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Número 14 - Noviembre 2020
No va de suyo .... un cuerpo
Lo constitutivo de lo Imaginario para el anudamiento RSI

Carol Bensignor

 

“No va de suyo que un cuerpo esté vivo”(1),  dice Lacan en 1974 en R.S.I.
No va de suyo que un niño juegue, se mueva, camine, hable, que controle sus esfínteres o que oriente su búsqueda hacia el objeto, etc.
No va de suyo que un cuerpo testimonie estar vivo. Cuerpo enhebrado en el tejido del lenguaje.

Cuando Lacan introduce el estadio del espejo y muchos de los textos de aquella época, se encuentra investigando en relación a las psicosis. Interrogación propiciatoria para volver a plantear qué implica que a un sujeto le sea posible asumir un cuerpo, hablar, sentir (frío, calor, dolor, etc.). Un cuerpo erógeno, también íntimo. Estar vivo no será lo mismo que dar testimonio de estar vivo.
No va de su-yo… que el cuerpo no coincida con la imagen, ni con la percepción ni con la función cognitiva. Cómo “la estructura se atrapa en el punto mismo donde lo simbólico toma cuerpo”(2), haciendo soporte, cuerpo de lo simbólico, nos lleva a reconsiderar a su vez, lo Imaginario y la importancia que la formación de imágenes tienen para el sujeto.
Cuerpo y lenguaje, Inconciente y sexualidad son las vías que abriera Freud y siguen siendo las nuestras, las de un por venir, una experiencia que no será sin el deseo del analista.

Cuando se trata de la asunción de la imagen en el espejo, que sea un cuerpo humano, viviente, aquél que tiene pregnancia, tiene aún alguna relevancia. Tiempo constituyente y nominante, que estrictamente humano, hace entrar al cuerpo en la economía libidinal.
Resulta interesante constatar una vez más que en los animales, naciendo maduros y sirviéndose de imágenes, no haya ningún tipo de reconocimiento en el espejo. ¿Por qué consignarlo otra vez? ¿Cuál sería nuestro interrogante cuando como analistas somos convocados, y no sólo en relación a la clínica de la psicosis y del autismo? Que los animales o los planetas no hablen, quizás vaya de suyo. Lo que no va de suyo es que un niño no hable, no mire…. Dimensionaremos nuestra apuesta en una época en que el discurso de la ciencia intenta o ha intentado ya “naturalizar” o “animalizar” con respuestas, rótulos o tratamientos universalizantes el padecimiento. Cuando un discurso “naturaliza”, la naturaleza no será ya naturaleza…o peor. Eso sí que obtura, fragmenta, confunde.

El inconciente da cuerpo, dice de la Verneinung constitutiva.

¿Por qué resulta importante el júbilo y ajetreo que subraya Lacan en la experiencia del espejo? El niño responde con aquellos movimientos de su cuerpo, que conciernen a un desprendimiento de goce ante la captura imaginaria. Júbilo, ajetreo que testimonian que un cuerpo se constituye en una escena sostenida, no anónima y en el asentimiento del Otro. Digamos que el falo le pone cuerpo a la imagen gracias a la identificación, pero si -y sólo si- no todo entra en la identificación. Júbilo y ajetreo de un cuerpo que constata su erogeneidad, goce asociado al cuerpo en relación a la imagen anudando la respuesta del niño. Constata una primera vuelta diferencial entre imagen y cuerpo.
El espejo como “Matriz R.S.I”.

Hay niños y no sólo niños para quienes lo fragmentario o los fenómenos de fragmentación (que no dan aquella consistencia imaginaria que ofrece lo corporal), dificultan el bordeado erógeno. También sujetos que no registran las tan mal llamadas necesidades básicas: ni frío, ni calor, ni hambre…a veces ni gritos. O puro gritos, dolor…

Lo constitutivo del espejo como imprescindible para el anudamiento R.S.I que al modo del salvavidas tórico da cuenta y a su vez implicará una protección a no quedar impregnado ni pregnado de exceso de goce. El encuentro con la imagen, es decir, que dicha imagen sea formada, agujereada, y el modo en que concernirá al cuerpo, testimonian de un anudamiento. Encuentro, despertar. Choque y golpe que dependerá de los títulos identificatorios incipientes que se verifican ahora en lo Imaginario y en lo real del cuerpo.
No habremos de anticipar los efectos, hasta que el choque, el espejo, o el cuerpo del otro… podrían venirse encima. Claro, hay choques y choques, encuentros y desencuentros.

 “Se llevó el vidrio puesto”, fue el modo en que su mamá presenta a su hija de 3 años al llegar a la primera sesión con su cara lastimada. Nuestro lenguaje nos presta las palabras para decir lo que ocurre cuando en vez de llevar puesto el cuerpo (como la ropa que nos cubre), investido fálicamente, vestido y protegido con palabras, una niña aparece en la escena con un cuerpo lastimado.
La primera ola, el primer despertar sexual concierne a este entramado. Un encuentro también con la imagen, dependiente del precipitado de identificaciones que hace cuerpo, y enlaza “la sexualidad en los desfiladeros del significante”(3).

No va de suyo entonces que el júbilo y el ajetreo del cuerpo sean efectos de un anudamiento, una experiencia en la que suele presentarse con algunos fonemas propios de la lengua materna. Recordemos una vez más la aguda observación de Freud en “Más allá del Principio del Placer”, en la que sitúa no sólo la relación al juego sino al cuerpo. Se trata del bebé que durante la ausencia de su madre juega a hacerse desaparecer, luego de descubrir la imagen de su cuerpo entero en el espejo. Será con un “¡Bebe o-o-o-o!”(4), que la saludará a su regreso.
Pequeña viñeta freudiana pero estructural: disponer del cuerpo como objeto en la escena lúdica, moverlo, hacerlo aparecer y desaparecer, jugar con éste como con fonemas que recortan, arrojan el objeto a: hace cuerpo. Voz y mirada se imbrican, dan cuerpo.
Un cuerpo que se a-propia motorizará el juego con otros.
Lacan también comenta el acontecimiento en el que el pequeño infans, aún sin caminar, se las rebusca hasta encontrar su imagen en el espejo. Torsiones y distorsiones del espacio, mensiones y dit- mensiones, medidas del espacio que se dimensionan en relación al decir del Otro. No va de suyo, que un pequeño aún sin el dominio motriz de la marcha, se incline hasta encontrar el punto justo para situarse, o que se mueva hacia la búsqueda de algún objeto o que el encuentro con otro despierte al goce del cuerpo.

El espejo plano dice entonces a su vez de los efectos del espejo curvo. Legitima el goce del cuerpo, si bien no lo significará. Legitimado resta a la identificación, resta a la imagen.
Espejo plano y curvo testimonien cómo se constituye y se legitima un cuerpo propio erógeno (no erótico). Tanto la sexualidad infantil como el juego, el movimiento, la curiosidad, la investigación sexual, hacen al tiempo propio de la infancia. Tiempo de ensayos y juegos infantiles.

Que el cuerpo sea erógeno, que la pulsión sea punto “límite entre lo psíquico y lo somático”(5), “eco en el cuerpo de un decir”(6), que hablemos con el cuerpo, o que tengamos un cuerpo porque hablamos, dice una vez más que la constitución del sujeto es una cuestión libidinal.
Un cuerpo que dé testimonio de que su entramado es R.S.I, estará hecho de la misma textura horadada del lenguaje.
Como nos sucede a los analistas de niños cuando se presentan niños que no hablan,  trataremos de poner en juego las escenas propiciatorias que comprometen el armado del cuerpo. Prestamos la voz para que devenga el jugar, el hablar, etc.
Hablar es equivalente a constituir el cuerpo.
No hay aprendizaje para hablar, ni mejores o peores pedagogías, si no es que estamos diciendo que habitamos el lenguaje, que éste deviene simbólico porque se lo ha incorporado por identificación.  

En 1920, en un nuevo prólogo a la cuarta edición de los “Tres ensayos de teoría sexual” de 1905, y ya retirada la marea de la guerra así como en el tiempo de “Más Allá del Principio del Placer”, Freud vuelve a comprometer a sus lectores con aquello que interesa al Psicoanálisis. ¿A qué se refería? A algo muy preciso y pilar fundamental: que aún cuando las formulaciones acerca del inconciente, la represión y la formación del síntoma tenían su aceptación y reconocimiento, sin embargo la sexualidad continuaba resistiendo. Freud insiste en el lugar de la sexualidad en la teoría psicoanalítica.
Ni teoría sexual, ni pansexualismo ni cosmovisión.

Inconciente y sexualidad. Resto a la cópula entre significantes y a lo significado en el espejo del Otro que le atribuyó equivalencia fálica (no identidad) y que Freud localiza cuando insiste en lo primordial, lo primario. Residuo irreductible no contable, quizás escriturable.
Si la sexualidad infantil es un “ensayo”, la escritura, y en otro tiempo, testimoniará lo imposible de decir, de testimoniar: no hay relación sexual.
No será sin un decir y un cuerpo propios anudados a lo real de la vida. No va de suyo.

BIBLIOGRAFIA:

  1. Lacan, J: Seminario 22, R.S.I
  2. Lacan, J: Radiofonía y televisión
  3. Lacan, J: Seminario 11, “Los cuastro conceptos fundamentales del Psicoanálisis”
  4. Freud, S: “Más Allá del Principio del Placer”
  5. Freud, S: “Pulsiones y sus destinos”.
  6. Lacan, J: Seminario 23

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