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Número 14 - Noviembre 2020
Hamlet, un adolescente contemporáneo
Guillermo Adrián López


La hipótesis de este trabajo es que Hamlet puede pensarse como un adolescente, o un joven que posterga su entrada en la adultez. Me sostengo para hacer esta afirmación en Jacques Alain Miller, en su texto Hamlet o la desesperación y la libertad afirma: “La infancia y la inocencia solo tienen un tiempo, que no dura. Hamlet conoció la felicidad y la alegría. Su padre, rey y su madre, reina, vivían en un amor perfecto (…) Hamlet fue el Principito de las fábulas, un principito cuya infancia se prolongó hasta la treintena.” (1)

El jovenes tratado como un príncipe, sin ser confrontado por los adultos a actuar en la vida, pudiendo pasarse largos años estudiando vinculado solo a su banda adolescente, sin tomar una posición de responsabilidad en el amor, en el trabajo, o en una profesión.

Hamlet sirve para pensar la adolescencia contemporánea, en los términos que Miller plantea en su texto En dirección a la adolescencia (2) allí toma la tesis de Robert Epstein: El caso contra la adolescencia (3). Este autor plantea que la sociedad contemporánea les impide a los jóvenes actuar como adultos, el mundo digital los aísla en lazos entre ellos muchas veces virtuales. Afirma que en la historia de la humanidad los adolescentes fueron tomados como adultos, se lo empujaba a actuar como tales. Esta tesis es válida -a mi entender-, para las clases más desfavorecidas de la sociedad de antaño, no para la nobleza o la realeza como es el caso de la ficción de Hamlet. Hamlet pone en juego un modo de crear la experiencia adolescente que no parece ser tan nueva, y que hoy se ha generalizado a casi todos los hogares de la sociedad capitalista.

Frente a las encrucijadas del despertar sexual y del encuentro con el Otro sexo, los jóvenes de la era digital postergan lo más posible cualquier asunción de “una” posición subjetiva, en virtud de las diversas oportunidades de goce que puedan llegar a perderse. La adolescencia se ha transformado en un tiempo para comprender que nunca parece alcanzar su punto de capitón.

En un trabajo reciente (4) planteaba la hipótesis de que la consecuencia del hundimiento del NP es la vacilación cada vez más generalizada del fantasma en los adolescentes. La perpetuación de la adolescencia hoy, está vinculada a la dificultad de los jóvenes de contar con fantasmas consistentes que les sirvan de orientación. Frente al no hay relación sexual, los jóvenes no necesitan crear sus propios fantasmas singulares, los toman ya armados de sus conexiones en red, el costo de ello es la desconexión al inconsciente.

Hamlet, la vacilación del fantasma

En el Seminario 6, Lacan plantea que el lugar en donde se localizará el deseo es el fantasma, brindándole su nivel de acomodación (5). Es intentando encontrar una respuesta a la pregunta por el: Che vuoi? que Lacan va a entrar en el análisis de Hamlet ¿ser o no ser, qué soy para el deseo del Otro? Allí afirma: “hay algo que no anda en el deseo de Hamlet” (6) lo que no anda es el fantasma, vacila y no le permite situarse como sujeto deseante.

¿Qué lo saca al joven del lugar de principito amado? Algo se precipita con el asesinato de su padre y el casamiento de su madre, aparece una dimensión de su madre insospechada, el no-todo femenino. El choque con el goce materno lo deja en el enigma: ¿qué fue el padre como hombre para esta mujer? ¿qué lugar puede tener él como hombre en el deseo de una mujer? A partir de allí surge la vacilación del fantasma, que Lacan ubica frente a su amada Ofelia. Lacan dice: “esta observación revela en Hamlet (…) una forma de distancia (…) una vacilación en presencia de lo que hasta entonces ha sido el objeto de exaltación suprema (…)  Esto nos da la el primer tiempo de la relación con el objeto, que es, si cabe decirlo de estrangement (…) Un fenómeno semejante tiene lugar en la medida en que algo vacila en el fantasma y hace aparecer sus componentes.” (7)

Detrás del velo de la escena dramática se puede pesquisar que no solamente lo que se procastina es un acto ligado a vengar el Ideal paterno, sino también se posterga todo acto que implique el encuentro con el Otro sexo.
¿Qué nos enseña Hamlet respecto a la orientación a lo real del tratamiento con adolescentes hoy? ¿qué nos enseña respecto a la postergación de la adolescencia? Hamlet es un bricoleur, realiza un autotramiento y una reconstrucción de su fantasma vacilante.

Hamlet adolescente bricoleur

Por diferentes vías y de un modo bastante torpe como lo hace cualquier joven en solitario, intenta rectificar la orientación de su deseo. Este tratamiento lo hace al modo de un bricoleur de un artesano que va reconstruyendo, rearmando las piezas que ya tiene un tanto sueltas, piezas del fantasma sexual infantil que hay que readecuar a la nueva situación.

De la lectura del Seminario 6 se desprenden cinco tiempos que son los lapsos que van de la vacilación a la rectificación del fantasma y con él la rectificación del deseo, son: 1) Irrupción del deseo voraz de la madre; 2) extrañamiento de Ofelia y vacilación del fantasma; 3) Escena sobre la escena (ajuste imaginario), 4) confrontación con el deseo materno -intento fallido de ponerle límite a su voracidad- y 5) rectificación del fantasma, rectificación del deseo en la escena del Cementerio. Me voy a detener en los últimos tres tiempos, dado que los otros dos ya fueron comentados.

Escena sobre la escena.  Hamlet monta una escena sobre la escena, invita a una serie de actores para que interpreten el asesinato incestuoso en las narices de los reyes. ¿es para los reyes que monta esa escena? ¿o es para él mismo? Hamlet trata por la vía de la imagen, monta en la escena del teatro un espejo a través del que pueda reflejarse. Hoy en día los adolescentes tienen algunos recursos tecnológicos más sofisticados para erigir sus espejos pero no dejan de tener la misma función, dar cuerpo en imagen al acto (criminal) que se proponen realizar. La intención de este montaje es usar esta entelequia como un recurso para salir de la inhibición y la postergación del acto en la que se encuentra(n). Con dicha escena lo que busca producir es un doble como i´(a). Este artilugio falla en cuanto a poder sacarlo de su vacilación.

Confrontación con el deseo materno. Hamlet enfrenta a su madre exigiéndole que detenga su deseo sin freno, apelando de un modo firme a la ley pero sobretodo a la dignidad. Es tal el modo en que se dirige a ella, vociferante, que la madre está al borde de dividirse. Hamlet está fuera de sí, es tan así que al moverse Polonio -que estaba escondido detrás de las cortinas para proteger a la reina- le clava su espada, matándolo.
Sin embargo en ese momento aparece nuevamente el ghost de su padre (8), y cuando se esperaría que lo acompañe en su decisión de poner límite al goce materno, aparece para protegerla. El padre no priva, no desarticula el goce materno, mas bien es su cómplice. Es interesante detenerse en el lugar del padre, que invita a la venganza contra su asesino pero a la vez mantiene a su mujer, en la inocencia de un goce que lo desborda, esto horroriza a Hamlet. Es por ello que el deseo voraz de la madre triunfa, la apelación del joven, su intento de defender su posición deseante desfallece, cae abruptamente, frente a la voracidad materna (9).

Rectificación del fantasma Lacan ubica que el deseo de Hamlet se rectifica en la escena del cementerio, en el entierro de Ofelia, luego de su suicidio. Es recién en esta escena, en que se devela la verdadera edad del joven: 30 años. ¿Por qué aparece ese dato enigmático recién cuando la pieza está por terminar? Es como si el joven creciera de golpe en esta escena, ya que algo lo mueve a actuar.

Hamlet allí, se indigna ante el intenso penar de Laertes saltando al agujero de la tumba junto a él y el cadáver, comenzando una pelea intensa. Pero ¿qué es lo que hace que se produzca esta transformación en el joven, pasar de rechazar a Ofelia a tratarla nuevamente como un objeto preciado? Ofelia pasa a ser un objeto perdido, imposible y por ello vuelve a ser un objeto de deseo. ¿Qué rectifica al objeto en su lugar, posibilitando una rectificación del fantasma?
Será recién a la altura del Seminario 10 que Lacan introduce al objeto a, como pieza suelta como objeto resto y no ya en términos imaginarios, será ello lo que le permitirá descifrar la escena del cementerio (10).
Hamlet no monta esta escena, como hizo con la play scene se sirve de este escenario contingente, no ya para encontrar una identificación a un doble como i’ (a) imagen que le de cuerpo a algo de si mismo; sino una identificación al objeto a, como objeto perdido. Lacan afirma en el Seminario 10: “Aparte de ese eco, les había mostrado todo el alcance de una identificación de Hamlet cuya naturaleza es completamente distinta. Es lo que llamé la identificación con Ofelia (…) Vemos como en ese punto interviene al desnudo aquella identificación con el objeto que Freud nos designa como el mecanismo fundamental de la función del duelo”. (11)

¿Qué posibilita esa identificación al objeto a, en tanto resto? El duelo pone en juego que es necesario un pasaje por la pérdida en tanto falta, vacío simbólico, para que el sujeto pueda instalarse como objeto causa de deseo del Otro. Es necesario cavar la fosa de un hueco en el sujeto para que el objeto a pueda advenir dignamente allí.

Hamlet, permite pensar qué hace que un sujeto permanezca en una adolescencia perpetua, y las dificultades para salir de ella. Un joven que no cuenta con el padre como orientación simbólica frente a lo que lo causa, y que se las arregla con dificultades con lo que tiene más a mano, su fantasma vacilante.

Los adolescentes no salen de la postergación de una eterna juventud por la vía de identificarse al falo, el falo no brinda la clave de salida. La contraseña para salir no es tampoco el objeto en su investidura de imagen i’(a). La vía para salir la otorga la identificación al objeto perdido, objeto a como designación del lugar de un vacío. Pero para ello es necesario un paso previo, que opere la falta simbólica,  -https://www.sauval.com/articulos/fi.gif

Tal vez es necesario que el adolescente realice un trabajo de bricoleur y pase por todos esos lugares para poder llegar a ser un sujeto que se haga artífice de su propio acto. No hay que olvidar que Hamlet para ello paga con su propia vida, el psicoanálisis es una vía no tan feroz, para que los jóvenes puedan hacer la experiencia de localizar en alguna medida que objeto causa de deseo fueron para el Otro.  Sólo en la medida en que experimenten esa pérdida, la de que fueron como objeto para sus Otros significativos es que podrán forjar su destino y llevar a adelante actos de pleno derecho.

Notas

(1) Miller, J.-A. (1960) “Hamlet o la desesperación y la libertad”. En Un comienzo en la vida. De Sartre a Lacan, Editorial Síntesis, Madrid, 2003. p. 54.

(2) Miller, J.- A. (2015): “En dirección a la adolescencia”. Intervención de clausura de la 3º Jornada del Institut de l´Enfant “Interpretar al niño”. En Revista Registros, Tomo RojoazulJóvenes, Buenos Aires, Año 13, Marzo 2016,

(3) Epstein R. (2007) The case against adolescence. Rediscovering the adult in every teen, Quill Diver Books, California, USA, 2007.

(4) López. G. Adoles(seres). La orientación a lo real en la clínica psicoanalítica con adolescentes. Grama Ediciones. Buenos Aires. 2019. p. 56.

(5) Lacan, J. (1958-1959) El Seminario. Libro 6. El deseo y su interpretación, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 18.

(6) Ibídem, p. 270.

(7) Ibídem, p. 354.

(8) El ghost de su padre se le aparece por primera vez a Hamlet, para pedirle venganza por su asesinato.

(9) En muchos casos de púberes varones pudimos localizar los efectos desbastadores del Goce materno sobre el fantasma endeble del joven. En casos de adolescentes mujeres los mismos efectos como consecuencia de la obscenidad del padre.

(10) Lacan, J. (1962-1963) El Seminario. Libro 10. La angustia, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 54.

(11) Ibídem, p. 45.

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