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Número 14 - Noviembre 2020
Una lectura de "Más allá del principio de placer".
La invención del Otro en la infancia

Silvina Galloro


La práctica clínica con niños nos introduce en la compleja relación entre los tiempos cronológicos del desarrollo del individuo y los tiempos lógicos de la constitución del sujeto del inconsciente. La lectura de Más allá del principio de placer nos permite realizar un enlace posible entre ellos e introducir también sus diferencias.

Al comenzar el texto en la edición de Amorrortu, en la nota introductoria James Strachey refiere que podemos encontrar de manera implícita la re lectura que Freud realiza de su “Proyecto de psicología” escrito veinticinco años antes.
Siguiendo los pasos freudianos propongo acercarnos a ese tiempo ¨mítico¨, descripto en el Proyecto, del primer encuentro del niño con un otro:

El organismo humano es al comienzo incapaz de llevar a cabo la acción específica. Esta sobreviene mediante auxilio ajeno: por la descarga sobre el camino de la alteración interior, un individuo experimentado advierte el estado del niño. Esta vía de descarga cobra así la función secundaria, importante en extremo del entendimiento (o comunicación), y el inicial desvalimiento del ser humano es la fuente primordial de todos los motivos morales. (Freud, Proyecto de Psicología (1895), 1994. Pág. 363)

De este modo Freud describe el encuentro del bebé con quien lo auxiliará en los inicios de su vida. Es interesante resaltar que esta experiencia será la base de la vivencia de satisfacción y en ese pasaje inevitable por la lectura que el asistente realice, es que se produce la posibilidad de la comunicación.

En la vida cotidiana podríamos acercarnos a esta experiencia de lo que sucede cuando un bebe llora. Muchas veces quien lo cuida oye este llanto como un llamado, otras veces como un capricho inatendible. Cuando se responde al llamado la respuesta puede ser univoca (solo llora cuando tiene hambre) o presentar distinciones que exceden el campo de la necesidad (quiere mimos).

No se trata de reducir la complejidad que este momento envuelve, sino de acercarnos a una lectura posible de aquello que escuchamos en los análisis de quien oficia el maternaje en esos primeros tiempos de un recién nacido. Otras veces, es en los análisis de niños pequeños que lo construimos (en las entrevistas a padres) a partir de diversas presentaciones del  padecimiento que soportan.
Hasta aquí es inevitable referenciarnos a la cronología en el sentido que nombramos “recién nacido”. Se trata del desvalimiento inicial del ser humano que lo deposita “en manos de otro”. Estos tiempos “instituyentes” lo son en relación a la satisfacción de la necesidad desde el organismo y su “cuidado” pero también quedaran las huellas de ese encuentro primero con quien oficio de amparo.

Ese lugar del “auxiliar” concentra la puesta en juego de las funciones parentales y también la posibilidad del más allá de “esos” que le dan cuerpo a padre y madre.

Más allá del principio de placer

Freud en el capítulo II del texto de referencia nos habla del fort da como ese “primer juego, auto creado” del niño que él observa. Aquí el niño aparece en posición activa a diferencia de aquel desvalido inicial. Es quien crea un juego, una actividad que lo hace “aparecer” en el sentido de dejarnos saber algo de él.  

Dice Freud que lo que produce esta creación infantil es “la renuncia a admitir sin protestas”, es decir, que el juego se pone en marcha a partir de un suceso que no le resulta indiferente. El niño “se resarcía, digamos, escenificando por sí mismo, con los objetos a su alcance”.

Así Freud nos brinda los fundamentos del juego infantil, en este caso nos detendremos en la escenificación lúdica como posibilidad de apertura al más allá de la “realidad”.
Frente a la situación de la partida de la madre el nieto de Freud crea un juego, introduce en una escena aquello que lo afecta. Sabemos por las consultas que recibimos a diario que muchos niños no pueden acceder a esto. Están los que lloran desconsoladamente abrazados a las piernas del que pretende partir, los que se quedan resignados, entristecidos y podríamos continuar con imágenes que no solo pertenece al ámbito clínico sino de la vida cotidiana. 
La posibilidad de la escenificación, “botando objetos en lugar de personas” produce una diferencia radical con la realidad. Procesar psíquicamente, se corresponde con la posibilidad de transformar, “convertir en objeto de recuerdo y elaboración anímica lo que en sí mismo es displacentero”. Este trabajo que el juego habilita va inventando al Otro como “campo”, palabra que Lacan nos ofrece y hace resonar la espacialidad. 

Un recorte clínico:

Ciro tiene tres años recién cumplidos, es derivado a tratamiento psicológico por el jardín al que concurre desde sala de dos años. La mamá cuenta que el niño tuvo dificultades –el año anterior- para adaptarse al jardín. Refiere que inicialmente se negaba a ingresar a la escuela, luego al aula y “se fue quedando” pero “haciendo la suya”.

La nota que envían del Jardín dice que el niño “deambula constantemente por la sala, habla en un idioma propio, no se junta con sus compañeros ni ha adquirido los hábitos de convivencia”.
Cuando concurre a nuestro encuentro por primera vez, me mira de una abertura que provoca entre las piernas de su madre. Lo llamo, me mira y rápidamente mira al piso. Ingresa al consultorio abrazado a un tren, empujado por los movimientos que la madre realiza con sus piernas. Le muestro los juguetes que tengo y agarra un auto rojo con la mano libre y lo pega a su cuerpo. Se va a la sala de espera y mete su cabeza debajo del brazo de la madre. Conversamos con la madre sobre cosas cotidianas y le digo a

Ciro que los espero la semana próxima, a él y al auto rojo.

Concurren y devuelve el auto a la caja de donde lo tomó. Los invito a él y a su tren a tomar el té. Sonríe y acepta respondiendo con sonidos apenas audibles. Le cuento la historia de un tren que ha recorrido todo el país, conocido las montañas y el mar y ha vivido múltiples aventuras. Escucha atentamente y luego de tomar el té de su tacita me pide más chocolatada. Le digo que me ayude a prepararla y busca que tetera puede tener la leche, elige una taza más grande y acompaña todo con su jerga.

Continuamos en nuestros encuentros siguientes del mismo modo, tomando la chocolatada mientras las historias del tren nos acompañan pero un día pasó que el león corría apurado y tiro las tazas. Ciro grita: “¡que enchastre!”

Y no contento con lo que había hecho, vuelve el león y esta vez corre más rápido y tira ¡todo! La tetera, la leche, el azúcar… Ciro salta riéndose y grita ¡uhhh que enchastreee! A partir de ahí se sucederán enchastres de distintas magnitudes. Un día Ciro se enoja mucho y echa al león. Lo arroja fuera del consultorio y cierra la puerta. Antes le dice: “te vas a quedar ahí, solo y a oscuras!” Aparece la Pitufina muy preocupada y triste porque se imagina que el león la está pasando mal. Ciro grita con firmeza: “se va a quedar ahí y se acabó”. La Pitufina no se da por vencida tan fácil y logra hacerlo volver pero el león vuelve a sus andadas y otra vez… afuera. Y así…

Luego el león ya no hacía más enchastres, solo había que echarlo y dejarlo solo cada vez más a oscuras. Los amigos que ya eran muchos e imploraban por el regreso del león. A Ciro le divertía conversar con cada uno y negar la vuelta del león. Por suerte, un tiempo después aparece Shangai, la víbora guardia cárcel que mantendrá al león en su prisión oscura permitiendo que todos los demás puedan jugar tranquilos. 

En el jardín Ciro comienza a jugar con sus compañeros y participar de las actividades grupales en el aula, particularmente de la hora de cuentos. Nosotros seguimos…

Este pequeño recorte nos permite ratificar aquello que Lacan señala en el seminario de “La angustia”, que en el Fort da “hay siempre un cierto vacío que preservar” (1)

Volver al texto Más allá del principio de placer -habiendo avanzado en el estudio de la obra lacaniana- nos permite introducirnos en ese entretejido que la infancia visibiliza entre la necesidad y la demanda. Planos que muchas veces pueden quedar comprimidos si el juego no está a disposición del niño. Por supuesto que aquí interviene la posibilidad de donación de los que rodean al niño y la consulta al analista muchas veces permite intervenir en la apuesta que el juego tenga lugar. 

Ese vacío que el juego instituye, cava y preserva gradualmente va diseñando los espacios del sujeto y el Otro que en la infancia se encuentran en estados nacientes. Para finalizar, otro modo de decirlo lo ofrece la poesía:

Pienso que cada instante
Sobrevivido al caminar
Y cada segundo de incertidumbre
Cada momento de no saber
Son la clave exacta de ese tejido
Que ando cargando bajo la piel
Así te protejo
Aquí sigues dentro

Natalia Lafourcade. Hasta la raíz

Bibliografía

Freud, S. (1993). Mas alla del principio de placer (1920). En S. Freud, Obras completas. Tomo XVIII (págs. 3-62). Buenos Aires: Amorrortu .
Freud, S. (1994). Proyecto de Psicología (1895). En S. Freud, Obras Completas. Tomo I (págs. 325-485). Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Lacan, J. (2009). El seminario de Jaques Lacan. Libro 10. La angustia 1962-1963 . Buenos Aires: Paidos.

Notas

(1)  (Lacan, 2009) p. 77

 

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