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Número 14 - Noviembre 2020
Hacerse de un nombre: la función dela nominación en la clínica con niños
Marité Ferrari

En el Seminario  “La identificación”, Lacan  introduce en las primeras clases la cuestión del nombre propio, temática que retomará en el Seminario “Problemas cruciales para el psicoanálisis”. En ambos casos discute las propuestas tanto de Russell- con su word for particular – como de  Gardiner- quien se ve obligado a introducir la variable psicológica- para intentar dar cuenta de este valor específico que  está en juego, para cada sujeto en esta cuestión del nombre propio. Y para esto elude la posible imaginarización que todo psicologismo conlleva, como la pura lógica de lo particular, intentando producir una formalización que pueda leer esto que se propone como nombre propio. Entonces introduce un peculiar valor del nombre propio, el de la posibilidad del desciframiento. Recorriendo la pregunta que hace posible la traducción de la escritura jeroglífica : si Cleopatra y Ptolomeo suenan igual, se dicen igual en todos los idiomas, esto es, los nombres propios se transponen tal como suenan , en su identidad fonemática, pero no se traducen, es a partir de esa transposición que se da lugar a una traducción , a un descifrado..

Entonces, es porque algo se traspone en su identidad- en su homofonía , en su materialidad sonora, pero también en el trazo con el que se escribe, que esto hace posible la traducción, responder a la pregunta de qué símbolo corresponde a qué   palabra.  Podríamos pensar que algo de la cuerda de lo real queda formulado mucho antes de que la escritura borromeica sea establecida, en esto de la transposición. El nombre propio  suena igual,  no representa  a, no sustituye,, no traduce, sólo indica. Escapa a las oposiciones fonemáticas propias de la lengua, esas que crean sentido a partir de la oposición y la diferencia. Entonces, hay algo más allá de la matriz imaginaria que puede leerse en el nombre propio, esa que apunta a pensar  el nombre desde la perspectiva de la identificación imaginaria, en términos de algún objeto a ofrecer a la  armadura fantasmática de ese Otro que nomina. Esto es la cuerda de real que interviene en el acto de la nominación. Leemos en el Seminario: “Que el nombre propio no se traduzca de un Lenguaje al otro no es un hecho contingente. Es allí donde nace la propiedad tan particular del Nombre Propio en la significación. Esto está hecho para hacernos interrogar sobre lo que hay de radical y originario en el inconsciente, en tanto el sujeto habla dirigiéndose a la cadena de los enunciados, pero en ese mismo hecho, en la enunciación, elide algo que es lo que no puede saber, el nombre de lo que él es en tanto sujeto de la enunciación. En el acto de la enunciación tenemos esta primera nominación latente, concebida como el primer núcleo significante, ese corazón hablante del sujeto que llamamos lo inconsciente”. Es decir, que nada más impropio que el nombre propio,  nada más indicativo de la alienación del sujeto,  consistente con la afirmación de que “el inconsciente es el olvido del nombre propio”, en este  tiempo la enseñanza de Lacan. Al sujeto le es dado ese nombre y  deberá escriturar algo de la pérdida del objeto que fue para el deseo del Otro- produciendo una marca en el lugar mismo de la pérdida, para hacerse representar como deseante. Al sujeto lo representa un significante, no el nombre. Recordemos: el significante representa al sujeto para otro significante. En este tiempo de la enseñanza de Lacan la cuestión del Nombre propio está ligada a situar la nominación como operación simbólica, que sin embargo, tiene un resto como real.. Lo  propio del sujeto será justamente su falta, esta pérdida del objeto que fue , y en cuyo lugar puede anotarse un uno, un trazo unario .El nombre propio no lo representa, desde la perspectiva del deseo inconsciente .Pero si lo amarra a alguna escena ficcional, porque hay un recibir un nombre que connota una posición sexuada. Ningún ser hablante, hable o no, deja de recibir un nombre .No se puede sin él
Lacan  va recorriendo en la enseñanza  un camino que lo va llevando a discutir  la cierta primacía de lo simbólico. En su última etapa de enseñanza, apela a los nudos, a los redondeles de cuerdas, anudados borromeicamente, donde no hay preeminencia de lo R sobre lo I .Entonces, ya en su seminario 21 retoma la cuestión del naming, esta operación que consiste en dar nombre propio.

Allí hace algo así como un chiste, y plantea Yo te bautizo, Real, en tanto tercera dimensión. Y completa, “Yo te bautizo real, porque si no existieras, habría que inventarte” Y aquí, desde luego aparece la pregunta por el nominador, el que da nombre, el que bautiza –¿el padre?

Es en este seminario, donde continua su disquisición alrededor de si hay un Nombre del Padre, o hay nombres del padre, implica un salir de la primacía de este padre nominador, que es aquel que recorta la religión cristiana, que el va a decir aquí que es la religión verdadera, porque ubica esta necesidad de situar a Dios, un Padre, que da nombre a todos.
Hay, para cada sujeto, alguien que le dio nombre, que pensó en un nombre para él.

Es interesante pensar cómo se piensa en nombrar a un hijo en acuerdo con el cuerpo anatómico. Se piensa en nombre de mujeres o de varones. Hay en este acto nominante, ya, un tener que responder por la opacidad de goces que comporta la decisión sexuada, hay que decirse hombre o decirse mujer. Recibimos  un nombre femenino o masculino. Esta cuestión es escuchada por las actuales teorías de género, que tratan de quebrar este mandato del lenguaje, para el cual los nombres tienen género: o son femeninos o son masculino .Ellos pretenden hacer de la sexuación una decisión propia de cada quien, por lo cual habría que “inventar” nombres que no tuvieran género, que fueran neutros.¿ Es esto posible? ¿Se puede inventar un decir, para salirse de los “mandatos” del lenguaje  ?En esto estamos con el uso de letras impronunciables para salir del machismo genérico de la Lengua Española. ¿Hubo un Padre terrible, autor de esta lengua que hablamos, que estableció la supremacía de los varones sobre las mujeres, al establecer al masculino como genérico?. Es paradójico, pareciera que al tener que usarse una x, que es impronunciable, se estuviera diciendo de la imposibilidad de inventar una lengua .Pareciera que ser hablante implica ser marcado por una lengua que no podemos producir  Una lengua de la que habrá que apropiarse, una lalangue, ese modo de decir, no sin contar con las reglas gramaticales, que no implican la existencia de un Padre allí...Más que producir lenguaje, bien somos su producto, por la entrada en el cuerpo, que nos impone ante todo, un nombrarnos como sexuados. Sin saber muy bien qué decimos cuando nos decimos hombres o nos decimos mujeres. Si “inventamos” nombres neutros, esquivaremos esta imposición del lenguaje sobre los cuerpos anatómicos? O nos toparemos con lo impronunciable, lo indecible?

Siempre, como Ícaro, el sujeto humano intentó volar lo más cercanamente posible al sol, con el consiguiente costo de incendiarse. Sentir que podemos “inventar” una nueva lengua, que además hablen todos, suena como una apuesta de empoderamiento humano, frente a la tiranía del lenguaje. ¿Por pensar  que hay un padre nominante allí? Porque no se trata de crear una nueva lengua, cuestión que puede ser una creación literaria, como expresión propia del decir- caso Joyce-o bien un tratamiento de la lengua imposible de socializarse como en el caso del decir bizarro de la psicosis .Aquí se trata de una invención sobre el lenguaje a ser socializada. Volverse padre nominador, o nominante..Ser Dios?

El  trazo surge del objeto-  hipótesis con la  que Lacan conjetura  sobre el pasaje de la escritura  ideográfica, pura representación de imágenes, a la cuneiforme, donde la imagen se borra y queda como resto cierto trazo, a la fonemática, donde se pierde toda relación a la imagen- El trazo es resto del borramiento figurativo, resto que retiene algo propio del objeto: su unicidad. Unicidad que no es completud imaginaria- versión que el narcisismo tiene del uno, sino simple cuenta- propia de lo simbólico, uno, otro, otro. Cada uno anotando en el circuito de la repetición, la diferencia .Estos desarrollos nos llevan a pensar la importancia del nombre propio y su escritura para partir desde allí hacia el descubrimiento de la posibilidad de escribir.. Pedagogía que , en la actualidad , se despliega para el desarrollo de la lectoescritura.

Otro  aporte que ya plantea la cuestión de la letra, es la de pensar el trazo como propuesto de entrada a la lectura.  Está allí para ser leído.

Esto no nos deja para nada indiferentes a los que trabajamos en la clínica con niños, porque nos toca asistir, estar allí dispuestos a tener que descifrar, traducir, leer, esto que  se produce en el  juego en transferencia.

Se me ocurría pensar la cuestión del nombre propio,  en términos de los tres registros.
Pensado desde la perspectiva imaginaria, el nombre propio nos da cuenta de las ataduras del nombre a las encrucijadas del ideal, donde el sujeto viene a quedar alojado. A veces, ante el fracaso de la dimensión imaginaria el sujeto no puede verse  amable en el espejo, y el nombre no puede sostenerlos en términos de la significación fálica. Es el nombre “ que no dice nada , que no fue pensado, que no tiene valor”, que fue cualquiera, como fruto de un deseo anónimo…. O que podría tenerlo en exceso .Cuando pretende decirlo todo del sujeto . Atadura del sujeto a lo que el nombre significa. Por pertenecer al hermano muerto- el caso típico de Ernesto Sábato, cuya inclinación melancólica podría asociarse a esta contingencia. Por llamarse como el Rey de la Selva, y tener que ocupar siempre un lugar de poder y de ferocidad con el otro.

Dentro de la cuerda de lo simbólico, el nombre implica cierto amarre subjetivo, desde donde escribir un rasgo que será único como particular. Sin este amarre, este lugar desconocido pero que puede ser nombrable, no podría decirse nada .Alguien habla, toma la palabra, Podrá decir yo, descontándose de la serie de los otros, restándose como otro.. Se recibe un nombre del otro, se responde a la demanda del otro con ese nombre .Hay  un ser nombrado y un nombrarse. .Este nombre comporta una consecuencia para el hablante, presentarse como sexuado .Y, en este punto, puede representar un escollo fundamental para quien no se reconoce en esta posición, y debe cambiárselo. Hacerse de otro nombre. Que podría ser, el actual y popular Yo, princesa. Curiosa nominación que no produce un nombre cualquiera, no dice tampoco nena. Es lo mismo decir Yo, nena, que Yo, princesa? Hay una nena que ante todo es princesa, es decir que hay una referencia fálica en este nombrarse. ¿El falo de quien, para quién?

Lo real implica esa  opacidad de goce que siempre porta , como resto, todo acto nominante .Se da nombre a alguien, que se presume como hablante, por ser humano. Y se lo da en relación al cuerpo anatómico, sin contar con las vicisitudes de goce que , contingentemente, se desplegarán en este cuerpo.

Por otro lado, todo acto nominante se anuda a la eficacia de la pulsión invocante en la economía de goces del sujeto. El sujeto registra, reconoce, esos fonemas con el que el otro lo llama, lo convoca, y al hacerlo anuda a este decir el goce y el deseo que lo habitan, dirigido a él. Es un decir desde el cuerpo, con matices,  modulaciones, inflexiones. Por esto lo esencial que es haber podido quedar marcado en el cuerpo a través de la voz, por este particular grupo de fonemas, también de letras, que configuran ese nombre propio, que constituyen una sutura, un anclaje para sostener la multiplicidad de identificaciones, con las que se construye el semblante, para habitar la ficción fantasmática.

Hay un ser nombrado y un nombrarse, en el sentido de poder hacerse de un nombre .Y de poder hablar una lalangue, un decir anudado al goce, que no es, sino del cuerpo.
¿Qué digo con esto de hacerse de un nombre?. No se trata de ninguna veleidad narcisista en el sentido de la gala fastuosa que el nombre vendría a aportar dentro de la escena con el Otro No es el nombre artístico que conviene producir cambiando el de origen, para situar un mejor desempeño social. Sino de poder anudar este nombre a una posición activa respecto del deseo, para hacer algo con él, no sin él, no sin el amarre que el nombre produce en la escena ficcional con el otro..
En la clínica con niños, nos encontraremos con modos de intervención respecto de este trabajo de apropiación del nombre, en tiempos de constitución subjetiva. Sin tener aún el apremio de la decisión sexuada, sin embargo, las operaciones donde hay un presentarse con un nombre, responder a la demanda que algún Otro pudiera tener a partir de la elección de este nombre, están en juego.

Un caso.

El niño de seis años  no habla, no se dirige a nadie, juega solo.  No parece desplegar una demanda articulada que sostenga la transferencia, pero viene, con entusiasmo, según la mirada de los padres. No aparece interesado en la escritura, tampoco en el dibujo, hasta que un día pide lápiz y papel y escribe “Casese”. Cuando leo lo que el escribió en forma de pregunta, escribe abajo  “ cayeye”.Ahí le pido que sea él quien lea  lo que escribió, y dice: Cállese, yo no hablo en casa, hablo acá. Este es el señor cállese.
El señor cállese , que todavía no puede escribir la diferencia de las letras “ s” y “LL”, es la primera palabra que escribe, acto que después hace posible su inicio en la lectoescritura. Sólo más tarde podrá cumplir con la consigna escolar, que hace iniciar el proceso en la escritura del nombre propio.
El niño no habla, pero pareciera quedar indicado- como se confirma en la posición en el juego- que en su silencio se diera por cumplido cierto mandato del Otro- cállese. Escribir ese mandato, es bastante distinto de hacerse mero objeto de él cerrando la boca. Algún goce se pierde y algo se escribe allí testimoniando esa operatoria .Ha habido en esta escritura, fallida por cierta, por la confusión de letras, la ll por la s, un acto, un cambio de posición, que inaugura una demanda articulada en transferencia. Se inician los juegos, comienza a poder demandar.

Su posibilidad de hablar, demandar, pedir, desear, estaba ciertamente inhibida por darle consistencia a este señor cállese, una voz invocante que le impide hablar. Hablar siempre es demandar, dirigirse al otro. El señor cállese portaba las marcas de una fuerte identificación con su padre, hombre de escasas palabras, con muy poca capacidad de empatizar con su niño, de jugar con él, de hablar con él.
 A partir aquí, pudo rescatar su nombre propio, diferente del señor cállese. Un día se dio cuenta que alguno de los próceres que estaban en ese entonces dibujados en los billetes, tenían su nombre. Esto lo conmovió. Alguien, que se llamaba como él había sido capaz de protagonizar ciertos actos heroicos, que lo habían llevado a ocupar un lugar en los billetes.

Otro caso, una colega me trae un caso para pensar con otro una posible dirección de la cura. Se trata de un pequeño de 10 años, que se había mudado recientemente de un pueblo a otro dentro de la misma provincia, debido a cambios en la situación laboral del padre. La consulta fue , en algún sentido, forzada por la psicopedadoga donde el niño, Damián, concurría. El niño, muy inteligente, desarrolla el siguiente síntoma, no completa las tareas, deja todo por la mitad . la madre se queja de esta actitud del hijo, sintiendo que esto se lo hace a ella, porque finalmente es ella quien tiene que terminar de completar lo que falta. Dice que con el niño son muy pegotes, está todo el día besuqueándote…No completa nunca nada, me dice, copiamelo, hacelo vos, y yo voy atrás haciéndoselo. …Sigue tomando mamadera, porque es más cómodo para mí, para que no vuelque…Se termina de bañar y lo seco, termina de ir al baño y lo limpio, para qué lo va a hacer él, si estoy yo, y lo hago más rápido..En el último año se devora todo, ha engordado 10 kg..

En la entrevista con el papá, se escucha que se refiere al niño como el “gordo”El padre registra la dependencia del niño con la madre, pero dice No hubo cortes…Intervenir es una discusión con la madre..Nunca acepta mis propuestas de salidas porque no tenemos nada en común, todo le cuesta al gordo.

Cuando se presenta el niño a la primera entrevista , la analista escucha de su parte la misma versión de los “problemas” que lo traen a la consulta ..Escribir me aburre, me canso, me duele la mano, dejo todo incompleto ,después lo copio en casa, mamá me dicta.. Manifiesta que dejó sus amigos en el pueblo donde vivía antes. Acá no tiene casi amigos.. Nos mudamos por el trabajo de papá ..Ante la pregunta de la analista, dice no saber de qué trabaja el papá..

Se ve muy interesado por dibujar. Primero dibuja un hombre loban, una condensación entre lobo y vampiro, presente en el nombre. El nombre no singulariza, no diferencia al lobo del vampiro. Están fusionados, Come carne y chupa sangre. A ese animal además, le dibuja alas, para que pueda volar, aunque bajito..

Después dibuja algo que pretende ser un conejo, pero le sale con cuerpo de mujer. Entonces dice es mujcon, una mujer conejo- de nuevo la condensación. .Y el loban la puede comer. Aunque ella tiene garras y lo puede rasguñar.
Es interesante, hay hombre y mujeres, pero con una cuota de animalidad que los hace monstruosos. El hombre es loban . La mujer mujcon. El encuentro entre ellos es o el despedazamiento y la devoración , o el rasguñar, dejar marcas, herir la carne.

En un momento busca hacer un dibujo fuera de la mirada de la analista, ella escucha la demanda y mira para otro lado hasta que el dibujo queda completado.Dibuja algo para matar, pero en realidad dibuja cuchillos para cortar. Hace cortes en los cuerpos de ambos personajes, loban y mujcan, y los pinta de rojo, para situar la sangre.
La entrevista siguiente vuelve a ambos personajes, loban y mujcan y dice que tienen 20 años, son novios. Construye un tercer personaje, el diablo, que interviene cortando la cabeza de loban.

En las sesiones siguientes comienza a desplegar ficciones .Primero comentará las historia delos Power Rangers, que son niños de espíritu animal, que luchan contra el mal, se transforman y llaman a la fiera interior, su preferido es el lobo(es el que hace de maestro que enseña a los demás)

Propondrá construir un planeta (trozando y pegando papel alrededor de un globo), que luego se transformará en una nave espacial que gira y en la cual viven familias de marcianitos .Construye una historia. La nave choca contra un monstruo que se llama DAMIANZILA, un monstruo que saca cabezas .Lo dibuja a pedido de la analista. Muy gordito, poca pata, como yo- dice. Dibuja pelos debajo de los brazos y me dice “tira mugre”, “es un asqueroso” “asfixia a sus víctimas aplastándolos contra los pelos, o los hace vomitar porque las hace oler la mugre” Damianzila tiene “cuernos filosos”, alas con cuchillas filosas que lastima a la gente, Tiene cien mil años,…no, diez años, nunca muere, vive una eternidad, cuando se enoja no controla los poderes, la gente lo abuchea porque es malvado. Allí la analista interviene preguntando como hacía para tener amigos, si era tan malo. Contesta que él sabe quiénes son sus amigos,  son malos porque quieren ser respetados

Allí dibuja a los monstruos amigos, que tienen los nombres de sus amigos del otro pueblo Kevinzila, Francila y Federincila. Todos tienen el mismo aditamento, como  Godzila, …este aditamento ya no es fusional, dado que implicaría una atribución de poder agregado al nombre.. hay un proponerse hacerse respetar, ponerle límites al otro. Para lo cual es necesario empoderarse , ser como God- zila.. Hay allí una demanda para poder producir un corte sobre la obscenidad de este cuerpo gordo, cuya intimidad la madre no respeta.


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