaciones instituyentes de la subjetividad, y no a la castración freudiana. Esa función de Otro simbólico, que quien está en posición de función materna ejerce para ingresar al bebe a la estructura, resulta importante para entender que el nudo (1) se va trenzando, se va tejiendo, según el avatar del ejercicio de esa función. El nudo no viene dado, el hijo no hereda la estructura de la madre, sino que es algo que depende de la dialéctica sujeto – Otro y la constitución de los registros.

El primer ingreso a la estructura se puede hacer porque quién está en posición de función materna, a partir del pasaje por su propio Edipo, ha ceñido su agujero central, ha significado su falta como fálica convocando a un niño a suturarla, según la precisa ecuación de Freud Niño=Falo. Eso es lo que permite cumplir su función simbólica, es decir de presencia – ausencia, y se ejerce en lo que Lacan llama primer triángulo imaginario, que es lo que permite la primer entrada a la estructura, y está en relación a lo preedípico en la madre, o sea que es anterior a la operatoria del Padre Real (2) agente de la castración, es decir que cuenta la operatoria del padre en la madre: se trata de lo real de lo simbólico, así entra el niño en el campo imaginario, suturando esta falta. Esta función inicial de la función paterna no pasa todavía por la diferencia sexual. Es decir que el niño entra como sutura de la falta fálica de la madre-cocodrilo que lo apetece, pero como opera en ella el Nombre del Padre, ese apetito no es de engullimiento sino que hace un viraje y es el niño el que incorpora, traga, al padre muerto, el falo simbólico (3) . El niño ecuaciona así con el falo, significante puro. Esta es la entrada al primer triángulo imaginario donde se trata de Madre – Falo – Niño. (En triángulo punteado punteado)

De la sutura a la división del Otro: la entrada del padre real

En la relectura que hace Lacan de Freud, en el Seminario 4 hay una serie de preguntas que resultan importantes para situar la problemática intrínseca a la constitución subjetiva y la articulación simbólico-imaginario-real.

…”diremos que el niño como real simboliza la imagen… el niño como real ocupa para la madre la función simbólica de su necesidad imaginaria –están los tres términos”…. Es decir que si ocupa la función simbólica de su necesidad imaginaria, es que simboliza el falo pero no lo es más que en tanto imaginario.

…”en qué momento y cómo puede ser introducido el niño directamente en la estructura simbólico-imaginaria-real, tal como se produce para la madre”… o sea, que una cosa es que la madre tenga su nudo y otra cosa es que el niño se introduzca en la estructura SRI

…“¿en qué momento puede el niño, en cierta medida, sentirse él mismo desposeído de algo que exige de su madre, al darse cuenta que lo amado no es él sino cierta imagen?” En qué momento el niño descubre que la madre más allá de él ama una imagen, que es distinto a eso a lo cual se identificó, pero más aún, que eso que exige de su madre ella tampoco lo tiene.

… “Esta imagen fálica, el niño la capta en él, y ahí interviene lo que es propiamente la relación narcisista…. ¿cómo se inscribe entonces el reconocimiento de ese tercer término imaginario que es el falo para la madre? Más aún, la noción de que a la madre le falta ese falo, que ella misma es deseante, no sólo de algo distinto de él sino simplemente deseante, es decir, que algo hace mella en su potencia, será pues para el sujeto lo más decisivo(4).

Es decisivo entonces el momento en que el niño descubre no sólo que él no es el falo sino, el momento en que descubre la barradura en el Otro, o sea que la madre misma es desposeída de ese objeto que desea porque le falta y que simbolizó en el niño.
Me parece que Lacan se plantea una serie de preguntas bastante claras, que van marcando operaciones necesarias para el trenzado de la realidad psíquica.

Retomemos el Estadio del espejo , según el esquema completo que Lacan trabaja en el Seminario 10


El estadio del espejo permite al sujeto localizar el valor fálico en la imagen y deducir el objeto a, aislarlo de la dialéctica con el Otro.
Lacan comienza plateando dos ejes perpendiculares, el horizontal es lo imaginario y la línea perpendicular lo simbólico, el lugar del Otro. El sombreado del lado izquierdo del esquema figura un espejo cóncavo, frente a él hay una caja cuyo interior tiene pegado un jarrón invertido, y por efecto de una serie de reflexiones de la óptica se forma sobre la caja una imagen real de ese jarrón que está escondido, que capta en su cuello un ramillete de flores que está apoyado sobre la caja. En el jarrón, objeto real que está inaccesible a la percepción, Lacan va a ubicar el soma, el cuerpo biológico, el cuerpo que está perdido y del cual sólo podemos tener una representación (5). Por una serie de reflexiones de haces de luces, se forma una imagen real de un objeto real al cual no tenemos acceso y que esto representa el cuerpo como vasija, es decir al estar vaciado de la referencia biológica esta imagen entonces no sólo tiene un vacío central, sino que también tiene agujeros y de ellos salen las rotantes pulsionales, representadas por las flores, por eso ahí pone a, queson los objetos pulsionales: oral, anal, esópico e invocante.
A esta imagen real la llama i(a), es el cuerpo pulsional, el narcisismo original, el cuerpo feteado de la pulsión, por eso dice que es el sujeto acéfalo de la pulsión, es una imagen de la que el sujeto no tiene idea. El acceso a esta imagen sólo es posible por el investimento especular, función que sostiene el Otro que es fundamental para regular la relación imaginaria. El investimento especular implica que el Otro hace una función de espejo plano –A en el esquema- y que sobre él se refleja una imagen virtual que escribe i’(a).

Una imagen virtual es una imagen de una imagen real a la que no tenemos acceso, puede ser el arco Iris, que en sí no existe en el espacio, lo que nosotros vemos son gotitas de agua atravesadas por los rayos de luz que por descomposición forman el Arco Iris, es una imagen real que si nosotros la filmamos o sacamos una foto capturamos en una imagen virtual pero de un objeto que no existe como tal. Esta es una primera captación imaginaria, una primer idea que el niño puede tener de cuerpo unificado, que es pasible de ser libidinizado si el Otro se presta a sostener la función simbólica que identifica que esa imagen del niño es lo que lo completa. Pero dice Lacan que no todo el investimento especular pasa del otro lado del espejo, que hay algo que queda profundamente investido a nivel del cuerpo propio, que hay algo que no pasa. Así como en este mismo seminario hizo el cuadro de la división del sujeto (6), operatoria simbólica de ingreso al campo del Otro, que arroja un resto que escribe a, hay un resto, también hay algo que se pierde en esta primera captación imaginaria, no todo el investimento especular pasa del lado del espejo plano. Lo que no pasa son los objetos pulsionales, no son especularizables, las flores no son visibles en el espejo.  Entonces Lacan simplifica el esquema:
 -Ꝕ en el espejo plano es reserva operatoria, reserva libidinal a cuenta del sujeto. A ese cuerpo inaccesible, oculto en la caja, que es también lo no especularizable lo escribe menos phi, en todo lo que es localización imaginaria es el falo aparece pero bajo la forma de una falta (7).

La reserva operatoria queda cortada del espejo plano, ubicada del lado de la imagen virtual i’(a) como hueco en la imagen, como falta en lo imaginario. Esto necesita la autentificación o el asentimiento por parte del Otro de que hay un resto a cuenta del sujeto. Entonces dice Lacan que tan importante como captarse en la imagen, es el movimiento que hace el niño de girar la cabeza para mirarse en los ojos de la madre, para captarse ahí, yo digo que lo eficaz es captarse en el brillo de la mirada de la madre. No es lo mismo una madre que mira con brillo en la mirada, que una madre que mira con mirada triste o que no depone la mirada. Es la posición del Otro la que determina como se ve esa imagen, si se ve un pobre florero vacío o unas deslucidas flores (8).

Esta función del hueco en la imagen es fundamental porque es la que le da prestigio, agálma, y sólo es posible si quién está posición de función materna no reclama ver ahí el entero del cuerpo del chico, que no exija ver todo. Esto es uno de los nombres del padre a los que se refiere Lacan cuando habla de los Nombre-del-Padre, y ya no de El Nombre del Padre, y es el de inhibición (9). Es esa función que le permite a la madre mirar a la vez que dar lugar a algo que queda invisibilizado, hablar pero hablar con intervalos, haciendo también lugar en lo imaginario a la función presencia-ausencia del Otro. La madre se tiene que inhibir de exigirle al niño que esté aplastado contra el espejo, dejando reserva libidinal operatoria a cuenta del niño.

Si una madre se pone en función de no permitir juego con el objeto del lado del niño, por ejemplo con el objeto oral, y lo que ve en i’(a) lo sancionara por ejemplo “¡asqueroso!” porque se chupa el pie, o “¡sucio!” porque juguetea un poco con la papilla, es una madre que no da lugar a lo propio del niño, su real, que da atractivo a la imagen, lo que la agalmátiza. Que haya ese -Ꝕ, ese hueco, es lo que permite al niño poder armar juego para si mismo –subrayo armar si mismo- con los propios agujeros y objetos pulsionales, porque esto cuenta con el asentimiento por parte del Otro.

Es decir que con ese resto, con lo que no entra en la imagen en el espejo, se le da un lugar, se integra, en la imagen lo que había quedado caído en el trenzado del cuerpo y lo simbólico con la función del falo. Se le da lugar en la imagen, se reintegra a la imagen especular el a, lo que de ella carece, entonces el a pasa a ser lo que le falta a la imagen. La madre tiene que darle al chico esta posibilidad de jugar a dos puntas: con sus propios objetos pulsionales y además jugar con el yo, que es la imagen que le devuelve el Otro. Esta es otra función del Otro además de la simbólica de presencia-ausencia, de ausentamiento, porque una madre muy engullidora, que le está todo el tiempo encima, no le permite ese juego que hace que la imagen no tenga un calce perfecto. Es lo que va permitiendo que el chico teja, haciendo juego en la falta del Otro, lo real.
Hasta acá estamos en el primer triángulo imaginario o campo preedípico, del lado del niño, donde lo que todavía cuenta es el padre operando en la madre, el que hace que el niño se acomode a las fauces del Otro materno pero que no se lo trague, que esté en función este nombre del padre que es la inhibición. Es decir que si bien tiene que apetecer y colocar al niño en sus fauces, es también el que tiene que impedir que se lo quiera tragar. Se pueden decir muchas cosas con las palabras de la oralidad, eso es el significante que libidiniza: me lo quiero comer, que bombón, es un dulce, pero eso no quiere decir que se tenga derecho a engullir al niño.

En esa hiancia que la madre ofrece con su ausencia, aparece para el niño la posibilidad de formar su propio triángulo edípico, en la medida que pueda aparecer también el padre del niño, el varón de la madre. Para no ser hegemónica en estos tiempos, quiero aclarar que cuando uno dice el varón de la madre, estamos hablando de que no necesariamente tiene que ser un señor el que cumple esta función, sino que sería el otro de la diferencia sexual en la madre. Sería la razón erótica de la ausencia de la madre, es decir que esa ausencia de la madre para el chico también tiene que quedar marcada por la presencia de un otro que se hace cargo de su goce sexual, esto implica que ejerce o marca la función deseante del Otro también. Por eso no necesariamente tiene que ser el padre en tanto que un hombre, puede tratarse de parejas homosexuales. Lo pienso como otro que marque la diferencia generacional, otro par de quién ejerce la función materna que se haga cargo de ese goce, que decía recién que está inhibido de ejercerse sobre el niño, por la operatoria del padre de la madre. Es decir que ese goce inhibido de tragar todo al chico, tiene que quedar también enlazado a con un deseo que incluya la diferencia en relación a otro de la misma generación. Lo digo de esta manera -quizás para sacarlo de la cuestión de que tienen que ser parejas heterosexuales- es quien toma a su cargo el goce de la madre y pone en juego ahí algo del orden de la diferencia sexual que es también diferencia generacional.

Entonces si el niño queda desalojado de ese lugar de representar un objeto de goce fálico para la madre, es al introducir ahí la cuestión de la sexualidad como diferencia. Bajo estas condiciones el niño puede leer, empezar al leer el trazo que se repite en las demandas de la madre y empieza a deducir de la repetición de las demandas de la madre, un trazo, que dice Lacan es un trazo único, que esto es posible si el niño está relevado de tener que completarla en su goce, si hay un juego que hace esa diferencia. Esta lectura del trazo en las demandas de la madre es posible gracias al enlace amoroso, a que el niño ha hecho su ingreso a la estructura significado por el amor, es lo que permite escribir esa falta en la imagen, que es lo que le da el agalma a la imagen.

Si antes el chico estaba suturando la falta del Otro, ahí empieza a contar la significación fálica como división del Otro, si esto no pasa el chico tiende a fijarse en una posición de niño-falo suturante de la falta de la madre y queda fetichizado. En ese caso el deseo de la madre no queda enigmatizado, significado por el nombre del padre, sino que el deseo de la madre es puro capricho, si no encuentra el chico una marca fálica que venga del lado del padre, que regule su deseo y que le permita leer ese sentido que le viene del Otro. En el Seminario 4 Lacan trabaja rigurosamente con las fobias infantiles como recursos del sujeto para poner algo que haga las veces de separador del Otro, el animal fobígeno cobra su eficacia cuando frente al encuentro con la falta en el Otro no se cuenta con el padre real. La fobia, que liga la angustia al animal como un recurso con el que el chico puede separarse del Otro; también Lacan trabaja mucho el fetiche, un objeto o el niño mismo, como renegación del descubrimiento de la falta en el Otro. Ambos serían consecuencias subjetivas en el caso de que no contemos con el ingreso del padre separador agente de la castración, es decir, padre real.

Cuando el chico tiene la posibilidad de contar con la función del padre real y puede empezar a deducir el trazo del campo del Otro, puede enigmatizarlo e interrogarlo y romper el sentido que le viene del Otro y darse respuestas propias.

Vamos al nudo
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Lacan dice que la entrada del padre real ingresa la significación fálica para el niño abriendo la cuerda de lo real, escribe ф, permitiendo que quede el niño liberado de tener que ocupar el lleno de la falta fálica del Otro. A su vez en la apertura de la cuerda de lo imaginario, donde anota el cuerpo, pone en -Ꝕ, hace que lo imaginario muestre su real propio. J(ф) es el goce fálico, si el chico queda totalmente tomado en esta zona de intersección entre lo simbólico y lo real, sin haber podido hacer ingresar ahí la escritura del borde del agujero, eso es angustiante para el chico, esa cuerda de -Ꝕ abierta es lo que muestra claramente la marca que descompleta el campo del J(ф), al quedar abierta hace que el niño cuente con un real propio. Depende de la prevalencia para el niño desde el lado del Otro de la significación del falo, en cambio si el niño queda como prenda de su goce fálico, se le cierran las puertas de la eficacia del padre edípico, en cuanto a quitarlo del fondo del espejo. Es decir la función del padre edípico es quitar al niño del fondo del espejo, porque del lado del niño no sólo está la cuestión del goce fálico sino la cuestión de la significación fálica, o sea que el falo es algo más que el niño que sutura la falta de la madre. Esta función del lado del padre Lacan la llama Padre Real que es aquel que pude investir a su mujer como causa de su deseo, la aiza, y no sólo como madre. Es una función del padre marcar con su goce sexual sobre la madre al colocar en ella su objeto a, causa de su deseo, habilita al niño la disponibilidad de su propio a para investir otras pantallas imaginarias.

El imaginario normativo está descompleto por el a que le hace agujero, un agujero específico escrito por la letra -Ꝕ, que pusimos en la apertura de la cuerda de lo imaginario, que le asegura al sujeto no ser todo un objeto del Otro. Dibuja el borde imaginario del objeto a, es decir escribe uno de los bordes del agujero de triple encaje donde anotamos el a, así se va escriturando ese vacío central. De no suceder esto, ese ejercicio de goce sobre el chico, en tanto exigencia completud, de sutura, del lado del niño es vivido como goce del Otro J(A), el -Ꝕ lo descompleta. El agujero alrededor de la cuerda imaginaria que permite un trenzado del borromeo del lado el chico, produce el paso de lo especular a lo imaginario. Se sale de lo especular y se pasa a contar con un imaginario propio y con un cuerpo propio. Que uno tenga esa reserva operatoria que hace que uno no sea objeto del Otro y que cada vez que uno siente que puede quedar engullido por algo que se presenta como avance del Otro que te va a gozar, aparece la angustia que implica la capacidad de restarse, de sustracción, de ese lugar.

Al quedar el objeto liberado de ese pegoteo con el yo, va a poder pasar a hacerse núcleo vivo pudiendo colocarse detrás de otras pantallas y no sólo la imagen que provee el Otro. La función del padre real mismo abre el abanico a la diversidad de pantallas al fijar, fundacionalmente, la imagen de su mujer como albergue del objeto, al hacer de su mujer la causa de su deseo. El falo pasa del orden de ser al orden de la función, se estabiliza en su función de significación que apunta al vacío.

La libertad de estar atrapados en lo imaginario

Quiero volver al esquema óptico para ubicar la rotación del espejo plano de 90°. Decíamos que el investimento especular hace que la libido se coloque en el fondo del espejo que sostiene el Otro, la función del padre real la desbloquea porque opera separando y liberando la libido del chico de tener que estar completando a la madre, suturando su falta, eso que Freud llamó His Majesty the Baby. Al entrar en función el padre real, que se hace cargo del goce sexual, libera al chico de quedar captado por entero en esta imagen y libido se vuelca de nuevo sobre el cuerpo vasija del lado de la imagen real, i(a), constituyendo como una suerte de doble cuerpo. Ahora esa vasija, la imagen real, aloja en su interior la libido narcisista que liberada de la imagen virtual.

Al operarse esta rotación y dejarse de reflejar, la imagen del sujeto ya no depende de la necesidad del reconocimiento permanente del Otro, es decir que si el hipotético sujeto del que estamos hablando tiene la suerte de poder contar con el padre edípico, el padre real que coloca el objeto como causa de su deseo en quien cumple la función materna, entonces la madre no es toda madre y libera también al chico del fondo del espejo, posibilitándole contare con un narcisismo que no dependa del reconocimiento del Otro, porque se lo puede incorporar como una subelemento del cuerpo real (10). No se trata solo de que el padre prohíba, que opere la función corte como agente de la castración, sino que legitime y habilite, prescribiéndolo, el narcisismo pos especular y otros goces que serán exogámicos. Esto hace a una primera posición del narcisismo no especular, no dependiendo de las imágenes especulares. Cuando sucede que no se puede producir esta rotación del espejo, son frecuentes las relaciones de duetos, las pareja que sostiene inseparables, que tienen la permanente necesidad del reconociendo del uno del otro. Si bien los neuróticos permanentemente estamos buscando pequeños reconocimientos, no necesitamos que haya otro que nos garantice todo el tiempo ese reconocimiento.

Este armado o trenzado es lo que Lacan dice que hace irreventable al nudo del neurótico, porque arma una estructura e doble agujero, el toro imaginario trenzado con lo simbólico y lo real que hace que el cuerpo sea irreventable. Esto a la vez que estabiliza narcisísticamente porque deja de hacernos dependientes del reconocimiento permanente del Otro, nos condena felizmente a lo que Lacan llama la Debilidad Mental.
La debilidad mental implica que estamos atrapados en un imaginario que nos hace dependientes del sentido. Que estamos atrapados en lo imaginario quiere decir que dependemos de la buena forma, que si nos explican algo teóricamente, necesitamos el soporte del ejemplo, no podemos aprender con meras fórmulas, abstracciones, el saber de la falta no se pasa con abstracciones, la falta se inscribe y se anota con operatorias que pasan por el cuerpo. Al producirse operaciones liberadoras del cuerpo de la relación con el Otro, porque esta implica que el niño está capturado en una relación con el goce del Otro, hay efectos sobre el cuerpo del niño y por ejemplo puede entonces comer solito, controlar esfínteres, quedarse a dormir en otra casa, puede separarse realmente de la madre. Al nudo cada uno lo trenza, no se lo tiene porque se hereda o transmite en tanto tal, tampoco porque se lo estudie, cada uno lo trenzó con sus fallas y correcciones en la relación con el Otro primordial y la regulación de sus goces y donde hay fallas de estas operatorias por podemos ir al analista.

Notas

(1) Se trata del Nudo Borromeo, estructura del sujeto, según lo trabaja J. Lacan en el seminario 22: RSI.

(2) Sea quien sea que cumpla esa función: el que se nombra padre del niño puede ser varón o mujer o quién tome a su cargo el relevo del goce sexual de quién cumple la función materna, según como lo traba Lacan en la clase 4 del Seminario RSI.

(3) Se puede consultar el Seminario 5. Cap. La Metáfora Paterna.

(4) J. Lacan. Seminario 4. La Relación de Objeto. Paidos. Pag. 73 (las negritas son mías)

(5) Retomamos aquí lo introducido en el artículo La tópica de lo imaginario en RSI 1° parte publicado en Fort Da N 14 Noviembre 2020.

(6) En el Seminario 22 Lacan dice que del organismo sólo podemos tener una representación, no tenemos una acceso directo a él.

(7) J. Lacan. Seminario 10 La Angustia. Paidos. Pag. 36

(8) Se puede seguir esto en op. Cit. Cap. III y IV

(9) De esa manera lo figura Lacan en su introducción del esquema en el Seminario 1 Los Escritos Técnicos de Freud.

(10) J. Lacan. Seminario 22 RSI

(11) Se puede consultar el libro de Silvia amigo, Clínicas del cuerpo. Homo Sapiens ediciones 2007

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