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Número 2 - Octubre 2000
Max Graf
Arte, paternidad y psicoanálisis
Mary Videla

Apenas comenzado el siglo XX y con el psicoanálisis recientemente nacido, Freud obtuvo los elementos necesarios para confirmar las conclusiones a que había llegado a partir del análisis de adultos. La neurosis infantil de quien se hizo famoso como "el pequeño Hans" dio origen al primer estudio clínico de un niño, único en el que se embarcó Freud y en el que no tuvo más que una participación a distancia.

El pequeño no fue su paciente y se vieron personalmente solo en dos ocasiones: la primera cuando Hans contaba cuatro años de edad y la segunda quince años más tarde. El creador del psicoanálisis pudo sentirse satisfecho con su logro: el ahora joven de diecinueve años no padecía síntomas neuróticos y desarrollaba una vida bastante plena, solo ensombrecida por la separación de sus padres. Confesaba no recordar nada de todo lo relatado en aquel historial, que se le aparecía como un cuento ajeno a él mismo y del que solo podía apropiarse gracias a la memoria de los otros. Sus dichos confirmaban una vez más las observaciones de Freud: la amnesia infantil había cumplido su cometido.

No la neurosis del niño sino la inquietud paterna había llevado a Hans a transformarse en el primer paciente niño de la historia del psicoanálisis. Sus padres fueron tempranos entusiastas de la nueva disciplina: la madre de Hans había sido paciente de Freud y el padre, Max Graf, se había acercado -hacia fines de 1904- a lo que por entonces era la Sociedad Psicológica de los Miércoles (SPM) colaborando con una serie de artículos sobre arte.

Max Graf había nacido en Viena en 1873. Desde pequeño estuvo vinculado a las letras: su padre, Josef Graf, fue jefe de prensa del gobierno de Bohemia y era dueño de una imprenta en Viena.

Max Graf cursó la Secundaria en Praga y el Gymnasium académico en Viena. Se inscribió en la Facultad de Derecho en 1891 y se graduó en abogacía en 1896. Sin embargo no fue a las leyes a lo que dedicó su vida, sino al arte. Su aspiración de convertirse en compositor lo llevó a estudiar música y más tarde, además de composiciones musicales hizo crítica musical en distintos diarios vieneses –Der Tag y Zeit entre otros-.

Estudió Historia de la música y Estética del arte sonoro en la Academia Musical Vienesa, materias de las que fue profesor a partir de 1909.

Su interés literario lo llevó a participar de las reuniones del grupo literario "Joven Viena" que solía reunirse en el café Grienstedl, además de ser miembro de la Asociación de prensa y Escritores "Concordia" de Viena.

Es probable que haya sido no solamente el interés por la salud psicológica de su hijo, sino también su amplio sentido estético y creativo lo que lo condujo hacia el naciente psicoanálisis. Su calificación del psicoanálisis como "la primera ciencia de la creatividad" muestra el entusiasmo con que abrazó las ideas propuestas por Freud. Y aunque la vinculación oficial de Graf con la SPM culminó en 1913, los años que participó en ella fueron muy productivos: participó en congresos, disertó sobre "Metodología de la psicología poética" en 1907, publicó un libro sobre la psicología de la creatividad en 1910 y un folleto sobre Wagner en 1911. No realizó un encargo expreso de Freud -un trabajo sobre Mozart y su relación con Don Juan-, tal vez apremiado por los acontecimientos políticos de Europa: la Primera Guerra Mundial lo tuvo como combatiente de la armada húngara..

Varios años después de finalizado el conflicto bélico (en 1938), emigró a los Estados Unidos donde trabajó en la New York School for Social Research -destino que compartieron muchos de los psicoanalistas emigrados a Norte América- y fue también allí profesor de crítica musical, tarea que continuó al regresar a Europa en 1947.

Su autobiografía Cada hora fue satisfactoria apareció en 1953, cinco años antes de su muerte.

Max Graf no solo enseñó música. Fue también un educador para su hijo, con quien empleó los métodos educativos inspirados en las adquisiciones del psicoanálisis. El y su esposa acordaron dejar crecer a su hijo sin intimidaciones y restringiéndolo solo en lo esencial para el desarrollo de una buena conducta. No siempre estuvieron a la altura de tan loables objetivos y, como cualquier niño de su edad, Hans no escapó a las reprimendas maternas por masturbarse ni a las amenazas de castración ante esa práctica. También de su madre obtuvo Hans la primera respuesta acerca de los genitales y su función excretoria, explicación inadecuada que, unida a sus propias teorías, desembocaron en la neurosis infantil y el desarrollo de la fobia.

Comprobaciones de este tipo hicieron que Freud no siempre tuviera la misma posición respecto a las bondades del esclarecimiento sexual del niño. En los comienzos de su formulación teórica Freud consideraba que la sexualidad debía ser tratada en la escuela en el mismo plano que las otras materias. Y ello debido a la torpeza que observaba habitualmente en los padres cuando se trataba de abordar la educación sexual de sus hijos. A su entender la educación y la vida sexual civilizada no solo prohibían la manifestación de las tendencias perversas -naturales y propias de la edad infantil- sino también las de la sexualidad genital en la adolescencia, forzando a la sexualidad a seguir caminos colaterales de modo de obtener una satisfacción que solo podía ser perversa o neurótica.

La escatimación de la información sobre la sexualidad tiene otra devastadora consecuencia: al afectar a la sexualidad infantil y la curiosidad propia de esa época, coarta el desarrollo de facultades intelectuales más complejas.

Sin embargo en 1937 en "Análisis terminable e interminable", la posición de Freud era otra. Decía allí que esclarecer al niño en materias sexuales podría tener los mismos efectos que el esclarecimiento hecho a un paciente adulto sobre distintas posibilidades de conflictos pulsionales: " El paciente escucha, si, la nueva, pero no hay eco alguno." Y agregaba: "Lejos estoy de afirmar que sea este un proceder dañino o superfluo, pero es evidente que se ha sobrestimado en mucho el efecto profiláctico de estas liberales prevenciones. Los niños saben ahora algo que antes ignoraban, pero no atinan a nada con las nuevas noticias que les regalaron. Uno se convence de que ni siquiera están prontos a sacrificar tan rápido aquellas teorías sexuales –uno diría: naturales- que ellos han formado en acuerdo con su organización libidinal imperfecta y en dependencia de esta: el papel de la cigüeña, la naturaleza del comercio sexual, la manera en que los niños vienen al mundo. Todavía largo tiempo después de haber recibido el esclarecimiento sexual se comportan como los primitivos a quienes se les ha impuesto el cristianismo y siguen venerando en secreto a sus viejos ídolos. "

 

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

Freud, Sigmund"Análisis terminable e interminable" (1937), Obras Completas, vol. XXIII, Amorrortu editores, Bs. As., Argentina.

Freud, Sigmund"El esclarecimiento sexual del niño (Carta abierta al doctor M. Fürst )" (1907), Obras Completas, vol. IX, Amorrortu editores, Bs. As., Argentina.

Freud, Sigmund"La moral sexual 'cultural' y la nerviosidad moderna" (1908), Obras Completas, vol. IX, Amorrortu editores, Bs. As., Argentina.

Freud, Sigmund"Análisis de la fobia de un niño de cinco años" (1909), Obras Completas, vol. X, Amorrortu editores, Bs. As., Argentina.

Millot, CatherineFreud Anti Pedagogo, Ed. Paidós, Bs. As.,Argentina, 1ª. edición castellana, 1982.

N de R: Ver en el número 8 de Fort-Da el articulo de Pablo Peusner "El regalo de Freud", que incluye la traducción al castellano del texto de Max Graf "Reminiscencias del profesor Sigmund Freud", asi como las fotos reunidas por Ariel Pernicone

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