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Número 13 - Mayo 2019
Situaciones extremas en infancias y pubertades
(De lo inovidable a la ficción)
Cynthia Eva Szewach

“Dicen que hizo su viaje debajo de la tierra y que perdió lo que buscaba”
                                                                                               Denise Levertov

En Piezas en fuga de A. Michaels un niño relata y recuerda bajo la égida de la búsqueda de salvarse de la persecución en la guerra, en 1942:
“Yo tenía mis deberes, caminar por la noche, por las mañanas, cavar mi cama”.

Había que comer cualquier cosa. Soñó que alguien encontraba el botón que había perdido e iba a buscarlo…soñó con pan, al despertar le dolía la mandíbula por masticar el aire…se despertaba con terror. Cavar la cama.
¿Una poética que dice del horror? ¿Una poética que lo vela?

Ha logrado esconderse en un agujero en la pared, tras el empapelado, un niño polaco salva su vida de los nazis. Los soldados asesinan a sus padres y secuestran a su hermana Bella. El niño, Jakob Beer, se refugia en un bosque, donde lo encuentra un geólogo griego llamado Athos Roussos, que lo lleva a su casa en la isla de Zakynthos. Al finalizar la guerra ambos se instalan en Toronto, Canadá. Allí Jakob trabaja como traductor, escribe poesía; pero, haga lo que haga, intentar enterrar imágenes, cubrirlas con palabras griegas e inglesas dice llevar igual consigo la memoria de lo peor. ¿cómo olvidar? ¿Cómo establecer una relación entre ese exceso sobre el psiquismo y la ficción protectora en términos de lo que Freud llama Vorrastkammer, armario de provisiones?(1) En esta novela coincide la metáfora con cierta literalidad de los sucesos. El niño fue dejado para esperar en un armario de provisiones (2)

Partiremos  en segundo punto de una relectura de un trabajo publicado titulado “Me quiero olvidar…” (3)

Se trata del recorrido de algunas marcas de un relato de la práctica en relación a una púber que, en consecuencias del abuso sexual de su padre, vino a hablar, ya habiendo transcurrido varios meses de embarazo y una vez vehiculizada la primera instancia de denuncia judicial. En esa ocasión se trató de ubicar lo que singularmente y en el marco de la transferencia fue producido. Fue también de valor las incidencias institucionales, que posibilitaron las protecciones posibles a una jovencita afectada por el poder del Otro.

No es mi intención en esta ocasión volver a relatar ese recorrido analítico que transcurrió algunos años, sino repensar los asuntos que trajo (4).

Situaciones extremas en tiempos de la infancia o de la pubertad. Guerra, desolación, desamparo, Incesto, desgarros, complicidades. Figuras del relato, figuras del olvido.

Lacan en el seminario de La lógica del fantasma dice lo siguiente:

¨ Que pueda ser instauración de algo que es sin retorno para el sujeto, en el que ciertos actos sexuales privilegiados, que son aquellos que se llaman incestos, nos hacen literalmente tocar con la punta de los dedos. Tengo bastante experiencia analítica como para afirmarles que un chico que se ha acostado con su madre no es para nada en el análisis un sujeto como los otros e incluso si él mismo no sabe nada de eso, no cambia nada al hecho que es analíticamente tan tangible como su Verleugnung personal,  la desmentida que él puede aportar al hecho que es un valor de franqueamiento decisivo, no cambia nada

Es un fragmento de la clase del 22 de febrero que subrayo en tanto resulta enigmático y elocuente por contener varios pliegues. Probablemente tocamos de oído dejando escuchar las disonancias en variadas preguntas. Por ejemplo: ¿Qué implica en ese contexto teórico y según Lacan en su experiencia no ser “sujeto como los otros”? ¿A qué se refiere allí con “su Verleugnung   personal, desmentida que puede aportar…”? ¿Adónde remite el “no sabe nada de eso” de la frase? Hay según parece una insistencia en lo que no cambia, en lo sin retorno. ¿Tiene el mismo estatuto en lo referido a una niña y su padre, en cuanto a lo que va a llamar en otro contexto efectos devastadores en el incesto madre- hijo? También se pregunta en el Congreso sobre Sexualidad Femenina porqué el mito analítico rechaza lo concerniente a la prohibición del incesto padre- hija.

Hay algo sin retorno. No como los otros. ¿Supone acaso alguna forma de excepción? Término complejo.

Tomemos la cuestión que ubique marcas de la práctica.

La pregunta referida en función de algunos casos, cada uno en su singularidad, conlleva un aspecto destacado en la confrontación de la práctica psicoanalítica con otras prácticas y con determinadas instituciones presentes, en función de lo que se entienda como proteger por ejemplo la niñez. Muchas veces, es terreno fértil para la suposición o la idea que de lo que se trata es un objeto y un saber común con la intención de “aunar criterios”.

En esta experiencia analítica, la denuncia, en términos legales, instituye la intervención del campo jurídico y psicológico, el embarazo y el parto incluyen la intervención del campo médico, y cierto desamparo, el campo social. ¿Cuál es por ende nuestra posición y disposición como analistas convocados a participar e intervenir en dichos contextos? ¿Cuál es la instancia en la que radica nuestra contribución cuando somos llamados a dar allí alguna palabra?

Las formulaciones producidas frente a requerimientos del orden jurídico, social o médico, transitaron su eje en la intención y  la convicción, que se pueda escuchar de qué se trataba en cada oportunidad, junto a inevitables vicisitudes, obstáculos (5). Este aspecto no careció de importancia frente al hecho de estar tomándose distintas decisiones, insustituibles e ineludibles para un médico o para un juez. No es poco frecuente que, en situaciones de esta índole, sean los lugares comunes o las propuestas profilácticas cargadas de moralidad las que conduzcan al arrasamiento del sujeto redoblándose con ello lo abusivo. Lo que no podemos dejar de constatar aquí, es que la práctica analítica, se va produciendo inmersa en las dificultades que le son propias, junto a la complejidad entre frondosas circunstancias “externas” que forman parte del terreno.  Implica necesariamente la relación con otros discursos. Una de las preguntas es: ¿cuáles son los modos ¨ posibles ¨, de situarnos y formar parte frente a determinados escenarios que exceden los que atañen exclusivamente a la escucha de un analizante?

Retomamos el texto al que nos referíamos. Esta jovencita (6),  se pregunta, digamos que  se atreve a transformar en interrogación lo siguiente:  ¿Cómo puede ser que su padre sea aquél que abusó de ella y pueda incluso ser acaso el padre de un hijo “suyo”?
La intervención consistió en preguntarle qué era un padre para ella, con lo cual concluyó diciendo en la lógica de su discurrir que ese hombre al que  denunció y confesó su culpabilidad jurídica, no lo era (7).
¿Sería factible aducir sin embargo que el problema en la intervención es que se trataba efectivamente del padre? (8)

Es una interrogación una y otra vez retomada por el psicoanálisis la pregunta por la paternidad ¿Qué es (ser) un padre? Pero obviamente el asunto no radica en distinguir si se trata efectivamente del padre o no, sino que el texto relatado nos habilite el lugar para forjarnos preguntas en lo que atañe a la cuestión del incesto: ¿De qué padre estamos hablando? ¿Podría acaso un analista definir que tal lo es o no lo es? ¿Aquél que atraviesa derribando la barrera de la interdicción que prohíbe la consumación del incesto, es en ese momento un padre? ¿Pero si hablamos de incesto podemos dejar de hablar de un padre? Aunque, ¿hay acaso en ese momento un hijo?  Justamente se  desvasta la categoría hijo. ¿No es por lo tanto una prohibición que paradójicamente prohíbe lo imposible en sí de consumarse, imposible que proviene de la estructura misma del lenguaje?

Y ¿qué es una madre? Si se escucha la frase, como en alguna ocasión “yo no me entero de lo que pasa porque duermo mirando la pared” ¿no opera eso que llamamos “Madre”, señalando allí a esas niñas como prohibidas en el terreno del goce sexual, más bien que las marca como posibles? Literalización de la complicidad que deja a la intemperie a unas niñas sin protección.
La denuncia desde el punto de vista jurídico, por un lado, y, para el psicoanálisis en tanto lectura, puede constituirse como un acto de decir no, anota un acontecimiento que puede poner fin a un padecimiento, al mismo tiempo que puede poner en marcha otros asuntos a ser escuchados.

Si bien no nos centramos en las intervenciones de un análisis en particular, en los dos fragmentos que pertenecen a diferentes circunstancias donde se ejerce un poder sobre quien podemos nombrar como víctima, ya sea de la guerra o del abuso incestuoso, en ambas situaciones queda subrayado entre otros asuntos el lugar que ocupa el olvido, el intento de olvidar. En principio enraizado a la experiencia del desamparo material frente a peligros externos.
Recordamos el ejercicio del terrorismo del sufrimiento, tal como lo nombra Ferenczi (9), en este caso sin la sutileza de hacer cargar sobre el niño las angustias parentales, sino el ejercicio del poder sin escrúpulos.
 De allí cada camino encuentra sus refugios “personales”, en términos de la producción de sujeto, la escritura, el análisis, con las marcas indelebles, con las marcas de lo inasimilable, en el intento de producir olvido (sin desconocer que en su totalidad incluye su imposibilidad)

Otro de los puntos que nos interesa es el lugar de la Verleugnung. Aquella que Lacan llama enigmáticamente como Verleugnung personal, la desmentida que puede aportar.
Josep Beer se refugia, huye en el bosque, donde teme, en su escondite tiene terror, cada sonido un minúsculo terror, dice Quignar. Pierde a su hermana. Es salvado por un adulto, que le ofrece relatos múltiples, forjando recuerdos, va perdiendo, ficcionaliza, busca duelar:  "Permanecer con los muertos es abandonarlos”.

Durante todos los años sintió que su hermana Bella, lo convocaba, repleto de su soledad: “No he comprendido bien sus señales. Como otros fantasmas susurra, no para que me vaya con ella, sino para que cuando me encuentre suficientemente cerca, ella me empuje de vuelta al mundo"

En relación al caso recortado, el anhelo de olvidar incluye algunas figuras. Una de ellas la que atañe a la transferencia. Olvidarse del analista. Finalizar algo.  El pedido de concluir el tratamiento “quiero olvidarla, olvidar este lugar”, trae, con derecho, una justa pretensión de elevar lo instaurado hasta allí a la dignidad de lo olvidable. La mención de Lacan “El analista elige devenir él mismo ficción rechazada” podría ubicarse allí

Pero ¿qué es lo a olvidar? Hay enlaces entre el olvido y lo perdonable. La violación de la prohibición del incesto, el abuso sobre un niño, niña o púber, puede hacer oír lo imperdonable.  “Perdonarlo, nunca”, fue una de las frases
Cómo diría V. Jankelevitch, en su libro titulado El perdón, lo imperdonable no sería nihilizable con el tiempo. Entonces ¿cómo olvidar?

En cierta ocasión la joven relata el relato de una escena: “No puedo olvidar que (qué) miraba…”, bordeando un agujero, “detrás de la frazada agujereada…
Un asecho amenazante, peligroso, de niña, no sabía si podía ocurrirle algo, cuando. Un decir que intenta bordear recortar para distanciar. La frazada es la visera, el paño, donde se extrae una escena que incluye, iniciada en forma de negación, el olvido, la mención de un lugar agujereado, y de la dimensión de lo no sabido. También se nombraba en tanto niña aterrada, que se reconoce objeto de un goce y un tormento efectivamente ocurrido. Muy diferente de los deseos infantiles y reprimidos de los sueños. Aquí se trata del padecimiento de los hechos. Sin pensar el trauma como real, hay diferencia entre los hechos y la fantasía inconsciente infantil.

 Lo que no podemos olvidar además es que hay diferentes tiempos a los que se ve llevado un análisis, incluyendo los obstáculos, así como los tiempos de constitución de un sujeto en el circuito de la repetición y más aún si se trata de un sujeto atravesando la infancia- pubertad.

Es por ello la apuesta en términos del escenario lúdico. A veces el silencio, como modo contingente de intervención, puede que formule en barbecho lo que parece tramar un trabajo de ligadura que aguarda una operatoria (entramado sexualidad y muerte) articulándose, a su modo.

En lo que respecta a la desmentida, a la Verleugnung, creemos entender a lo que Lacan se refiere. Es una manera de estructurar algo como ocurrido y no ocurrido al mismo tiempo. Puede ser como en alguna experiencia de la praxis que se ha escuchado, en el interior de la transferencia, pasado un tiempo, ocurre la invención novelada, (-“te cuento; me parece que lo que me pasó fue que…”)  invención construida, que puede convivir, en tanto propia de la ficción con el testimonio de acontecimientos (por ejemplo abuso, violencia, denuncia, cambio de hogar, entre otros posibles) incluso con consecuencias, y que puede diferenciarse y entramarse con esa Verleugnung estructurante, de facilitación simbólica. El “ya lo sé…pero…” o,  “Ya sé lo que me pasó pero me parece que un día en el parque…”
 

La verdad siempre se dice a medias, en esa dimensión de verdad. Y el silencio como marca de olvido (10)
¿Esta desmentida, emparentada a un dolor en sus diferentes aspectos, está acaso emparentada con el olvido?
Quien sabe…quizá

Notas

(1) Si bien  Lacan en el seminario de la Ética dice , “ Vorrastkamer es la palabra que Freud utilizó para armario de provisiones de su propio inconsciente”, tomando “El Proyecto…”, es más interesante en esta ocasión cómo la utiliza Freud en “Pérdida de realidad en neurosis y psicosis” donde el mundo de la fantasía  desempeña el papel de “cámara del tesoro”, el “almacén” donde se recoge el material o el modelo para edificar la nueva realidad que gusta apuntalarse en lugares como por ejemplo el juego de los niños dice Freud, con un contenido diverso de  aquél contra el cual fue preciso defenderse

(2) Anne Michaels, Piezas en Fuga: Ed. Alfaguara. Pag 161 “Cuando mamá y papá me trajeron aquí por primera vez había treinta y dos latas. Más que suficiente para un niño pequeñito como tú, dijo Mamá. Recuerda, dos latas al día Mucho antes de que se te acaben las latas habremos vuelto a buscarte…Nunca abras las cortinas. Prométeme que nunca, nunca, abrirás la puerta…Papá me dejo cuatro libros…”

(3) Cynthia Eva Szewach: “Me quiero olvidar…”  Conjetural número 47  Siglo veintiuno editores  y en Hojas Encontradas, Fragmentos de análisis de púberes y jóvenes, Ediciones del Dock

(4) Durante algunos años me ocupó la coordinación de un equipo de trabajo dedicado a la atención de adolescentes en obstetricia y neonatología. Nos confrontamos con la diversidad de situaciones y contextos en las que se producían las demandas o las posibilidades de intervención, en interlocución desde ya con otros campos discursivos. La cuestión, y en este caso será una referencia al sesgo, era la propiciación de las condiciones más cuidadas para las y los adolescentes que se acercaban a consultar o a ser tratadas médicamente. Cuidados tales como la posibilidad de incidir en que no se atravesara un parto en forma “natural” si era una situación para lo cual no se estaba preparada (ni psíquica ni física). Actualmente sabemos se encuentran, en nuestro país, en debate con fuerza, en especial desde las pibas agrupadas, lo que atañe a la legalización del aborto y sin duda con mayor visibilidad los casos que redoblan lo abusivo al considerar a niñas o púberes factibles de asumir esos acontecimientos devastadores. Sin duda un analista en relación a su contexto en tanto tal se compromete con escuchar el horizonte de las políticas, los lenguajes, discordias y avatares de su época del que forma parte.

(5) Jinkis J. Indagaciones,  edhasa “ El psicoanalista que no teme confundirse con el biólogo, se espanta ante la intervención de la psicología y rechaza intenciones y motivos para muchas veces reencontrarlos en las estructuras narrativas a las que reduce su teoría. Se trata de precisar su función”  Es en ese sentido que intención aparece en bastardillas, más cercana a una convicción  que incluya aquello que puede “fracasar”.

(6) Jovencita es la nominación que posibilitada por el diminutivo me facilita ubicar el discurso entre la infancia y el inicio de los avatares del tiempo puberal. Dicha dimensión estaba incluida en los encuentros en términos de la inclusión del juego propiamente dicho, que en tanto tal incluye una exclusión, lo real sexual y enmascara el riesgo en tanto ficción. No está de más decir que más allá de algunas voces del bien hacer y el peorazgo de la buena psicología que supone que porque hay embarazo hay maternidad y que no abandona la idea su gesta preventivo-moralizante, la cuestión es la escucha, la ética de lo singular y de la inclusión del límite y posibilidades de nuestra función.

(7) Más allá del efecto circunstancial de alivio y la complejidad que se jugó en esa pregunta y lo conmovedor del encuentro, vale relatar que fue ella quien se atrevió a denunciar al padre por abuso sexual, quien se encontraba preso al momento de iniciar sus consultas.

(8) Esa fue la pregunta de un analista en una presentación

(9) S.Ferenczi,  Destaco la importancia del artículo “Confusión de lenguas entre el niño y el adulto” por las dimensiones que nos aporta. Aquí subrayo ese término terrorismo del sufrimiento, sobrecarga a un niño que debe asumir una culpabilidad que lo excede, le arrasa su ternura.

(10) E. Haimovich, Del grito al silencio Redes de la letra 15: la imposibilidad de saber “ Es correlato de un silencio, un silencio sucio, impuro, es marca de  olvido y no simple olvido”

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