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Número 9 - Diciembre 2006
El teléfono descompuesto:
Análisis transferencial de un tratamiento en curso
Omar Daniel Fernandez

En primer lugar debemos partir del hecho de que en el denominado "análisis de niños" habría que situar la particularidad de la transferencia y en este sentido podemos afirmar que el "análisis de niños" no es homologable al análisis de adultos y que de ninguna manera los niños constituyen la encarnación real del objeto (a), -como pretende Lacan-, lo cual implicaría el borramiento de su subjetividad.

En segundo lugar podemos aseverar que no hay interpretación en los análisis con niños, ya que como lo supuesto es un juego y no un objeto o una fantasía, la interpretación deja lugar al juego. Podríamos forzarlo diciendo que el juego es su interpretación ya que "la transferencia no se produce por la instalación del objeto en el Otro (en el analista) porque en la transferencia (lo que está supuesto y funciona como S.s.S.) es un juego que se jugó sin haberlo sabido."(1) No podemos establecer una homología como continuidad en "análisis de niños" y análisis de adultos porque las consecuencias del "análisis de niños" no implican la caída de saber. No hay juego supuesto saber en tanto el saber es "en jugando" y " de jugando" y por este motivo no hay disolución de saber, es decir, que los niños s ostienen el amor de transferencia, -como señala Fukelman-, en tanto dan lo que no tienen (a sus padres) y esto es... hijos; ellos siguen siendo hijos, de sus padres, de ahí que Freud formule que el deseo de los niños es "querer ser grandes". Por esto no podemos hablar de análisis "de" niños sino "con" niños, porque de lo contrario tendríamos que sostener que se ha producido una vuelta sobre el parricidio, lo cual implicaría afirmar que el niño es un adulto (2). En este sentido podemos decir que lo que aparece son las posibilidades para los analistas "de trabajar o bien con relación a la instauración de la represión primaria o bien con relación a las perturbaciones que produce en las relaciones de pares las perturbaciones de la instauración de la represión primaria" (3), esto hace precisamente a la constitución de la subjetividad en la infancia y un compromiso ético del analista acerca de su posición con relación al alivio del sufrimiento respecto de aquél que padece.

"El juego no es una fantasía suplente, actuada, está en el lugar de la fantasía y es el término último con el que el analista opera. No hay más allá del juego, una fantasía fundamental ni fantasía inconsciente. [...] la posición del analista no está concernida en el objeto sino en su participación en el juego. Agrego: esta inserción no es la misma según la edad del chico: en la latencia el analista aparece como un par, como semejante, y en nenitos más chicos como juguete. Esto complica aún más el problema." (4)

En el análisis con adultos el lugar donde el analista se ve arrastrado transferencialmente es el objeto (a), punto donde convergen la interpretación del lado del analista, con la asociación libre del lado del analizante; en cambio en el análisis con niños se trata de la convergencia en el juego de la participación del analista junto con el niño, en el juego no jugado por el niño. Esta participación del analista en el juego no jugado por el niño permite la constitución del "juego preliminar" de los padres que constituyen al niño en cuanto tal, de ahí que sea el juego quien constituya al niño a partir de la existencia de adultos, -como señala Fukelman-, y el valor sexual del juego. En este sentido podríamos decir entonces que el niño es la realidad sexual de los padres.

Lo dicho nos lleva a sostener que el valor del juego en lo que caracteriza a los juegos de los niños con respecto a la verdad, es que ésta queda planteada como "fuera de juego" y la posibilidad que existe en esta relación entre el juego y el contacto con el saber es "en jugando". Si el saber es "en jugando" y la verdad queda planteada como "fuera de juego", el personaje del juego no jugado -como bien señala Marta Beisim- (5), se presenta como "objeto parlante" profiriendo "enunciaciones hechas enunciados" (6) porque éstos no sólo son proferidos dentro del juego que se juega respecto del no jugado sino que además son pronunciadas por el personaje que encarna con su voz la dimensión del objeto parlante. Si el objeto real es aquello en lo que el niño se apoya para que el juego lo constituya como tal, es porque además encuentra apuntalamiento "de" la realidad (en el doble sentido del genitivo), o mejor, porque el encuentro con el apuntalamiento "de" la realidad permite la constitución y realización de este apoyo. "De este modo, el objeto lleva la enunciación al nivel de la palabra y produce así, una sutura ficticia del nivel de enunciación."(7). Aquí "ficticia" tendríamos que leerla como ficcional en tanto la escena de juego ficcionaliza la realidad, es decir, produce el montaje ficcional, el juego en este sentido realiza el montaje ficcional de la realidad. Este montaje es la significación fálica en la cual el niño va a quedar inscripto en cuanto tal. De este modo podemos agregar -siguiendo a Marta Beisim-, que:

"Se suspende cualquier pregunta por la significación puesto que el objeto dice lo que quería decir. Esta afirmación tiene todo el valor de la ambigüedad que muestra ya que queremos mantenerla en su doble vertiente: lo que quería decir entendido como la posibilidad de articular los deseos en el terreno de la palabra (aquellos que no se saben). Lo que el objeto quería decir apunta al objeto sexual que el niño era para el deseo de los padres, es decir, su significación que por plantearse en términos fálicos, es imposible de ser dicha. El objeto que se presenta como personaje y habla en la ficción del juego, hace excepción a esta imposibilidad bajo un único modo: de jugando. Al suturar el nivel de enunciación, el objeto-personaje concentra y detiene el trabajo de la significación. Jugando, el objeto parlante -el que sabe y dice lo que él quiso decir, su significación- produce una tautología en acto." (8)

Más bien debiéramos situar que el objeto parlante no produce una "tautología en acto" sino un acto preformativo que funda la escena de juego en tanto sexual porque la sexualidad infantil es infantil, es decir, de jugando; pero además produce la significación en términos de que el saber sabido al ser del objeto parlante no tiene representación en la palabra, hay aquí una Verleugnung estructural que permite situar un saber sabido en términos de lo que constituirá posteriormente un no querer saber que no se puede saber que no hay saber sobre lo sexual. Por esto mismo el jugar sitúa la wissentrieb y no porque haya un saber supuesto sino porque este saber sabido que se juega presenta esta vertiente constitutiva de la sexualidad. Esto nos permite verificar -en términos de lo que Agamben trabaja en "Infancia e Historia"- que:

"La idea de una infancia como una "sustancia psíquica" pre-subjetiva se revela entonces como un mito similar al de un sujeto pre-lingüís tico. Infancia y lenguaje parecen así remitirse mutuamente en un círculo donde la infancia es el origen del lenguaje y el lenguaje, el origen de la infancia. Pero tal vez sea justamente en ese círculo donde debamos buscar el lugar de la experiencia en cuanto infancia del hombre. Pues la experiencia, la infancia a la que nos referimos no puede ser simplemente algo que precede cronológicamente al lenguaje y que, en un momento determinado, deja de existir para volcarse al habla, no es un paraíso que abandonamos de una vez por todas para hablar, sino que coexiste originariamente con el lenguaje, e incluso se constituye ella misma mediante su expropiación efectuada por el lenguaje al producir cada vez al hombre como sujeto.[...], el problema de la experiencia se convierte entonces en el problema del origen del lenguaje, en su doble realidad de lengua y habla.[...] el hombre tal como lo conocemos se constituye como hombre a través del lenguaje, y la lingüística, por más que se remonte hacia atrás en el tiempo, nunca llega a un comienzo cronológico del lenguaje, un "antes" del lenguaje. [...] La infancia actúa en efecto, antes que nada, sobre el lenguaje, constituyéndolo y condicionándolo de manera esencial. Pues justamente el hecho de que haya una infancia, es decir, que exista la experiencia en cuanto límite trascendental del lenguaje, excluye que el lenguaje pueda presentarse a sí mismo como totalidad y verdad. Si no existiese la experiencia, si no existiese una infancia del hombre, seguramente la lengua sería un "juego" en el sentido de Wittgenstein, cuya verdad coincidiría con su uso correcto según reglas lógicas. Pero desde el momento en que hay una experiencia, en que hay una infancia del hombre, cuya expropiación es el sujeto del lenguaje, el lenguaje se plantea entonces como el lugar donde la experiencia debe volverse verdad. La instancia de la infancia como archilímite se manifiesta en el lenguaje al constituirlo como lugar de la verdad." (9)

De acuerdo a esto podemos decir por un lado que la relación de la verdad con el lenguaje en términos de lo desarrollado por Lacan en cuanto a la estructura de ficción como en cuanto al medio decir; y por otro lado situar la relación que desarrolla Fukelman en cuanto la verdad queda fuera de juego en el jugar infantil. Agamben sitúa una relación entre estos dos planteos en tanto "La instancia de la infancia como archilímite se manifiesta en el lenguaje al constituirlo como lugar de la verdad." La infancia se constituye como una instancia específica, que Agamben denomina "archilímite" y se manifiesta en el lenguaje pero con una particularidad, esto es, que esta manifestación va a constituir al lenguaje en su conjunto como lugar de la verdad. La estructura ficcional de la verdad y su constitutividad en cuanto a medio decir implica que el lenguaje mismo quedará organizado, instituido y fundado como espejo del vacío que lo inaugura como representación. En este sentido el lenguaje en su conjunto no representa la ausencia de representación sino más bien espeja la representación misma de la ausencia de representación, de ahí que se constituya como lugar de la verdad en tanto estructura de ficción y medio decir. La instancia de la infancia como archilímite se encuentra por un lado en una situación de exclusión fundante del lenguaje en su conjunto pero al mismo tiempo no puede representarse en él; sin embargo por otro lado, no puede representarse por fuera del lenguaje. Es aquí, en este punto preciso donde el juego toma relevo de esta instancia entre cuerpo y discurso produciendo la constitución de la subjetividad en términos de la realidad sexual...de los padres.

"En uno de sus seminarios titulado "Problemas cruciales del Psicoanálisis", Lacan nos dice, refiriéndose allí al jugar de los adultos y más precisamente a las formulaciones que el psicoanálisis puede extraer de la teoría de los juegos, que el juego suspende o corta la relación de verdad. Quería decir entonces, que no le correspondería, para su posible análisis, ninguna consideración en términos de verdad o falsedad, ni tampoco ninguna que lo homologara a la dimensión del engaño. Esto es literalmente cierto en el caso de los niños y es por eso que la regla más general que define al juego, y que es que algo ocurre "de jugando", en ningún caso puede ser equivalente a "de mentira". La falta de relación de los niños con la dimensión del engaño los sitúa, además, con relación al juego y no a la verdad de la palabra propia. De todos modos el niño se ubica con relación a la palabra verdadera; pero ésta es siempre la del adulto y lo compromete en términos de creencia." (10)

Fukelman dice que:

"En un primer momento el niño juega con cositas a las que le pone nombre, y el campo delimitado por este juego es la máscara que incluye al jugador en un universo humanizado. Por otra parte, este campo de juego es un campo sustraído a la omnipotencia simbólica de la madre. Si al chico no se le reconoce el despliegue de este campo pasa como imagen real a ser un juguete de la madre. De todos modos, esto queda modificado con relación al punto que no es nominable por la madre, el "¿qué es esto?" frente a la erección, no tiene respuesta." (11)

Siguiendo a Fukelman podemos decir que: "...donde los padres faltan a su palabra (y su palabra implica esta relación con la historia), los chicos ponen cuerpo."(12) La operación analítica intentará reconstruir ese espacio de juego y tratar que aquello "que parecía no ser de juego -ser objeto para los padres-, reubicarlo como juego, que sea mediado por la pantalla del juego." (13)

Dos condiciones son necesarias para que podamos hablar de juego, por un lado la instalación de la dimensión del "como si", y por otro lado al mismo tiempo que la realidad apuntale esta dimensión. Es la realidad la que apuntala la dimensión del "como si" en los objetos reales en los que el niño busca su apoyo para jugar. Este apoyo va a quedar sustituido para Freud en el adulto por la fantasía que se apuntala en la realidad en un fragmento diverso de aquél del cual fue preciso defenderse. Entonces tenemos que el adulto se apoya de la fantasía a condición de que exista su apuntalamiento en la realidad en tanto esta lo apuntala en términos de significación fálica. El niño, en cambio, se apoya en los objetos reales apuntalados desde la realidad. Esta realidad que le otorga la significación fálica no es otra que la de su lugar ante el deseo del Otro, con lo cual la realidad se transforma en el campo de verificación, realización y consumación de los deseos infantiles, es decir, del querer ser grande. Podemos decir que en el juego -siguiendo el planteo de Marta Beisim-, en el juego los deseos se hacen realidad en tanto encuentra en él la satisfacción en tanto que "al efectuarse alcanzan su realidad de deseos. Se realizan en el juego como realidades." (14) Es sobre la base de esta doble operación descripta como podemos entender el sentido del apoyo en los objetos reales y en el apuntalamiento de la realidad en el doble sentido del genitivo.

Por todo esto -siguiendo a Carlos Faig-, podemos cuestionar seriamente lo que dice Lacan en "Dos notas sobre el niño" en tanto "el niño realiza -el subrayado es de Lacan-, la presencia de eso que Jacques Lacan designa como el objeto (a) en el fantasma[...] y se convierte en el "objeto" de la madre y su única función es entonces revelar la verdad de ese objeto.", y preguntarnos -como dice Carlos Faig-: "¿Cómo adjudicarle luego sus propios objetos?. Rechazada por principio la adquisición del objeto a través de la maduración y siempre y cuando se mantenga la hipótesis del inconsciente, el niño no podrá tener objetos propios. Más allá de la descripción y la veracidad de lo que se afirma, esto constituye una exigencia teórica. El niño figura el punto donde se detiene el retroceso del inconsciente. Porque si tuviera inconsciente (o sus objetos infantiles) la cuestión debería perseguirse aún más allá. El niño es un concepto antes que un ser." (15)

Si la transferencia es aquello que instituye al analista en cuanto tal, vemos que no hay disolución de la transferencia en los llamados análisis de niños, lo cual pone en cuestionamiento, no la existencia del analista sino la existencia del análisis de niños; de ahí que podamos afirmar junto con Fukelman que no existe el análisis de niños. (16). En este sentido el analista en tanto sostiene una ubicación en el juego, tomando posición en el juego, permite que de ser "un objeto utilizado para la satisfacción parental, pase a ser un objeto que juega" posibilitando el encadenamiento simbólico y recuperar el placer de jugar.

¿El juego es el objeto? ¿Se puede homologar juego a objeto(a)? Si se pudiera homologar juego a objeto (a) habría un "juego supuesto saber" pero habíamos establecido que el saber -como bien señala Fukelman-, es "en jugando" y "de jugando", siguiendo la línea freudiana de la Verleugnung que es inherente al juego mismo; entonces cuando se descubre un juego supuesto "o regla de un juego, no podríamos decir que el analista hace semblante de regla, de juego, ni que representa de algún modo al juego. El analista tiene una posición lateral respecto del juego supuesto. Yo diría que hace palanca o proporciona un punto de apoyo para que ese juego no reconocido –conectado con la sexualidad y la escena primaria- emerja y sea reconocido [...] el analista no resulta arrastrado allí por algo que haría de equivalente a la interpretación.

La cuestión, entonces, puede plantearse así:¿Cómo definir la participación del analista en el material del juego con relación a la producción de un juego supuesto y rasgado por la sexualidad? Es la pregunta por la transferencia en el análisis con niños.[...] hay que deducir que algo del material del juego, si no se saltea lleva al terreno sexual. Pero aquí -como en el fantasma que no está detrás del juego-, no se trata de que haya una sexualidad más allá del juego, el juego es sexual, porque la sexualidad infantil es infantil, es decir, de jugando.

Descriptivamente, para contestar la pregunta que hice, el analista aparece como juguete, poniendo voz al juguete, como máscara, disfraz, personaje, par, compañero de juego, semejante: como sosteniendo el equívoco sobre la persona, jugando de todas esas maneras.

El error sobre la persona se produce en el interior del juego.

Menos descriptivamente, el analista participa actualizando el juego (en los dos sentidos de actualidad y de escenificación de algo que no fue) como jugador inadvertido ofrecido a una lectura (y esto último habría que distinguirlo del analista como causa del juego)." (17)

El analista por lo tanto no es causa del juego sino que participa de él de manera lateral.

Veamos ahora un material clínico.

Resumen y análisis del material clínico:

"...no hay "lo que tapa la oreja". Si el analista escucha todo, el objeto no se localiza"
Carlos Faig

"Lecturas Clínicas"

La analista describe a G. como un niño de 9 años muy moderno en su aspecto y que "hablaba muy rápido sin pausas y no se sentaba para hablar ni jugar",(18) refiere la preocupación de la madre respecto de G. ya que desde que nació su otro hijo, G, presenta problemas de conducta, no completa sus tareas arremete al hermano -que tiene 3 años-, al punto de ponerlo en riesgo, se pelea con los compañeros y la analista relata que G. tiene "excesivos llamados de atención por parte de los docentes [...] y tiene un historial de golpes, esguinces y marcas en el cuerpo que alarmarían a cualquiera, menos a su familia." (19)

La analista refiere que en el curso de las primeras entrevistas G., la invitaba a jugar pero no finalizaba ninguno de los juegos, es decir, los dejaba colgados, los cortaba. A su vez, comenta que G. hace trampas en los juegos, se presenta como ""el gran ganador " que daba clase a los compañeros también a la analista, de las técnicas y trampas para ganar. " (20) Es decir que si le enseña a hacer trampas, el valor que esto toma es que el juego queda colgado como tal, porque se trata de no perder el juego al mismo tiempo que trata de mantenerlo como si el juego tuviera un desarrollo normal sin nada que lo afecte en su curso, sin nada que lo interrumpa. Luego de esto se arma el juego de transferencia:

"Luego de varias sesiones en las que acotó un juego de cartas que formaban escaleras ascendentes y descendentes y logró sentarse para jugar, llegó a sesión con un celular:

- Hola, (ubicando el celular arriba del escritorio), mi mamá me dejó traerlo ( confieso que es la primera vez que me encuentro con estas situaciones y no sabía que hacer, lo que es peor, tampoco se me ocurría, solo dejé que los hechos se presentaran).

- Con una sordera absoluta la analista le dice: a qué querés jugar?

- Menciona el juego de cartas y me advierte que el celular no lo podía apagar porque estaba esperando el llamado de un amigo.

Ante tal actitud solo se me ocurrió poner todo mi empeño en poder ganarle las partidas, cosa realmente complicada ya que jugaba muy bien." (21)

La analista queda tomada por la sordera en tanto se empeña por ganar la partida, es decir, que quiere escuchar un juego donde no lo hay y por esto no advierte el teléfono que es de jugando. Si bien esto sitúa que gracias a la sordera comienza el juego, el interrogante es: ¿La analista puede realmente jugar con la sordera?, ya que advierte que no puede jugar con el teléfono que el chico lleva al consultorio e intenta ganar la partida de cartas lo cual nos lleva a ubicar en el texto su posición contratransferencial. Esto podemos apreciarlo en la forma en que la analista sitúa una intervención apelando a un padre caído:-" decía un profesor de la facultad que un mismo traste no se puede sentar en dos sillas diferentes." (22), es decir, le quiere cortar la comunicación telefónica porque no puede escucharlo bien, le gana el juego y corta la sesión con una intervención significante interpretándolo como si se tratara de un adulto. La analista afirma que no le costó demasiado ganarle porque el paciente estaba

"distraído, pendiente del llamado y el envío de mensajes de textos entre partida y partida. Le menciono que se había terminado la sesión y al instante pide un minuto más por la revancha, le digo que lo siento que no es posible.

Ante su asombro por el límite dice ¡ al final perdí a todo y mi amigo no llamó!!.

Contesta la analista no muy académicamente: " decía un profesor de la facultad que un mismo traste no se puede sentar en dos sillas diferentes".

Ante su cara de asombro, lo despido hasta la próxima." (23)

La intervención queda colgada respecto del juego, en este sentido podemos apreciar que el valor que toma es contratransferencial tratando de apelar al "llamado del padre caído" en el doble sentido del genitivo. Respecto de esta intervención la analista afirma lo siguiente:

"Irrumpe una intervención se podría decir poco elegante y fuera de época (recordarán que no hace mucho los profesores eran tomados como referentes sociales, aunque creo que aún quedan algunos que son tomados como tal). Dice un profesor, un llamado a la autoridad, decir fuera de época ya que actualmente algunos de ellos compiten en un ranking codo a codo con el padre humillado de la época, al decir de Claudel. (disculpando la digresión, seguimos)." (24)

Apela al "llamado del padre caído" y justifica su intervención situándola como un llamado dirigido a cortar el síntoma en el cual el niño se encuentra atrapado, y de este modo la analista rechaza la sordera, anulando su posición en el juego. "Un traste, señalamiento que alude a recortar algo de ese cuerpo que no puede detener el comerse las uñas, no quedarse sentado, golpearse y no poder parar." (25)

Al mismo tiempo busca encontrar al niño en su decir en el que "no alcanza a existir" -según describe-, "en el nivel de lo dicho", así dice: "Un decir que intenta existir en el nivel de lo dicho para que G. se descuente y entre en su propia serie, en su propio ciclo." (26), esto es, como no lo escucha en el juego, no lo busca en el juego sino en el discurso donde no está, ya que "intenta existir en el nivel de lo dicho" pero evidentemente no existe ahí, por esto el querer escucharlo en el significante le hacer perder el juego.

En: "El padre no responde" que sostiene la analista, hay que escuchar, que escuchar al padre, es escuchar que no responde, y revela al mismo tiempo el riesgo contratransferencial que consisitiría en tratar de escuchar al padre ahí donde no responde, o dicho de otro modo, sólo escuchar lo mismo ahí donde no responde. Esto sería análogo a decir que insistir en escuchar ahí donde no hay sonido sería algo así como tratar de escuchar la sordera, pero la sordera es justamente lo que no permite escuchar con lo cual la contratransferencia nos indica por el rechazo (tratar de escuchar), el lugar en el cual se instala la resistencia, y en este caso la posición en la que la analista quedaría tomada en el juego es: "la sordera".

La analista queda fuera de juego no pudiendo escuchar lo que escribe al tratar de teorizar lo que no escucha para escucharlo:

"Sin crédito en su celular e intentando acreditarse, G. faliciza ese objeto desechado por el padre y le inventa una historia que propicia el pasaje de un objeto de consumo a un objeto de deseo. Logra ficcionalizar un objeto de la tecnología." (27)

El niño queda falicizado por la madre al ser objeto del deseo materno. G. no puede falicizarse a sí mismo ni puede falicizar un objeto, la analista sitúa que G. no tiene crédito en su celular y a ese objeto le inventa una historia que propicia el pasaje de objeto de consumo a objeto de deseo. Como la analista no puede escuchar la historia que le cuenta el niño, queda inventando lo que no oye.

La analista piensa el caso teóricamente en el punto en que queda fuera de juego, de este modo le da un valor fálico, es decir tiene que levantar algo que no se levanta por sí mismo y esto es, el instrumento del padre.

Como podemos apreciar, la importancia de este material reside en el valor de poder "instrumentalizar" el valor de la contratransferencia, es decir, lo que esta nos indica en cuanto al lugar de su participación en el juego y el valor del juego no jugado.

Si tomamos en cuenta esta sesión vemos que la intervención hecha queda fuera de tiempo en tanto el niño no es un adulto, la intervención es pensada como si se tratara de un adulto una intervención por el significante. Esta intervención lo deja cortado al chico pero al miso tiempo podemos apreciar que esta intervención superyoica desde la contratransferencia indica la operación que no pudo efectuarse y esta consiste en no haber podido realizar sobre un objeto (el teléfono celular) una operación para otorgarle otra utilidad, en este caso el teléfono para jugar, es decir, poder instrumentalizar ese objeto para jugar ya que este objeto constituye el punto de apoyo en la realidad en la que puede sostenerse el juego. Pero además si analizamos el valor que tiene el corte de esta sesión, tendríamos que decir que el corte de esta sesión es paradigmático en tanto el caso hay que leerlo entorno a él, es decir, que el caso tenemos que leerlo en el corte, en lo que no se oye, en la sordera, y este es el valor del personaje del juego.

La analista señala que la Madre de G. le pide una entrevista porque: "Esta mamá ya no sabía que hacer con G. Los llamados de atención continuaban y G. no hacía caso. Al preguntarle por el padre de G. refiere que cuando se cansa de que G. no haga caso le pega y esto ella no lo tolera y muchas veces esta intolerancia la manifiesta delante de G. Cuando se le pregunta acerca de la autorización del uso de celular por parte de G. se sorprende y refiere que le permitió que lo traiga a la consulta ya que -el celular ya no servía como tal y que se lo había regalado el papá a G. para que lo usara de –jueguito electrónico-... ( podría aclarar que el asombro de la analista no había sido justamente un correlato de un saber advertido). " (28) (Los subrayados son de la analista). Ante el asombro de la analista la madre le dice lo que la analista no podía escuchar, que el teléfono no servía como tal, estaba descompuesto y G. lo utilizaba para jugar porque el padre se lo había regalado para que lo utilizara como jueguito electrónico.

Si la espera de una llamada se transforma en el obstáculo resistencial que traba el desarrollo del juego en tanto la analista trata de escuchar la llamada que el niño espera de la madre hacia el padre, sitúa aquí dos cosas, por un lado esperar una llamada con relación al obstáculo que es no oír lo que se dice del otro lado del teléfono: es un teléfono que no sirve, no cumple con su función, no sirve como instrumento, pero al mismo tiempo ubica la posibilidad del juego, de jugar con ese instrumento descompuesto, inservible.

La analista le dice a G.:

"A qué querés jugar, preguntó la analista en ¿acto?, haciendo lugar a que alguna verdad se presente- "Se trataba con más exactitud de la pasión de la ignorancia que lo conecta con el S.s.S. y respecto de esta suposición todo reside en saber si ella puede ser imputada al saber inconsciente o si la suposición es algo intrínseco a éste". En alguna entrevista G. enunciaba – yo no se lo que se siente con perder, siempre gano a todo- ¿ qué llamado estaba esperando G.?.....Allí estaba presentándose como si creyera que" todo" le estaba permitido. Allí, denunciando la impotencia de sus padres quienes no podían autorizarse a trazar-le un límite que le propiciara poder hacer lazo.

G. dirige una llamada a un amigo, sustitución del padre degradado que al decir de la madre dona un objeto que ya no le sirve.

"Si la castración se ejerce en el nombre-del-padre que es un término de referencia y por lo tanto tercera persona, solo hay padre, solo hay un padre, cuando el deseo de la madre lo nomina como tal" (29)

Teoriza sobre el S.s.S. y el saber transferencial como si se tratara de un adulto, teoriza sobre la hipótesis de entrada y teoriza sobre la castración para justificar que el corte del juego, y que la llamada quedó colgada. Vemos aquí que el valor transferencial de esta teorización está en lo que queda colgado, en lo que "no se escucha".

Veamos ahora, la hipótesis de trabajo y su valor respecto de la transferencia en juego.

En la tercera frase del primer párrafo del trabajo la analista dice: "Más allá que el niño se presente o no como síntoma de la pareja parental y más allá que el analista soporte el lugar de complemento imaginario de la falta de saber acerca del síntoma, ¿podríamos pensar los modos de presentación de los padres como una segregación contemporánea?" (30) La pregunta acá sería más allá de la teoría del padre ¿qué podemos oír?, Rápidamente en el lugar de esta pregunta lo que la analista oye es un padre caído y no lo caído del padre. Hace una homologación de la caída del padre con el pasaje al acto en términos de caída de la escena y sostiene esto como hipótesis afirmando la "Caída de la escena de la cultura: padres excluidos, desocupados, desarraigados [...]Pensado desde la lógica del pasaje al acto el proceso segregativo en una faz extrema, culmina en la exclusión."(31)

Sitúa la hipótesis de un padre que no se oye porque está caído de la escena de la cultura, está "colgado" y "caído del sistema". Se pregunta entonces: "¿Qué respuestas puede dar el psicoanálisis a estos modos actuales de malestar contemporáneo?"(32) Esta pregunta no responde a lo que va a presentar como material del tratamiento en curso sino que se produce con relación al padre caído, es decir, que esta pregunta está descolgada y queda colgando.

Finalmente el material clínico queda introducido como un instrumento del cual se sirve la analista: " Nos serviremos de un recorte clínico para poder hacer un rodeo por estos interrogantes"(33), es decir, que el material que va a presentar tiene la función de "instrumento del padre que no funciona" en el doble sentido que le da el genitivo, por eso el caso queda colgado, no se lo escucha bien.

Si con el tratamiento da un rodeo es porque éste viene al lugar del instrumento del padre, con esto podemos situar que este lugar está instrumentalizado por el teléfono. Sin embargo la analista no puede jugar con este instrumento, no puede meterse dentro de este juego porque se siente engañada: "G. engaña a la analista intentando que "la mirada ya no caiga en el letargo de lo inanimado"(34) esta cita es extractada de un trabajo de Ritvo que aparece en la Conjetural Nº 42 que se llama "La apariencia del padre real", en este sentido en el teléfono no escucha otra cosa que el engaño del padre real que le dona un instrumento que no sirve para nada, padre real es sinónimo de celular como desecho tecnológico.

A renglón seguido dice:"Y como acorde en tiempos de delivery y pret-a-porter, intenta llevarse todo de la góndola del consultorio, sabotear las reglas, hablar por teléfono, jugar y ganar."(35) La analista podría jugar a intentar hablar por teléfono, o hablar con el teléfono poniéndole voz propia, jugando así con la sordera pero en lugar de jugar con la sordera y hablar por teléfono teoriza llamando al padre caído, con lo cual podemos situar que el valor contratransferencial de su teorización indica la dificultad de teorizar con un instrumento caído,"descompuesto".

"Llamando a un padre con o sin crédito en pos de acreditarlo sirviéndose de la analista. En el seminario 17 Jacques Lacan formula, - ir mas allá del padre a condición de servirse de él."(36) Vemos que en la primera frase de esta cita la analista dice que el niño puede llamar al padre si la analista acepta ser el instrumento de esta acreditación, es decir, que pueda introducirlo desde la caída, reafirma lo que dice llamando ella al padre a su servicio y concluye diciendo: "Se tratará entonces de servirse no de una persona sino de un lugar estructural como instrumento." (37) La analista acepta ser el instrumento caído del padre para que la llamada llegue a destino por eso podemos ver que el valor que tiene esta intervención paradigmática y hacia donde la analista pretende dirigirla, como instrumento del padre tendría que ir a ese lugar. Tiene que instrumentalizar la sordera y no tratar de revertirla, es decir, hacer de ella un instrumento. Por todo lo expuesto podemos concluir que el valor del juego no jugado es: el teléfono descompuesto.

La analista podría participar del juego del "teléfono descompuesto"si pudiera servirse de su rodeo teórico, si pudiera instrumentalizarlo. Si escuchamos el valor sexual de este juego no jugado, queda claro que sería "servirse del instrumento caído del padre". Si la analista quiere dominar (levantar) este "instrumento caído de llamado" , el pibe no puede sentarse a jugar, no puede quedarse quieto, no puede parar. Vemos en este síntoma que trae el niño el llamado al padre que está sordo (impotente) y es ahí donde tendríamos que escuchar en lo que la madre dice el valor de enunciación de su queja, que al no saber que hacer con su hijo, podría formularse su demanda da la siguiente manera: ¿Dígame qué hacer con él...? ¿Acaso no podemos leer ahí el deseo materno y la operación fallida del padre y en este sentido el punto de interrupción del juego?

El problema no es que no haya amenaza de castración, sino que esta no llega a ser escuchada, por eso la angustia de castración correlativa a la amenaza de castración es la angustia ante la posibilidad de "perder la llamada" que ubicaría al niño ligado a la madre. En este sentido podemos decir que como "lo que no se escucha" es la amenaza, lo que amenaza es el corte; pero la dificultad reside -como ya señalamos-, en que este padre está colgado, fuera del sistema, es decir: "no corta ni pincha".

Lic. Omar Daniel Fernández
odfernandez@fullzero.com.ar

Notas:

(1) Faig, Carlos: "La Transferencia en el niño" en : "El Juego de la Clínica" de la Revista: "Psicoanálisis y El Hospital" Año 1 Nº2 – Noviembre 1992. (Trabajo leído en el Primer encuentro Nacional de Prácticas Institucionales con Niños y Adolescentes: "Encuentro y Repetición", organizado por el Htal. Infanto – Juvenil Carolina Tobar García. Junio de 1992.)

(2) En este sentido podemos decir que la vuelta sobre el parricidio implica no sólo la transferencia en la neurosis, sino los modos de posicionamiento con relación a la castración lo cual implica la relación del sujeto con el lenguaje en su conjunto.

(3) Fukelman, Jorge: "Encuentros sobre la clínica con niños". Servicio de Psicoanálisis Infantil – Hospital de Merlo. Primer encuentro: "Niños en Juego", Pág. 7. Buenos Aires, 1986. Ficha de la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino.

(4) Faig, Carlos: Ibidem.

(5) Beisim, Marta: "Juegos de Transferencia. La personificación y el equívoco en el análisis de niños". Revista "Redes de la Letra" Nº 7 "La Ley: Violencia y Filiación. Ediciones Legere. Buenos Aires, noviembre de 1997.

(6) Beisim, Marta: Ibíd. , Pág. 88.

(7) Beisim, Marta: Ibíd. , Pág. 88.

(8) Beisim, Marta: Ibíd. , Pág. 89.

(9) Agamben, Giorgio: "Infancia e Historia. Ensayo sobre la destrucción de la experiencia – IV, Págs. 66, 67, y 70, en "Infancia e Historia". Adriana Hidalgo editora. Buenos Aires, 2001 – 2003.

(10) Beisim, Marta: "Semánticas del jugar infantil", Pág. 64 en el capítulo: "Decires del Inconciente" del libro: "Una cita con Freud – Potalch, encuentro psicoanalítico". Editorial J.V.E. Psiqué. Primera edición, Argentina 1996.

(11) Fukelman, Jorge: "El niño y el Psicoanálisis" Revista Vertex.

(12) Fukelman, Jorge: Ibidem.

(13) Fukelman, Jorge: Ibidem.

(14) Faig, Carlos: Ibidem.

(14) Beisim, Marta: Ibíd. , Pág. 65.

(15) Faig, Carlos: "Refutaciones en Psicoanálisis", Cap. II: "Réquiem Psicosis": "Los Protoniños", Pág. 58. AlfasíEdiciones. Buenos Aires 1989.

(16) Fukelman, Jorge: "Encuentros sobre la clínica con niños". Servicio de Psicoanálisis Infantil – Hospital de Merlo. Primer encuentro: "Niños en Juego", Pág. 7. Buenos Aires, 1986. Ficha de la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino.

(17) Faig, Carlos: "La Transferencia en el niño" en : "El Juego de la Clínica" de la Revista: "Psicoanálisis y El Hospital" Año 1 Nº2 – Noviembre 1992. (Trabajo leído en el Primer encuentro Nacional de Prácticas Institucionales con Niños y Adolescentes: "Encuentro y Repetición", organizado por el Htal. Infanto – Juvenil Carolina Tobar García. Junio de 1992.)

(18) González, Andrea C.: "Re-ciclado Tecno-lógico llamando a un padre......sin crédito", Pág. 1. Trabajo presentado en las jornadas de A.P.E. 2005 (inédito).

(19) Ibid., pág., 1.

(20) Ibid., pág., 1.

(21) Ibid., pág., 1 y 2.

(22) Ibid., pág., 2.

(23) Ibid., pág., 2.

(24) Ibid., pág., 3.

(25) Ibid., pág., 3.

(26) Ibid., pág., 3.

(27) Ibid., pág., 3.

(28) Ibid., pág., 2.

(29) Ibid., pág., 2.

(30) Ibid., pág., 1.

(31) Ibid., pág., 1.

(32) Ibid., pág., 1.

(33) Ibid., pág., 1.

(34) Ibid., pág., 2.

(35) Ibid., pág., 3.

Ibid., pág., 3.

(37) Ibid., pág., 3.

Bibliografía:

Agamben, Giorgio: "Infancia e Historia". Adriana Hidalgo editora. Buenos Aires, 2001 – 2003.

Beisim, Marta: "Juegos de Transferencia. La personificación y el equívoco en el análisis de niños". Revista "Redes de la Letra" Nº 7 "La Ley: Violencia y Filiación. Ediciones Legere. Buenos Aires, noviembre de 1997.

Beisim, Marta: "Semánticas del jugar infantil", en el libro: "Una cita con Freud – Potalch, encuentro psicoanalítico"(A.A.V.V.). Editorial J.V.E. Psiqué. Primera edición, Argentina 1996.

Faig, Carlos: "Refutaciones en Psicoanálisis", Cap. II: "Réquiem Psicosis": "Los Protoniños". Alfasí Ediciones. Buenos Aires 1989.

Faig, Carlos: "Lecturas Clínicas". Xavier Bóveda Ediciones. Argentina 1991.

Faig, Carlos: "La Transferencia en el niño" en: "El Juego de la Clínica" de la Revista: "Psicoanálisis y El Hospital" Año 1 Nº2 – Noviembre 1992. (Trabajo leído en el Primer encuentro Nacional de Prácticas Institucionales con Niños y Adolescentes: "Encuentro y Repetición", organizado por el Htal. Infanto – Juvenil Carolina Tobar García. Junio de 1992.)

Fukelman, Jorge: "Encuentros sobre la clínica con niños". Servicio de Psicoanálisis Infantil – Hospital de Merlo. Primer encuentro: "Niños en Juego". Buenos Aires, 1986. Ficha de la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino.

Fukelman, Jorge: "El niño y el Psicoanálisis" Revista Vertex.

González, Andrea C.: "Re-ciclado Tecno-lógico llamando a un padre......sin crédito". Trabajo presentado en las jornadas de A.P.E. 2005 (inédito).

Lacan, Jacques: "Dos notas sobre el niño", en: "Intervenciones y Textos 2". Editorial Manantial. Buenos Airtes – Argentina 1988.

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