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Número 11 - Agosto 2014
Seba, se va.
Cuando el andamiaje tambalea.
Un abordaje clínico a los problemas en la infancia
Alejandro Sacchetti

Primer tiempo

En septiembre del 2006 Seba (significante nominal interesante pues suena a “se va”, punto de fuga que retomare mas adelante), es traído por sus padres portando un diagnóstico: “Trastorno generalizado del desarrollo” TGD. Trastornar (1) que también refiere a  volver algo de abajo a arriba o de un lado a otro, invertir el orden regular de algo. Es mas en las referencia del diccionario de la RAE se suma la definición de inquietar, quitar el sosiego.  Pero también a sido tomado como nomenclatura por la normativa organizativa en “salud mental” para señalar no una enfermedad sino algo que no funciona, obviamente sin especificar.... Agrego que posteriormente a la definición de trastorno se le suma otro fuerte signo diagnóstico: enajenación mental. El certificado de discapacidad de Seba afirma que  es de tipo  mental. Freud era claro en sus recomendaciones en su texto “la iniciación del tratamiento”: resolver el problema de lo orgánico para que no haga obstáculo en el análisis, con niños esto se manifiesta en  resistencia en los Padres, Maud Mannoni planteaba que el psicoanalista debe ser el último. Fórmula central para realizar todos los análisis “orgánicos” pertinentes, para poder alojar  al sujeto-niño.

Volvamos a la clínica que no es mera formalidad, ahí intentaremos alojar de que sujeto se trata, lo singular. Seba llega en brazos de su padre, mas que sostenido, agarrado para que sus desbordes no generen inconvenientes, corriendo hacia alguna puerta, pateando puertas o pantorrillas. Es un niño de una fisonomía agradable, grandes ojos oscuros, delgado, rápido en sus movimientos, con un flequillo rubio cuidado. Ante algún malestar su rostro se contrae de una forma significativa, su gesto no es triste pero la risa parece que no termina de instalarse.  Intento acercarme y acercarlo,  me conmueven sus sonido guturales,  remarco que lo gutural es un sonido de garganta, un sonido que no es voz, un ruido a mitad de camino de alguna lengua, un aullido-ruido desprovisto de timbre. Aunque el aullido esté mas cerca del llamado o “Voz triste” del lobo o el perro. Tomándolo de alguna manera comienza a desplazarse, se mete debajo de una de las mesas del consultorio y mira de reojo al observador extraño. Hago chorisitos de plastilina bastantes largos con mis manos, me observa sorprendido,  los cuelgo al costado de la mesa de tal forma que tengan un movimiento pendular, le agrego un pequeño muñeco, se tranquiliza y empieza un movimiento, no un juego, en que repite y acompaña fascinado esa pulsación de plastilina,  la empieza a empujar con su mano. Así empezamos, haciendo chorisitos de plastilina, luego cuando nos encontrábamos frotaba sus manos armando un imaginario chorisito de plastilina, señal de un primer acuerdo. Veremos que acontece entre la “masilla” (2) de su cuerpo y esta otra masilla que pueda contornear lo pulsional y un objeto e identificación que movilice una dimensión deseante. Primer tiempo de un camino. Seba tenía 4 años y 2 meses, una cronología aparentemente tardía para re instituir el andamiaje subjetivo tambaleante.

Seba seguía gritando y repitiendo acciones estereotipadas, emitiendo sonidos que no terminaban en conformar palabras de contextura simbólica, ecos de fonemas que volvían a  reinstalarce chocando con un muro en donde no había retorno significante que relanzara una enunciación. Luego de un año de trabajo se decide interdisciplinariamente comenzar con un tratamiento de lenguaje. La suspensión de este tratamiento en los comienzos, solicitado insistentemente por los padres, no solo no se justificada por la carente articulación simbólica de Seba, sino también, para no caer en la trampa conductista y de “adiestramiento” que sobre todo el padre solicitaba. La fonoaudióloga Noemi Giuliani, en esa nueva instancia señala “un claro proceso de apropiación”, pero también destaca que esa marcada cercanía al decir del otro, se puede pensar como una ecolalia.

Es interesante la articulación de lo estereotipado con el indice clínico  de la ecolalia, lo estéreo en el ámbito sonoro remite a esa dimensión en que el desplazamiento por dos canales del sonido genera una especialidad acústica perceptiva,  lo estereotipado lo deja pivotando en un a especie de vacío.

 Esto me da pie para ciertas reflexiones. Desde el comienzo de la actividad del proceso primario, el ruido, todo ruido, se convierte en sinónimo de un elemento que informa acerca de la presencia del primer objeto que lo primario espera, la voz materna como atributo sonoro del pecho, diría Aulanier, la voz se convierte en signo del deseo materno. La zona auditiva experimenta placer-displacer. Podemos pensar que el cuerpo es un gran oído. El oído interno opera como una piel, es tocada. Por ello creo interesante poder tomar este modelo  de “piel auditiva”. No todo sonido subjetivo tiene que ver con una producción externa. Recuerdo que en el mito de Narciso, Eco era una ninfa despechada por él y con otras doncellas idean un plan para matarlo (3). Eco se queda sin piel, capturada en un sonido que golpea y retorna desde un muro sin cuerpo, cuerpo del Otro que no existe.  Con Seba tenía la sensación que entre su piel y la mía había un muro, una difícil conexión afectiva, ningún signo de amor que permitiera conmover la pulsión articulando, demanda, deseo y goce.

 

La Familia

Nos ponéis en medio de la vida,
dejáis que la pobre criatura se llene de culpas:
luego a su cargo le dejáis la pena;
pues toda culpa se paga sobre la Tierra».
Goethe, cita de Freud en “El malestar de la cultura”

Seba viene a consulta con su compleja familia, Los padres son funcionarios judiciales, sostenidos por una institución muy paternalista, muy protectora de sus “hijos”, en que los lugares son signados en la mayoría de la veces hereditariamente: “la familia judicial”. En ese horizonte se inscribe el complejo conyugal es que los padres proyectan y construyen una familia, un ideal. En una casa en las afueras de Buenos Aires comienzan a traer hijos al mundo, hay proyecto, ilusión, ideal de progreso: La familia Ingalls.  Pero algo falla.  Nace el primer hijo, viene el segundo: Seba, muy rápidamente,  la nena, y hay más, viene otro varoncito, cada dos años están programados los nacimientos. Muchas veces escuche a mujeres añosas decir “yo, ya cerré la fabrica”, es indudable que el deseo materno da un plus a la fábrica de hijos. Sebastian no termina de recuperarse, diría  de restablecerse en la familia, parece que la mama tampoco, y esto no es sin consecuencias en su deseo y a lo que Seba le toca.. Cuando Seba llega a la consulta, venía acompañado algunas veces por toda la prole, la nena,  el bebe en brazos, el primogénito.

El padre era el agente de su portación, el encargado de llevarlo y traerlo, de buscar en los profesionales el saber representado, expertos que permitieran restituir a este hijo perdido de la normalidad. No sabían ya que hacer con él, pero sobre todo el padre remarcaba la necesidad de correctivos funcionales, insistía en cuestiones educativas, de adiestramiento, de estimulación conductual. Su discurso racional y experiementalista, cada ves lo alejaba más de Seba, que quedaba ubicado es su discurso como una máquina que funcionaba mal, un sujeto empírico mas que un sujeto de deseo. En esos primeros momentos la madre advertía esta exageración paterna, pero no era suficiente, se trataba de otra ausencia, que fue alojada transferencialmente y comenzó un trabajo con el niño y sus padres. Buscar colegio con la orientación de la psicopedagoga Stella Paez, comenzar un análisis. Los padres acompañan y deciden mudarse a Capital para poder organizar la escolaridad de sus hijos, sus trabajos y el tratamiento de Seba, los fines de semana vuelven a la casa de las afueras, el sueño de la familia Ingalls.

¿Que paso en el decir de los padres?, entre otras cosas, por fortuna la madre se angustia y esto retorna en una chance subjetiva para Seba, reconoce que cuando pequeño lo excesivo de los movimientos de Seba le hacían imposible sostenerlo, Holding, esto la ponía muy mal. El eje materno es fundamental, Yankelevich llega a decir que es muy distinta la  madre de un niño psicótico, que la de un autista (4). El padre terminaba cumpliendo con la tarea. Pero algo allí se perdía, Seba buscaba contornos, y no le era sencillo  el encuentro con el Otro. Sabemos por los estudios de Spitz, entre otros, lo que implicaban las experiencias hospitalarias nominadas “Marasmo”, esa suspensión, paralización, inmovilidad, en lo moral o en lo físico, asociadas a la desnutrición. Es decir niños que eran atendidos en el sentido de la necesidad pero no del deseo, terminaban no comiendo, muriendo. El alimento son las palabras, es habitual con niños que son ubicados en esta problemática prematuramente, los padres dejan de hablarle, por que no entiende. Es probable que previamente no hallan sido “hablados”, y la violencia de un diagnostico de autismo, confirme para los padres su posición. En este caso me escuchaba habitualmente decir: “hablenle que entiende”.

El complejo familiar, la idea de complejo  retoma el tiempo freudiano en que ese término tenía toda su intensidad, complejo de Edipo, castración. Factores esenciales en lo familiar, ya no la familia antigua de Sófocles, sino la del sujeto moderno, con un representación paternal central como imago, y la madre, algo bastante más complejo, articulando goce y deseo, desde la mirada y la voz, como mínimo, destacando la función más que el personaje.

Pero recordemos que en la familia no están sólo los padres, están los hijos. Lacan plantea que “Desde el punto de vista del niño, la realidad de la familia se restablece. Nosotros, los analistas, nos ocupamos de la relación del niño con sus padres. Esto nos evita perdernos en un relativismo sumamente desconcertante”. Y agrega: “Establecer así la familia en la sólida realidad de la experiencia del niño era, por cierto, bien válido: situar el centro de la experiencia analítica en el hecho de que cada individuo es un niño. Pero por sí misma la intervención daba fe de esa propensión del juicio a centrar nuestra experiencia analítica en la experiencia individual, psicológica. Esto es lo que no hay que hacer…” (5) Es decir la singularidad no es individualidad, se teje en el entramado fantasmal de los padres y el cuerpo que lo soporta. (6).

La cita de Goethe de Freud que escribí como epígrafe me da lugar a destacar la función de los padres en el entramado familiar. ¿Por que Seba y no los otros hijos? ¿Por que se desencontró Seba con la eficacia simbólica y la incidencia de algunas letras?. Los padres relatan que más allá de ciertas dificultades de la madre en sostener a Seba, mas o menos se “desarrollaba” normalmente, la marcha, el lenguaje, el control de efínteres, Pero al llegar su hermana menor, enrededor de los dos años de Seba, tuvieron que dejarlo por bastante tiempo en la casa de los abuelos paternos, no podían con todos, tuvieron que soltarlo por un tiempo. El tema no es culpabilizar a los padres, porque los avatares del abandono expresa también el desamparo original de lo humano como hecho fundante. Pero algo del agua del deseo materno no le “llego al tanque”, retengamos el significante “agua” con el que posteriormente se anudara algo en relación a la adquisición de un nombre. Seba no estaba preparado para ello, o en el momento en que se asomaba por la ventana hacia un  encuentro, el Otro se esfumaba, o cuando el otro se ofrecía a su mirada, se perdía en un punto incierto. Antes de los dos años Seba parecía estar inmerso en la ley de la palabra, y de repente no habla más, se silencia, Seba se cae, seva. El gran Otro no esta personalizado, es decir no es una figura fija. Si,  es la madre en tanto pueda metaforizar el deseo de hijo, y por la vía del amor regar la identificación primaria. El gran Otro también puede ser Dios, Nietzche agregaría que no existe, lo que no quiere decir que no lo haya para el sujeto. Antiguamente leemos en el antiguo testamento que Dios le hablaba a los profetas, a veces era un sonido de un trueno. En estos tiempos estamos más convencidos que Dios no habla.

Kanner autor intelectual del termino autista, escribió en 1974 un libro titulado “En defensa de las madres”, valorando el saber que implica, y tomando distancia de cualquier ortopedia psicologista que mas que fomentar la dimensión deseante, riega los goces mas paralizante y mortíferos. Freud sabio en algunas cuestiones daba buenos consejos a las madres victorianas. Ante la insistencia de un grupo de madres asociadas para ser madres perfectas, que le solicitaban como debían hacer para educar bien a sus hijos, Freud en un punto de saturación y orientación a padres les escribió: “Estimadas señoras, lamento informarles que hagan lo que hagan, lo harán mal”, no es textual pero es la idea de una intervención fuera del dispositivo clínico pero no sin consecuencias. Pero agregaría: hay que saber hacerlo mal.

 El juego

El juego es fundamento, Seba pivotea entre la fascinación del aro, que va y viene de forma repetitiva, mas atraído por el giro y el agujero que por el intercambio conmigo y una pelota con la cual intentamos inaugurar un juego que lo enuncie, agregaría que le permita otra enunciación. Con la pelota se sumo la palabra “arriba” que permitió una escalera del patio poner en juego otra escena. No nos olvidemos que se trata de un trastorno,  de poner arriba lo que esta abajo, o viceversa. La cuestión será poner en continuidad el circuito adentro-afuera, que funcione como una banda de Moebius, enrededor de un objeto. Seba estaba siempre arriba y  tiraba muchas veces la pelota, hasta que un día le dije que se corriera antes de tirarle la pelota, intento de que no se fuera todo con la pelota cuando llegaba, que pudiera desaparecer por un instante, anticipación significante en tanto su cuerpo hacia espacio para otro movimiento, se corrió y también repetía: “correte”.

Seba se iba con la pelota de fútbol, no la podía agarrar, hacerla jugar en su espacio corporal, el movimiento de la pelota lo atraía extrañamente, cuerpo y pelota se confundían.  Intento construir un espacio de juego en que la pelota cause una apropiación, también un nombre propio. Por fortuna a veces se logra en silencio con la pelota, y Seba, vuelve. Atisbos de Ford-da. Donzis lo escribe así: “Niños en los que la angustia se presenta sin el cobijo de ningún abrazo y que ni siquiera se designan como "el nene" interpelan al analista. Niños en los que la angustia muerde lo real sin que la consistencia imaginaria haga al buen enlace”. ¿podríamos llamarla angustia? Seba se cae. Ser nombrado, ser mirado por otro adquirir cierto lugar de confinanza puede ser elevado a la dignidad de Otro ymarcará decisivamente la vida del sujeto. El no se podia arrogar facilmente a los brazos de otro, era claro que no podia confiar en un sosten de la caida. Llevo tiempo a que se arriesgara,  parado desde una mesa a tirarse, y pudiera dejar caer  su cuerpo, apostando al otro y jugandose la vida.

Otro juego significativo da cuenta de la instalación del “nene” y del movimiento al nombre propio. ¿Quien es?, pregunto insistentemente cuando me quedo al otro lado de la puerta jugando a las visitas, Seba dice “nene”. El consultorio tiene dos puertas de entrada y salida, permite jugar en estéreo, así en algún momento se enuncia un nombre “Guebi”, mezcla de agua y Sebi, un paso no ingenuo en su lábil entramado significante. El agua desde los primeros tiempos era un elemento fundamental, desde ver de que forma el recorrido fluído se desplazaba desde una canilla en la cocina, a una alcantarilla en el patio, dándole continuidad a un recorrido, también reincorporar algo del otro en el beber, pidiendo,  signo que que también se escuchó en las primeras entrevistas: ”aguada, aguada” (7). ¿Habrá que darle agua de otra manera? Hace poco tiempo en una entrevista con los padres, la madre estaba muy preocupada por que no podía manejarlo al salir del colegio por la atracción de Seba por el agua de las veredas, esto la retornaba a ese tiempo en que el desborde de Seba se le hacia inmanejable. Nueva chance para que pudiera manejar esa instancia, le dije que el agua, era y es muy importante para Seba, y volver sobre eso desde otro lugar era fundamental. El nombre propio no es una mera instrumentación nominalista, atraviesa los tiempos lógicos de una inscripción, en que la idea de letra es la mas adecuada para señalar aquello que corta, que permite hacer del flujo (agua) sonoro ondulatorio, como nos enseñaba Saussure, un significante. Pero la cuestión no es lingüística, sino que toca la lengua materna y el entramado instituyente en la incidencia del significante, y el papel en que se escribe, cuerpo y la pulsión. “Guebi” intenta escribir en el agua, pero como Narciso en la fuente es atraído por una imagen, pero es un paso para que el ser o no ser pueda advenir en un tener causas deseantes.

 Otras reflexiones

Un eje a determinar clínicamente, es en que punto del andamiaje se produce,  se sitúa la problemática en la constitución subjetiva. Puede estar en un punto de estancamiento especular en torno a la madre, ese Otro que al mostrarse univoco forcluye el significante (lacanianamente el nombre del Padre) no permitiendo anudar en rededor de los objetos (enunciemos algunos: la voz, la mirada, yo agregaría la imagen sonora y por que no lo respiratorio) un destino de la pulsión no signado por la psicosis. Otra perspectiva mas problemática es que un desencuentro no instituyente impida el acceso a esa primera sensación de júbilo y unidad, pivote de la constitución del yo que se confecciona, se teje en lo que llamamos el estadio del espejo, pero hay un muro ante la imagen.

Tomo tres definiciones sobre autismo citadas por Jerusalisky (8) resumidas: Tustin:  interrupción del desarrollo psicológico que se torna intensamente rigido, destacando la regresión a una fase primitiva.
Mahler: Un estado anterior a la capacidad de pensar, pero diferencia un autismo patológico como un antipensamiento. Agrego aquí una dimensión interesante a reflexionar que se refiere a los juicios fundantes, es decir la representación cosa y la representación palabra.
Lefort: Una ausencia de lo imaginario y simbólico propiamente dicho.

La nomenclatura del DSM4 es precisa en señalar que para hacer un diagnostico diferencial no hay que confundir el autismo con un “Trastorno generalizado de desarrollo”, que muchas veces decimos es una “bolsa de gatos”, en el sentido que se vuelcan un montón de problemáticas no especificadas.  Pero como esta descripción no aborda ni le interesa dar cuenta de las cuestiones constitutivas de la subjetividad de un niño, tienen que “safar” inventado otro tipo de trastorno, por lo que les queda siempre afuera de la norma, por suerte, así  inventaron el autismo atípico.

En esta línea la función materna es fundamental y la ausencia de deseo materno en relación al hijo es un claro potenciador de ese desencuentro que impide acceder a ese primer rasgo especular sostén imprescindible del sujeto y su deseo. Agregaría que el deseo de la madre signa ese pasaje de la naturaleza a la cultura siguiendo a Strauss, pero de lo que se trata es de un significante, no cualquiera uno primordial que se metaforiza como el nombre del Padre, esto no sin la causa fálica, falo imaginario que inaugura la primera distancia con el objeto, que puede brillar para futuros intercambios o quedar opacada sin espejo ni luz, o delirada en una imagen mas real que simbólica.

Estos comentarios como se percatarán no son ajenos al andamiaje de Seba, Seba,  se va. Como otorgarle un lugar, Winnicott era un experto en alojamiento, lo demuestra su teoría y su clínica. Hay una acción siempre presente, el holding ese acurruco esencial a lo prematuro, llámese mirada, vos, sonido o tacto. El handling esa erogenización que define los contornos de la pulsión y sus zonas. Y por último el objeto que se ofrece. Donzis plantea que esto se puede anclar en “perspectivas rotas del suelo fantasmal materno”. Así miradas que no miraron plantean un andamiage especular insuficiente, y lo real del cuerpo desnudo no tiene como cubrirse, niño y cuerpo se van, sin el abrazo de la falicización materna.

La cuestión es que ese horizonte de la subjetividad requiere producción de sujetos y esa producción nos exige desarrollar dispositivos, transformarlos, enunciarlos y reflexionar sobre sus enunciaciones y fundamentos. Hace poco el padre preocupado me planteaba sobre las distintas alternativas terapéuticas para que el niño pudiera seguir “progresando”, en ese marco, la enunciación cognitiva  se instalaba como un propuesta más “concreta” y imaginariamente totalmente contrapuesta con mi clínica, sus instrumentación ofrecía para él un buena posibilidad de adiestramiento para aquello que no “anda”, ante esto redoble mi apuesta terapéutica, le planteé que la cuestión: “no es que el niño aprenda, sea adiestrado, sino que pueda ser un nene, él con su nombre”. Que el niño advenga,  esa era la dirección de mi cura, que pudiera nombrarse, disponer de un nombre propio como niño y como sujeto, tarea no sencilla en cierto tipo de problemáticas. El padre lloró y se relanzó otro tiempo en el trabajo con el niño. En esta instancia se agrega el trabajo psicopedagógico, que acompañe el recorrido escolar, sus adquisiciones cognitivas,  su productivo trabajo grupal con semejantes, una serie en la cual se irá ubicando de otro modo, pautando nuevas leyes en que pueda escribir, y escribirse.

Hace tiempo escribí un articulo titulado “la fascinación el desvelo del ojo”, allí destacaba este campo de la mirada en que el ver la imagen quedaba impedido, solo una mancha como real puro sin velo atraía fascinado al cuerpo, al ojo desvelado, no al yo. En esos tiempos me sirvieron los aportes de Nassio sobre la noción de atractores extraños de la física astronómica, esos agujeros negros con sus bordes contorneados. Seba, se fuga en esa real,  mas que desvelado, su velo no tiene la consistencia imaginaria y simbólica para no irse. Se va pero no en el delirio, con todo su cuerpo en una repetición inconsistente. Un dato que siempre me llamo la atención de Seba es la conformación de sus ojos, son de un castaño muy oscuro,  muchas veces la pupila se confunde con el iris, lo que presenta un ojo donde la ubicación de la mirada tiene su bemoles. No es una “aniridia” en Seba, que es un malformación congénita, que señala la ausencia de iris, y se presentan fenotipicamente con ojos totalmente negros. Esos agujeros negros necesitan de una invención, el Gran Otro más que un concepto es una invención. Si la mujer tiene un destino de madre, Yankelevich plantea que se da como syntome de la mujer. Cada hijo va ha tener su madre, aunque sean entre   hermanos. La madre de Seba puede inventar, pero con él algo no se anudo.

Ricardo Piglia en un excelente ensayo titulado “Sujetos Trágicos”, hace una reflexión sobre psicoanálisis y literatura tomando la experiencia de joyces con el psicoanálisis  Allí retoma El encuentro que tuvo Joyces con Jung para plantearle su preocupación por el estado de su hija Lucia. Joyce la impulsaba a escribir textos y Lucía escribía, pero ella estaba cada vez más en situaciones difíciles, psicótica, hasta que por fin accedió al encuentro. Le dijo a Jung, cuenta Piglia: «Acá le traigo los textos que ella escribe, y lo que ella escribe es lo mismo que escribo yo», aclara que Joyces estaba escribiendo el Finnegans Wake, que define como “un texto totalmente psicótico, si uno lo mira desde esa perspectiva:  totalmente fragmentado, onirizado, cruzado por la imposibilidad de construir con el lenguaje otra cosa que no sea la dispersión”. Jung le contestó: «Pero allí donde usted nada, ella se ahoga». Luego Piglia propone una teoría de la natación, y escribe: “En efecto, el psicoanálisis y la literatura tienen mucho que ver con la natación. El psicoanálisis es en cierto sentido un arte de la natación, un arte de mantener a flote en el mar del lenguaje a gente que está siempre tratando de hundirse. Y un artista es aquel que nunca se sabe si va a poder nadar: ha podido nadar antes, pero no sabe si va a poder nadar la próxima vez que entre en el mar”.

El tema es que a veces se complica la hechura del surco, término que le gustaba utilizar a Fernando Ulloa, para señalar una marca fundante en sus metáforas campestres y subjetivas. Hendidura que se hace en la tierra con el arado, también señal o huella prolongada que deja una cosa que pasa sobre otra. Con ese término se señala también la arruga que construye el rostro o  otra parte del cuerpo. En esta linea de análisis hay algo que no corta, El Otro no es “horadado”, agujereado, atravesado de parte a parte. Es así que la división subjetiva que habilita un resto como causa se detiene, en  el andamiaje el espejo no cubre lo real generando claramente la ilusión unaria, esa identificación primordial, ese rasgo o trazo unario que constituye el moi, yo sustantivo sin el cual el andamiaje subjetivo tambalea. Pero hay que nadar, difícil arte de hacer surcos en el agua para no hundirse. Ahora Seba juega con fuego, quizás un intento de anudar la “demanda infernal” al circuito del deseo.

Notas

(1)  Refiero al un texto en la página 167 del libro de Elsa Coriat, “El psicoanálisis en la clínica con niños pequeños con grandes problemas”, Editorial Lazos, Bs. As. , 2008

(2)  “Cuando Narciso -el personaje mitológico- se ve reflejado en la fuente que funciona de espejo. En el agua hay ondas, frecuencias, cierto movimiento. En ese movimiento ondulatorio se juega la muerte de Narciso, enamorado de sí mismo. Pero también a causa del sonido se le precipita su fin trágico. Una las doncellas enamoradas es despreciada por él, Narciso no podía querer a nadie más que a él mismo, la doncella despechada muere de hambre por su dolor. En consecuencia, otras doncellas indignadas  ante el actuar de Narciso con esa  ninfa del bosque, se confabularon y idearon el plan para matar a Narciso. Esta ninfa despechada se llamaba Eco. O sea que un eco desencadena el final del mito.  Eco se queda sin cuerpo, sin piel, pero ¿qué queda? Un sonido que se repite, que responde en espejo cuando se produce un sonido”Del Parpado del Oido, A. Sacchetti, Letra Viva, Bs. As., 2004

(3)  Clase, Psicología  UBA, 20-10-08,  “el Otro en el autismo y la psicosis en la infancia”,

(4)  Lacan Jacques, LaFamilia.

(5)  Massotta introduce el texto la familia de Lacan planteando que el autor insiste sobre el carácter central del narcisismo en la teoría. Plantea que se puede menospreciar el texto por la aparición de ideas que se juzgarán prelacanianas, pero subraya: “la capacidad de convicción de un texto que, por un recorrido riguroso a través de imagos y complejos, abre sobre la idea psicoanalítica de base: la inherencia del sujeto a la familia - más acá del relativismo de las culturas -, que constituye siempre su acceso a la profundidad de lo real”Introducción al texto la familia de Lacan,

(6)   Estela Paez, también da cuenta en sus  registros  de esta palabra: “aguada”

(7)  Jeruzalinsky, Alfredo, “Psicoanalisis del Autismo”. Edit. Nueva Visión, Bs. As., 1997.

 

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