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Número 10 - Noviembre 2008
Juanito y el psicoanálisis con niños
Beatriz Janin

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Imposible referirse al psicoanálisis de niños sin pensar en Juanito…Primer niño con el cual se pone en juego la teoría psicoanalítica…¿para demostrar en él la teoría de la sexualidad infantil?, ¿para sellar un vínculo entre Freud y el papá de Juanito?, ¿para curar a un niño de su fobia a los caballos? Quizás para todo eso. Pero el efecto, además, ha sido más amplio: se inauguró con él el trabajo psicoanalítico con niños pequeños (ya Freud había hablado de sesiones con púberes en La Interpretación de los Sueños y en Psicopatología de la Vida Cotidiana pero no había hecho referencia a niños de tan corta edad).

Juanito tiene temores, se masturba, sueña… Como todo niño, manifiesta su sexualidad polimorfa y está preocupado por su cuerpo y ocupado en los placeres que éste le otorga.

Pero aparece la angustia y muy pronto ésta se organiza como fobia.

A la vez, exhibicionista, voyeurista, homosexual y sádico, Juanito evidencia lo que Freud postula como uno de sus mayores descubrimientos: la sexualidad infantil.

También se plantean aquí muchas de las premisas del psicoanálisis con niños: escucharlos, seguir sus asociaciones sin forzar con nuestros conocimientos el material…creerles…

Y descubrir día a día que la teoría es una construcción permanente y que cada niño en análisis pone en jaque lo que ya sabemos.

Así como el padre de Juanito se asombra porque él comienza a hablar del "lumpf", nosotros nos asombramos cotidianamente cuando un niño, en un minuto, derrumba todo el edificio que veníamos construyendo y nos plantea otros caminos, otras alternativas de abordaje.

En este sentido, Juanito es mucho más que el primer caso en que Freud expone el psicoanálisis de un niño…

Es también un ejemplo de lo que es el análisis de un niño, del seguimiento de vías asociativas a través de relatos, juegos y acciones y de cómo analizar a un niño no implica necesariamente tenerlo a él en el consultorio. Y también que cuando el niño está en el consultorio el analista puede dirigirse a él e intervenir haciendo señalamientos, interpretaciones y construcciones.

Juanito no sólo reafirma la teoría que Freud ya había elaborado, sino que abre el camino a otras teorizaciones. Muestra así lo que va a ser una constante en el psicoanálisis con niños: es un terreno de apertura, que permite nuevos desarrollos teóricos.

Y esto es fundamental: el trabajo psicoanalítico con niños nos permite ir precisando los tiempos de la estructuración psíquica, los modos de inscripción, las defensas tempranas, los vínculos arcaicos, los modos del pensamiento infantil. Sin ser "otro psicoanálisis", es una práctica teórico-clínica que tiene valor propio en sus aportes al desarrollo teórico y que está indisolublemente ligada a la creación en relación al abordaje clínico.

Juanito le enseña a su padre, pero también a Freud, el modo de decir de un niño, cómo puede contar a través del juego, el valor de las fantasías infantiles, el modo de armado de un síntoma…

Freud y el padre

Freud trabaja psicoanalíticamente con el padre de Juanito e inaugura así un abordaje en el que los padres van a tener un papel fundamental. ¿Lo supervisa o más bien el análisis de Juanito es un análisis del padre?

En este sentido, ¿quién pone en juego sus deseos inconcientes, sus prohibiciones…?

Las intervenciones de Freud están dirigidas a Juanito, pero también al padre. Así, hay pasajes en los que él plantea que lo más claro es lo que le ocurre a éste.

Es más, podemos pensar que la intervención de Freud cuando lo van a ver ambos le posibilita al padre registrar la ambivalencia de Juanito, pero fundamentalmente lo conecta con su propia ambivalencia.

Plantea: "No haremos nuestros ni la comprensible preocupación del padre ni sus primeros intentos de explicación, sino que examinaremos, para empezar, el material comunicado. Es que nuestra tarea no consiste en "comprender" enseguida un caso clínico; sólo habremos de conseguirlo tras haber recibido bastantes impresiones de él. Provisionalmente dejaremos nuestro juicio en suspenso y prestaremos atención pareja a todo lo que hay para observar." 1

Freud plantea acá algunas de las premisas del análisis: escuchamos a los padres sin identificarnos con ellos ni con sus preocupaciones. No tomamos como objetivos sus intentos de explicación de los sucesos. Nos ubicamos frente al material comunicado como un investigador que debe observar sin prejuicios lo que ocurre.

Y se abren algunas cuestiones…La dificultad del padre de entender la ambivalencia del niño remite inevitablemente a su propia conflictiva. El padre de Juanito parece no poder hacer conciente sus propios deseos hostiles hacia su hijo varón. ¿Cuál será la historia de ese padre con su propio padre? Indudablemente, la transferencia del padre de Juanito con Freud marca toda la posibilidad de análisis del niño y posibilita el valor de las palabras de Freud para éste. Pero Freud mismo será un "padre" para él. El "profesor" investido por el padre, tiene el poder que emana de esa investidura. Es "el que sabe". Transferencia de Juanito hacia Freud que sería imposible, siendo un niño tan pequeño, de no mediar la transferencia paterna. Es decir, en los niños la relación transferencial con el analista está sujeta habitualmente a los avatares de las transferencias de los padres (y esto sobre todo cuando estamos operando en el terreno de la neurosis).

En otro párrafo, Freud dice: "Lo que sigue, que transcribo sin cambio alguno, es en verdad tan significativo para el esclarecimiento del padre como para el del pequeño paciente" 2.

Acá se vuelve a manifestar el modo en que Freud piensa al padre. No es simplemente un transmisor de lo que Juanito hace y dice, sino alguien comprometido con lo que sucede, cuyos conflictos deben ser esclarecidos . Así, Freud toma las palabras del padre más allá de la información que brindan.

Y funciona como el analista…del padre y de Juanito. Por otra parte, cuando analizamos un niño, ¿no analizamos el vínculo de esos padres con ese hijo, las repeticiones que se juegan, quién es ese niño para ellos y por consiguiente, qué de lo infantil retorna desde ellos mismos?

Pero volvamos sobre el lugar del padre:

En Moisés y la Religión Monoteísta, Freud afirma: "Un héroe es quien, osado, se alzó contra su padre y al final, triunfante, lo ha vencido" 3. ¿Cuánto de estos deseos de vencer al padre aprendió Freud de Juanito, o de él mismo niño, o de otros niños?

"La voluntad del padre no sólo era algo incuestionable, que se debía honrar, sino también algo ante lo cual uno se encogía porque demandaba una dolorosa renuncia de lo pulsional" 4. Y: "A la esencia de la relación-padre es inherente la ambivalencia: era infaltable que en el curso de las épocas quisiera moverse también aquella hostilidad que antaño impulsó a los hijos varones a dar muerte al padre admirado y temido" 5. Renuncia a lo pulsional, prohibición del incesto, ambivalencia, lucha, y transmisión a través de las generaciones, parecen ser rasgos distintivos de la relación-padre-hijo.

En la mitología griega, el dios Zeus es el que logra vencer al padre gracias a la ayuda de su madre. Es el único de los hijos que no es devorado por Cronos al nacer porque Rea le da una piedra a cambio. A su vez, Zeus no hace sino repetir la historia de su propio padre y de su abuelo, que también habían cometido parricidio alentados por sus madres que querían salvar a sus hijos. Hay sin embargo un cambio. Zeus se convierte en el padre de los dioses pero no mata a sus hijos, ni los confina a las profundidades de la tierra, ni los devora. Comienza así la era de los nuevos dioses.

Es decir, el hijo varón parece implicar un peligro para el padre. Es el sucesor, aquel destinado a destronarlo y, por consiguiente, es a quien se le va a exigir de un modo brutal la identificación absoluta, el que no se desvíe de los propios ideales, que repita el camino ya marcado, es el que protege al padre de la muerte a través de la trascendencia pero a la vez el que lo enfrenta con su propia muerte.

Piera Aulagnier 6 desarrolla cómo el deseo de un hijo en el hombre entra en la línea de tener un heredero, con lo que desde el vamos está en referencia a la propia muerte. Es decir, es al mismo tiempo tanto un reaseguro contra la muerte como la marca de su inevitabilidad (si se es inmortal, no se necesita sucesor).

Pero a la vez eso supone ubicarlo en un tiempo futuro, otorgarle la posibilidad de ser algún día un adulto.

Entonces, entiendo que el padre ubica al sujeto en una historia, en una cadena generacional y socio-cultural como ser sexuado, con normas y proyectos, es decir, le posibilita un futuro. Pero que esto no se da en un camino lineal y fácil, sino plagado de contradicciones. Un recorrido apasionado…

Y también que hay, desde el niño, diferentes representaciones, como la del padre nutricio, el padre devorador, etc. Esto se va descubriendo en el análisis de Juanito.

Freud y la madre

Una observación de Freud me parece clave para pensar la posición del analista con los padres: "También debemos tomar partido a favor de su buena, y por cierto harto cuidadosa, madre. El padre la inculpa, no sin apariencia de justicia, de haber contribuido al estallido de la neurosis por su ternura hipertrófica y su aquiescencia demasiado frecuente a recibir al niño en su lecho; nosotros, de igual modo, podríamos reprocharle haber apresurado el advenimiento de la represión por su enérgico rechazo de su cortejos. Pero ella desempeña un papel fijado por el destino y está en una situación difícil" 7.

Es decir, Freud observa y señala la posición seductora de la madre y también el rechazo (efecto de la represión de sus propios deseos), pero no la culpabiliza por eso. Considera tanto el mimo exagerado (que provocó la irrupción de los deseos incestuosos) como el rechazo exagerado de las proposiciones del niño o de la satisfacción autoerótica (que apresuró la represión), como avatares inherentes a la función materna. La posición de Freud es analítica, no pedagógica. Plantea la dificultad de la posición materna y puede internarse en las vicisitudes de ese vínculo ¿marcadas por "el destino", o sea por la propia conflictiva edípica de la madre?

Pensar a la madre determinada por historias que la anteceden, por el vínculo con el padre del niño, por el modo en que se representa la maternidad, por los deseos que se despiertan en ella en el vínculo con ese niño, por las prohibiciones que operan como mandatos superyoicos, permite pensar los avatares de la estructuración psíquica.

A la madre de Juanito le cuesta separarse de este niño. Y si el padre no percibe la ambivalencia, la madre no registra sus propios deseos (¿fusionales?) hacia el niño.

Tomar en cuenta la complejidad de la situación, qué es lo que se pone en juego allí, parece ser imprescindible para no quedar pegados a una actitud censuradora, como si fuéramos jueces, o aparecer "tomando partido" por uno de los padres.

El trabajo con los padres

Una cuestión que Freud señala es que los padres no se burlaron ni maltrataron a Juanito por sus miedos, sino que lo acompañaron en la detección de sus deseos reprimidos por el método psicoanalítico. Esto me parece fundamental, en tanto muchas veces, en la actualidad, las dificultades de un niño, sus temores y angustias, no parecen tener espacio, sino que lo vuelven blanco de las críticas de los adultos.

Lo que preocupa a los padres de Juanito es el sufrimiento del niño (ni los berrinches ni sus demandas, sino la angustia…). Y Freud insiste en que es un niño alegre, como signo de "buena salud psíquica".

Esto dice muchas cosas. El que lo que los preocupe sea el sufrimiento del niño y no su "conducta", nos está dando elementos para pensar el modo en que los padres de Juanito lo representan. Habla de que no lo confunden con ellos y que a la vez pueden identificarse empáticamente con él, que pueden diferenciar niño-adulto y darse y darle tiempos para tramitar lo que le pasa. Y que pueden buscar a un tercero: "el profesor", que los ayude en ese camino.

Sabemos que en cada caso el trabajo psicoanalítico con los padres será diferente. Cuando lo que predomina en los padres es el narcisismo materno-paterno, ellos son a los que habrá que contener, organizar, sostener y, sobre todo, escuchar, ligando su discurso con sus angustias, sus temores y sus deseos, ayudándoles a hacer un reordenamiento de sus ejes identificatorios en el lugar que se dan a sí mismos y le dan al otro. Las intervenciones se centrarán en su sufrimiento y en el modo en que repiten pedazos de su historia, teniendo en cuenta que los padres suelen reencontrarse en el hijo no sólo con los propios aspectos amados sino también con aquello insoportable de sí, que vuelve desde el otro.

Cuando predominan las defensas neuróticas y el niño es ubicado como otro diferente, con el que se repiten procesos neuróticos, se podrá trabajar con ellos lo reprimido que retorna y el eje se ubicará en el niño mismo.

He dicho en varios trabajos que una cuestión que marca la especificidad del psicoanálisis con niños es que aquellos que consultan por el niño están implicados en una relación estructurante.

Estructuración que se da en una historia que excede al niño mismo, una historia signada por otros que a su vez están sobredeterminados. Otros a los que hay que pensar como sujetos determinados por sus propios conflictos.

Los padres tienden a repetir con los hijos las marcas que sus propios padres dejaron en ellos, fundando en el otro caminos erógenos, privilegiando vías narcisistas, transmitiendo normas e ideales.

La repetición de padres a hijos, puede ser pensada como el modo en que reaparece en los hijos lo desestimado, lo desmentido y lo reprimido de los padres.

Y hay diferencias:

Lo reprimido retorna, desde el niño, en forma de síntoma o en funcionamientos que esbozan el armado de un síntoma. Cuando predomina la represión, se transmiten las representaciones reprimidas pero también las normas y prohibiciones que impulsaron la represión, las fallas del mecanismo defensivo, las grietas que deja. Este tipo de repetición deja lugar a la construcción de fantasías. Es esto lo que ocurre, a mi entender, en Juanito.

Pero cuando lo que se presentifica en el niño es algo del orden de lo desmentido en los padres, el niño no ha incorporado tanto contenidos como una defensa a ultranza del narcisimo y entonces lo que hace es repetir ciegamente un mecanismo que lo lleva a actuaciones permanentes. Tiene que sostener la desmentida porque en eso se le va el "ser", lo que lo lleva a una pelea con el mundo a expensas del principio de realidad.

Ahora bien, si lo que predomina en los padres es la desestimación, el niño pasará a ser la presentificación de lo rechazado, y puede tener un lugar en el delirio paterno/materno, o llenará agujeros representacionales de los otros, lo que lo deja sin pensamiento propio. El niño queda como representante de aquello desestimado, como lo siniestro.

Los padres tienden a repetir con los hijos las marcas que sus propios padres dejaron en ellos, fundando en el otro caminos erógenos, privilegiando vías narcisistas, transmitiendo normas e ideales.

Para que haya repetición tiene que haber habido vivencias....que hayan dejado marcas en el psiquismo, marcas del placer... marcas del dolor...Y es diferente la repetición que implica la búsqueda de lo ya conocido placentero de aquella que supone una repetición del sufrimiento o la repetición del vacío, sin representación... la repetición del movimiento expulsor... la repetición de lo no representado.

Marcados por huellas de vivencias, huellas que insisten desde la atemporalidad del inconciente, signos perceptivos, representaciones-cosa que nos exigen un recorrido.... que arman una memoria (o muchas memorias) que esfuerzan en una repetición... en el intento de reencuentro con lo mismo ¿el mismo olor, el mismo sabor, la misma textura...?, vamos por el mundo en una búsqueda insoslayable.

La estructuración psíquica

Freud habla de lo constitucional, tanto en el sentido de lo transmitido a través de las generaciones como también los modos particulares que tiene cada uno de combinar las huellas de lo vivenciado, las marcas que fue dejando la historia.

Podemos rastrear en Juanito esas marcas: la seducción materna (la madre lo lleva a dormir con ella cuando el padre no está), la prohibición del autoerotismo (le prohíbe la masturbación), el golpe al narcisismo (el nacimiento de la hermanita).

¿Cómo se fueron inscribiendo? ¿Qué reorganizaciones se fueron produciendo? ¿Cómo fue tramitando los deseos y prohibiciones maternas?

Dice Freud: "Yo no comparto el punto de vista, que hoy goza de predilección, según el cual los enunciados de los niños serían por entero arbitrarios e inciertos. Arbitrariedad no la hay, absolutamente, en lo psíquico; y en cuanto a la incerteza en los enunciados infantiles, se debe al hiperpoder de su fantasía, lo mismo que la incerteza en los enunciados de los adultos se debe al hiperpoder de sus prejuicios. En lo demás, el niño no miente sin razón, y en general se inclina más que los grandes por el amor a la verdad" 8.

Excelente definición del funcionamiento psíquico infantil, en el que las fantasías tienen un poder fundamental.

Pero, ¿cómo se construyen las fantasías? Freud afirma que es en base a r estos de vivencias, organizadas de un modo particular. Como asociaciones especiales de lo visto y lo oído, tal como plantea en el Manuscrito L, las fantasías aportan un mundo que permite a su vez desplegar juegos, dibujos, historias…: "Son establecidas por medio de las cosas que fueron oídas y que se valorizaron con posterioridad, así combinan lo vivenciado y lo oído, lo pasado (de la historia de los padres y antepasados) con lo visto por uno mismo" 9.

Juanito puede organizar sus vivencias en fantasías, pero queda atrapado en algunas de ellas…(muy diferente a los niños que no pueden construir fantasías y actúan con dificultades para armar un mundo simbólico).

"Cuando se encoleriza tiene la costumbre de hacer barullo con los pies, o sea, de dar patadas en el piso" 10. Como muchos niños, Juanito se expresa a través de "berrinches" con movimientos de descarga, diciendo con su cuerpo su excitación y su enojo.

Pero cuando los berrinches lo asustan en el caballo, muestra la ligazón entre la "pataleta" por enojo y el contenido sexual de los mismos.

Las fantasías de Juanito se van precisando. Es el pataleo del caballo lo que lo asusta. Él mismo patalea con frecuencia. Algo de lo indominable se presentifica allí y la transformación pasivo-activo se pone en juego, pero eso mismo vuelve como terrorífico, sexualizado, dejándolo en una posición pasiva frente a la sexualidad de los padres. Devorar, dominar, morder, son los modos que va tomando la sexualidad en el niño. ¿Es la madre, con pene, la que retorna en el caballo y lo puede tragar? ¿Es el padre, que se venga de sus deseos hostiles? ¿Es él mismo, excitado, desbordado por sus deseos eróticos y hostiles? Quizás todas estas representaciones estén en juego en diferentes momentos del análisis.

Como vemos, se despliega a través de este tratamiento toda la complejidad de la estructuración psíquica, las idas y vueltas, el papel contradictorio tant o de la madre como del padre, el modo en que van "haciendo lo que pueden" y a la vez sólo consuman a través de este quehacer papeles marcados por su propia historia y por los lugares que ocupan.

Por eso, el trabajo psicoanalítico con los padres no puede ser un trabajo de indicaciones, porque eso implicaría una idea de que lo que se juegan son "hechos" y no vivencias.

Desmentida y represión

Tomaré algunas secuencias del historial para ver cómo se van instaurando en Juanito estas dos defensas:

A los dos años pregunta a la madre si ella también tiene una cosita de hacer pipí. La madre le contesta que sí. (Este diálogo se repite a los 3 años y 9 meses).

A los 3 años y medio la madre le sorprende tocándose y le amenaza con llamar al Dr para que le corte la cosita. Juanito responde sin angustia que "hará pipí con el popó" 11.

La amenaza materna, que lo refiere a un hombre castrador, no se hace eficaz en ese momento, en tanto queda desdicha por otra afirmación materna, que remite a la universalidad de la posesión del pene.

Todavía, esa amenaza no produce angustia, porque no hay registro de las diferencias sexuales. Sin embargo, la amenaza se inscribe y el rechazo materno a su sexualidad deja sus huellas.

Mientras se masturba y siente placer por ser tocado por otros, no presenta síntomas. Es un niño alegre y espontáneo.

Pero es la represión, en principio de las mociones exhibicionistas, lo que transforma en displacer aquello que alguna vez fue placentero.

Juanito se masturba, desea mirar a la madre y a otros niños mientras hacen pis. Desea ser mirado y tocado, pero algo fue prohibido.

También a los 3 años y medio nace Hanna, que implica inevitablemente un duro golpe a su narcisismo.

Se suceden los mimos maternos (el padre diría que en exceso). La madre lo acoge en su lecho. La tía le alaba sus genitales. Y a la vez, le prohíben masturbarse.

Hay desmentida de las diferencias sexuales y a la vez categorización del mundo entre seres con pene y seres sin él: Juanito diferencia lo animado de lo inanimado a partir de la posesión o no del pene.

Así, sostiene que la cosita de Hanna crecerá y la madre le confirma que las mujeres (o por lo menos ella) tienen "cosita".

La desmentida de la madre posibilita y sostiene la desmentida de Juanito.

Hasta acá la cosita es la cosita de hacer pipí y la madre es poseedora de "una cosita grande como la de un caballo" 12.

La posesión del pene es universal, en los seres animados.

No sólo Juanito desmiente las diferencias sexuales sino que también lo hace su madre. Como suele suceder, la desmentida se sostiene en la desmentida de los padres. Y si la desmentida es la defensa por excelencia del narcisismo, el modo de sostenerlo a toda costa, vemos acá que tanto Juanito como su madre se ubican frente al registro de las diferencias defendiéndose a ultranza de una herida que viven como insoportable.

Pero no solo se trata de la desmentida, sino que en el historial de Juanito se hace evidente el modo en que se van instalando paulatinamente la represión de las diferentes mociones pulsionales y cómo ciertos recorridos quedan adheridos a determinadas representaciones.

Y también cómo estas mociones pulsionales van siendo reprimidas en relación al modo en que opera la represión en la madre, que se exterioriza a través de gestos (no tocarle el pene cuando lo seca) y las palabras, frente al reclamo del niño: "eso es una porquería".

La secuencia es muy interesante: A los 4 años y medio: "Hans es bañado por su mamá y, tras el baño, secado y entalcado. Cuando la mamá le entalca el pene, y por cierto con cuidado para no tocarlo, Hans dice: "¿Por qué no pasas el dedo ahí?". Mamá: "Porque es una porquería". Hans: "¿Qué es? ¿Una porquería? ¿Y por qué?". Mamá: "Porque es indecente". Hans (riendo) "¡Pero gusta!" 13 (acá los deseos de Juanito de ser tocado por su madre no sucumbieron todavía a la represión). Es en la madre que opera la represión de sus deseos incestuosos y que ella remite a la "indecencia" de tocarle los genitales a su hijo, con lo que introduce el tema de la moral.

En el historial Freud ubica aquí, después de esta secuencia, el primer sueño con desfiguración, que alude al deseo de que le toquen sus genitales.

Algo de la represión parecería haberse instalado entre la escena después del baño y el sueño. En la pág. 19 dice: "El placer de exhibición sucumbe ahora a la represión. Como el deseo de que Berta y Olga lo miren hacer pipí (o lo hagan hacer pipí) es ahora reprimido (desalojado-suplantado) de su vida, he ahí la explicación para que se presente en el sueño, donde se ha procurado un lindo disfraz mediante el juego de prendas" 14.

En tanto no lineal ni unívoca, la represión se va instaurando en cada moción pulsional, dejando a ésta ligada totalmente a una representación (fijación).

A la vez, es la represión, en principio de las mociones exhibicionistas, lo que transforma en displacer aquello que alguna vez fue placentero.

Vigencia del psicoanálisis con niños

Una cuestión que hoy tomaríamos en cuenta es: ¿cuál es la historia de los padres?, ¿qué repeticiones están en juego? Y pensaríamos a los padres marcados por varias generaciones y, a la vez, por la sociedad en la que viven. Como dice Castoriadis, la madre "es, para el bebé, la delegada en forma simultánea de la sociedad existente y de tres millones de años de humanización. Evidentemente, está ahí, con su inconciente, que actúa sobre el niño de manera decisiva. Pero este mismo inconciente, el inconsciente materno, ha sido fuertemente marcado por toda la socialización a la que la madre fue sometida."15

También pensaríamos cuando un niño pasa a ser un interlocutor válido para los adultos que lo rodean, cuando los padres lo incluyen en el circuito simbólico, se da un paso fundamental para modificar el modo en que el niño se ve a sí mismo. Y que cuando el adulto ubica a un niño como ser humano se producen modificaciones, se abren caminos.

El psiquismo es una estructura abierta (en el sentido que no es pensable en un sujeto sin vínculos con otros) y la realidad (en especial la realidad psíquica de los otros) es parte del aparato psíquico del niño.

Es insoslayable, entonces, en el caso de las patologías tempranas, el tema del entorno.

Entonces, escucharíamos a los padres de Juanito y trataríamos de hacer con ellos un recorrido que posibilite el pasaje de la repetición a la creación.

Pero básicamente, escucharíamos a Juanito y le posibilitaríamos jugar, tal como hace Freud. Y, como él, dejaríamos que vaya marcando el decurso del análisis.

Por último y en relación al analista de niños, no pensaríamos hoy que el único que puede analizar a Juanito es el padre, aunque consideraríamos que sin que se haya establecido cierta relación transferencial desde los padres se hace muy difícil analizar a un niño. Y tendríamos en cuenta que el trabajo con niños evoca en el analista su propia infancia y nos enfrenta con los enigmas que marcaron ese momento.

Es decir, sabemos que podemos trabajar con niños pequeños. La sexualidad infantil y los deseos mortíferos no nos sorprenden (aunque nos sorprendan las formas que van tomando en cada uno), y hemos venido descubriendo que analizar a un niño es una tarea difícil, que involucrarnos en las vicisitudes del psiquismo infantil, en sus momentos más arcaicos, no sólo nos conmueve por las defensas tempranas que se ponen en juego, por los movimientos estructurantes del psiquismo, sino que convoca en nosotros mismos funcionamientos primarios…

El psicoanálisis sigue siendo una teoría y una práctica que implican una tra nsformación revolucionaria en el modo de pensar los conflictos psíquicos infantiles.

Ahora más que nunca, cuando la idea en muchos sectores es que todo es genético, que alguien está determinado desde el vamos y por elementos biológicos, pensar la complejidad de la vida psíquica, pensar en términos de determinaciones intra e intersubjetivas y operar en consecuencia, implica considerar al ser humano como sujeto en devenir, contradictorio y sobredeterminado, producto de muchas historias…

Juanito no es "una fobia". Es un niño que presenta, en un momento de su vida, fobias. Y esto supone considerarlo un sujeto que puede armar diferentes tipos de síntomas. Y cuyos síntomas se vienen organizando en una historia.

Cuando nos consultan por un niño lo que hay que detectar es el sufrimiento de ese niño y los conflictos que lo determinan. Por eso, mucho más que ponerle un nombre, mucho más que "tipificar", "catalogar" algo, el tema es entender cuáles son las conflictivas que expresa esa dificultad y a quiénes incluye.

El psicoanálisis implica transformación de las determinaciones y no simple taponamiento de los efectos. Pero también implica la preocupación por la cura del paciente, cura que no podemos confundir con los imperativos sociales de la época ni con mandatos superyoicos. Cura que implicará que cada uno encuentre su propio camino.

El psicoanálisis con niños ha estado ligado desde el comienzo a dos cuestiones esenciales: 1) las cuestiones sociales y 2) la creatividad en el abordaje.

El psicoanálisis con niños, en este momento, en una época signada por la exclusión, está claramente enfrentado a la discriminación, al congelamiento de lo humano, a la idea de que se nace con tales o cuales características y eso perdura para siempre.

Como fue en sus comienzos, el psicoanálisis ha vuelto a ser una teoría y una práctica que subvierte lo ya dado en el "consenso" social.

En una sociedad en la que predominan movimientos de desubjetivación, los psicoanalistas de niños podemos afirmar la capacidad transformadora del psicoanálisis, mostrando la complejidad de la constitución subjetiva.

Es decir, retomando la herencia freudiana, lo que caracteriza al psicoanalista de niños hoy es estar abierto a las preguntas, dispuesto a tomar caminos imprevistos, conectado con la propia historia y con la historia colectiva, disponible para jugar y escuchar, pero también siendo aquel que puede pensar en términos de transformación y de futuro para sostener la esperanza.

Notas

1 Freud, S; Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909); en Freud, S; Obras Completas, Tomo X, Amorrurtu Editores, Buenos Aires, 1976; p. 21.

2 Freud, S; Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909); p. 38.

3 Freud, S; Moisés y la religión monoteísta (1939 [1934-38]), en Freud S; Obras Completas, Tomo XXIII, Amorrurtu Editores, Buenos Aires, 1976; p. 11.

4 Freud, S; Moisés y la religión monoteísta ; p. 117.

5 Freud, S; Moisés y la religión monoteísta ; P. 129.

6 Aulagnier, Piera; La violencia de la interpretación; Amorrurtu Editores, Buenos Aires, 1977.

7 Freud, S; Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909); p. 25.

8 Freud, S; Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909); p. 85.

9 Freud, S; Manuscrito L en Fragmentos de la correspondencia con Fliess [1892-99], en Freud, S; Obras Completas Tomo I, Amorrurtu Editores, Buenos Aires, 1976; p. 289

10 Freud, S; Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909); p. 46.

11 Freud, S; Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909); p. 9.

12 Freud, S; Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909); p. 10.

13 Freud, S; Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909); p. 18.

14 Freud, S; Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909); p. 19.

15 Castoriadis; Figuras de lo pensable (2001), Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, pág. 210.

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