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Número 10 - Noviembre 2008
"Fobias" en la infancia y fobias "Juanitas"
Gabriel Donzino

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Pronto se cumplirá un siglo de la publicación del historial de "Juanito": pequeño investigador y productor de célebres y conmovedoras fantasías tales como sus niñas de Gmunden, la cosita de hacer pipí, hacer pipí con el popó, la jirafa grande y la arrugada, la tontería, darle la mano a la cosita, el jaleo de las patas y la caída del temible y orgulloso caballo, el cajón para Hanna y la cigüeña, la risa ante la cosita bonita de Hanna, el nacimiento de un Juanito chiquitito de un huevo de gallina, el fontanero y su destornillador, los calzones amarillos y los calzones negros, las cacas de queso y pan , su Lodi y las saffalodi… ¿Quién no ha sentido ternura o esbozado una sonrisa al leer los espontáneos comentarios de este adorable niño edípico?...

Freud finaliza este texto ( Análisis de la fobia de un niño de cinco años, 1908) aclarando que este análisis no le ha revelado nada que no hubiera ya descubierto en el análisis de adultos y subraya que adscribe a esta neurosis infantil una "significación típica y ejemplar" (Freud, 1908, pág. 1439). Comenzaré este trabajo puntualizando lo que, a mi criterio, la fobia de Juanito tiene de típica y ejemplar.

Repasemos lo que plantea Freud en relación a la fobia de Juanito. Lo que aparece inicialmente en Juanito son descargas de angustia que no quedan referidos a ningún objeto. Esa angustia es situada por Freud en el marco del Complejo de Edipo, es su heredera y consecuencia del Complejo de castración en el niño. Freud plantea que el residuo del Edipo homosexual de éste (Edipo negativo), el aspecto hostil de este complejo, tiene que ser transformado del siguiente modo: la angustia que produce la expresión de los deseos agresivos hacia el padre (temor del y por el padre) y el temor retaliativo que esto supone, obliga a tener que hacer una operatoria característica de la fobia: se produce una represión de los elementos hostiles o agresivos del complejo de Edipo negativo, una regresión de ese componente reprimido (oral, a ser devorado o mordido), un desplazamiento (del padre al caballo) y una proyección (a un objeto exterior). Plantea que de todos estos mecanismos, el específico que constituye una fobia es el de desplazamiento y proyección, porque con los anteriores no estaríamos muy lejos de los mecanismos en juego en la neurosis, por ejemplo la obsesiva. Freud dice que la energía retirada por esa represión, va a ser desplazada a otro objeto, a otra representación y proyectada al exterior. De este modo hace externo lo que en realidad es un peligro interno, lo cual pone en primer lugar el movimiento defensivo de la fobia para evitar el peligro de la castración. Freud (1925 [1926]) aclara que si Juanito sólo hubiera reprimido los elementos agresivos del complejo paterno, ello no implicaría la aparición de una fobia, ya que esta represión no habría sido distinta de la que haría cualquier niño en relación a su Complejo de Edipo. No es la represión de la hostilidad al padre lo que genera la fobia. Lo que la convierte en una neurosis fóbica es la transformación de un deseo sádico en relación al padre en un miedo retaliativo y el desplazamiento de la representación "padre temible-castrador" a la de "caballo temible-mordedor", es decir, la sustitución de la representación padre por la de caballo. A partir de este mecanismo de desplazamiento y posterior proyección en un objeto externo, es posible construir los mecanismos secundarios de defensa, el llamado "parapeto fóbico" 1. Ellos son mecanismos secundarios de defensa que sirven para controlar y luchar contra el síntoma, es decir, el miedo a ser mordido por un caballo; básicamente son: la evitación y la huida. Ese objeto situado en el exterior puede ser entonces controlado mediante una serie de conductas, de actitudes, muchas de ellas de inhibición y de rehusamiento para no encontrarse con este objeto2.

De este modo los mecanismos típicos de la fobia quedan esclarecidos en la teoría freudiana. La angustia que inicialmente apareció como ataque de angustia, libre y no asociada a nada, al ligarse al objeto fobígeno, le posibilita al sujeto psíquico, un primer intento de solución al conflicto. "El mecanismo de la fobia- así creada, escribe Freud- presta, como medio de defensa, excelentes servicios y muestra una gran tendencia a la estabilidad."

Juanito pasará a ser sinónimo de aquéllo y un representante del psicoanálisis aplicado a los niños. Pero en el curso de los siguientes cien años, el psicoanálisis de niños creció y se desarrolló de tal modo que los nuevos paradigmas clínicos y psicopatológicos abrieron nuevos e inquietantes desafíos. La clínica mostró que no todas las fobias que aparecen en la infancia son idénticas a la de Juanito y responden a la misma génesis. Si se me permite una expresión jocosa, no todas las fobias son "Juanitas".

Internarnos en el estudio de las fobias en la infancia es un camino tanto apasionante como complicado y excede el objetivo de este trabajo. Señalaré, no obstante, algunas consideraciones al respecto.

En relación a la angustia, la función estabilizadora, de ligadura y simbolizante que otorga la fobia al sujeto psíquico es un dato freudiano notable, sobre todo, a partir de la distinción que plantea Lacan respecto de la estructura de la fobia de Juanito. Para Freud, la fobia de Juanito es una derivación del complejo de Edipo paterno; es como un heredero del miedo al padre. El origen de la fobia de Juanito, aclara Freud, se debe a la relación de ambivalencia con éste, sobre todo al Complejo agresivo, al componente agresivo del Complejo de Edipo negativo; Juanito teme al padre, porque ha deseado agredir al mismo, es un temor retaliativo, y lo que teme del padre es la castración, por eso esa angustia es angustia de castración. Lacan invierte este planteo y dice, justamente, lo contrario: la fobia de Juanito no es por temor al padre, sino por temor a quedar encerrado en la díada madre-hijo, por falta de la intervención desde el elemento simbólico de la ley paterna, que separe esa díada, o sea, que no es por miedo al padre, sino que es una invocación a éste. Lacan plantea que Juanito se inventa un padre (imaginario), y ese caballo es el representante de este padre castrador, el del segundo tiempo del Edipo. Lo que Lacan plantea es que la construcción de este objeto fobígeno, es un intento de restitución o de suplencia de la función simbólica fallida del padre de Juanito. Aquí, la fobia pasa a tener una función simbólica y simbolizante.

Este planteo nos ayuda a pensar, todas aquellas manifestaciones fóbicas (descriptivamente) que se presentan en la infancia, tales como las prefobias, las fobias universales o los terrores infantiles, que se organizan por otras razones y no tienen que ver con la angustia de castración. Son otras cuestiones las que se juegan en esas "fobias", y tal vez su emergencia sirve para ayudar a simbolizar allí algo del movimiento pulsional del niño.

En la actualidad, no es muy frecuente la típica consulta de lo que sería una fobia "Juanita", un miedo específico, tan recortado y tan paradigmático como ha sido aquella fobia al caballo. El estudio de la fobia, nos sumerge en un trabajo de compilación textual. Cuando empezamos a analizar la literatura sobre lo que se ha estudiado y se ha investigado no sólo en relación a la fobia de la infancia sino a la fobia en general, nos encontramos con una diversidad muy grande de terminologías e interpretaciones con respecto de qué es una fobia, qué la caracteriza. Nos encontramos con diferentes clasificaciones según la característica de la manifestación fóbica, con respecto a los mecanismos de producción de la fobia, según su aparición en otros campos psicopatológicos, etc., es decir, la ubicación de la fobia es un campo sumamente confuso y difuso. Por ejemplo, es común encontrar síntomas fóbicos en casos de psicosis. En la elaboración teórica psicoanalítica freudiana se establecía una relación entre la fobia y la histeria de angustia, pero no con las psicosis; la emergencia de síntomas "fóbicos" en una psicosis, no encaja teóricamente; el modelo explicativo que había planteado Freud, como un síntoma neurótico, no podemos aplicarlo en aquel caso. También podemos encontrar fobias dentro de una neurosis obsesiva. Desde la psicopatología, la fobia aparece como una especie de "síntoma comodín", puede aparecer tanto delimitando específicamente un cuadro fóbico o puede aparecer como un fenómeno que complementa algún otro tipo de estructura psicopatológica. En la infancia esto se complica más todavía, porque encontramos toda una serie de diversas manifestaciones fóbicas (entre comillas): angustias, temores, terrores o fobias, que se dan en diferentes momentos de la evolución psíquica de un niño. Ante ellas, los diversos autores han dado su forma de describirlas y su explicación teórica. Para ejemplificar, recordemos a las famosas fobias universales, a la tríada que Freud llamó " temores arcaicos" y Malett "prefobias": el miedo a la oscuridad, a los extraños y a la soledad. Trío que otros lo han investigado bajo el nombre de " fobias precoces". Algunos autores han intentado sistematizar y clasificar estos fenómenos fóbicos que aparecen en la niñez, resultando difícil la precisión teórica y la esquematización nosográfica. Por momentos definen que usan "fobia" en un sentido descriptivo y de pronto la hacen sinónimo de temores, siendo entonces, lo mismo un temor que una fobia. Otros, establecen una diferencia entre un temor y una fobia, y hablan entonces de fenómenos fóbicos, lo que hace bastante compleja la ubicación de esos síntomas, esas expresiones fóbicas, en la infancia.

En las problemáticas ligadas a la fobia, la mayoría de los autores psicoanalíticos plantean la transformación de la angustia en miedo. Esta es una de las características en que la mayoría de los autores coinciden; lo que se denomina descriptivamente como fobia supone miedo a y el origen de ese miedo se debe a una transformación de la angustia. La angustia se transforma, por los mecanismos que ya consideramos, en miedo a algo, por lo general a un objeto.

 

Si bien la angustia es la principal característica que Freud ubica en la fobia, considera que ésta es angustia de castración. Aunque en Inhibición, síntoma y angustia, observa la aparición de la tríada "miedo a la soledad, a la oscuridad y al extraño" como manifestaciones de angustia referidas a la separación o la pérdida del objeto de amor: la madre. Considera entonces que la angustia es referida a una pérdida de algo muy valioso que es vivido como parte de sí.

Esta distinción de la angustia de castración edípica respecto de estas angustias tempranas nos habilita a postular varios ángulos para analizar las fobias en la infancia: la naturaleza de la angustia; las características del objeto fobígeno; la función del miedo y la génesis de los temores y/o fobias.

 

La naturaleza de la angustia

En Inhibición síntoma y angustia (1925 [1926]) queda claramente planteado que la angustia de Juanito, como ya expresamos, es angustia de castración, producto del Conflicto edípico en fase fálica. Este tipo de fobia, como la clasifica Emilce Dio Bleichmar sería por transposición de la angustia.

En aquel mismo texto, Freud menciona la tríada: miedo a la oscuridad, a los extraños y a la soledad que denomina "temores arcaicos". Es interesante que ubique estos precursores de la angustia de castración pero inteligentemente Freud no las denomina "fobias arcaicas", sino temores. Y estas angustias no surgirían ante una amenaza de castración sino de separación o pérdida del objeto de amor. Otros autores, por ejemplo Anna Freud, retoma esta tríada, y las conceptualiza como emergentes de reorganizaciones psíquicas denominándolas fobias universales.

En la clínica de niños es frecuente la consulta por temores o miedos a veces difusos a veces más o menos circunscriptos. El miedo a dormir, miedo a lo oculto o escondido, miedo a lo que está detrás, son variantes del miedo a la oscuridad o al estar solo; por lo general, el miedo a la oscuridad o a estar solo se combina con el miedo al extraño, por ejemplo, miedo a que salga alguien de abajo de la cama, que salga alguien detrás de la cortina, de adentro del placard. Otro miedo muy frecuente es miedo a que entren ladrones, miedo a los ladrones, también miedo a que aparezca algo de atrás lo que conduce a cubrirse las espaldas. Estos temores pueden expresarse manifiestamente o a veces circulan de modo silencioso, como que si el pequeño conviviera con algunos de estos miedos, por ejemplo caminando contra la pared, otros arman una serie de medidas precautorias, como correr por un pasillo oscuro para escapar de lo que los persigue. Por lo general este tipo de manifestaciones se resuelven solas, forman parte de un movimiento de reorganización y de reestructuración psíquica que responde a tener que inscribir y representar algún modelo pulsional nuevo para el psiquismo. Anna Freud dice sobre esto que son fobias que tienen que ver con lo evolutivo, con el desarrollo psíquico mismo, son normales, esperables. En los términos de Dio Bleichmar serían fobias por transposición estructurante.

Otro ejemplo son las fobias alimentarias, muy comunes en la infancia y que por lo general tienen que ver con fantasmatizaciones que el niño hace de determinados objetos en función de los movimientos defensivos o de las inscripciones simbólicas que está tramitando, a partir de una nueva exigencia pulsional. Por ejemplo, un niño a partir de los tres o cuatro años, empieza a armar la siguiente fobia: no quiere comer buñuelitos de verdura, anteriormente los comía, pero a partir de un determinado momento, rechaza los buñuelitos de verdura, su actitud es de franco rechazo hacia ellos y no hay forma de hacerle comer los buñuelitos de verdura, crea una fobia alimentaria muy específica: a comer buñuelitos de verdura. Hasta que en determinado momento, el niño puede empezar a contar lo que le sucedía: le daba "cosa" comer los buñuelitos de verdura, por ser marrones y tener una forma que no le gustaba: forma de cacas. Anna Freud plantea que la formaciones reactivas respecto de lo anal, en la entrada al Edipo, le exigen tener que reorganizar algo del orden de lo anal, para poder establecer un nuevo salto a empezar a simbolizar y a procesar lo que exige la pulsión fálica, que ya no es algo del orden de lo rico, lo feo, lo bueno, lo malo, sino que es de otra lógica pulsional. Dice Anna Freud, que este niño pasó un tiempo hasta que un día puede observarse que esta cuestión de los buñuelos logra resolverla, es decir, vuelve a instaurar nuevamente otro tipo de mecanismo defensivo ante esta emergencia de pulsionalidad anal y empieza a comer los buñuelitos como si nada, es decir, pierde esta connotación anal que tenían los buñuelitos como un representante de las heces. Esta fobia alimentaria responde a una regresión transitoria a la pulsionalidad anal, a la lógica que imprime lo anal, donde comer buñuelitos es comer caca, entonces no come buñuelitos. Pero pueden darse también fobias transitorias en fase fálica que responden a la problemática del enclave edípico; por ejemplo, no comer mandarinas, naranjas o uvas por temor de tragarse una semilla, por lo cual toda la problemática fálica alrededor de la fantasía de embarazo oral, supone no tragarse la semillita que embaraza. Esa fobia pasa a tener una explicación y una lógica en función de las fantasías sostenidas por la pulsionalidad de la fase de la que se trate.

Otro grupo lo conforman las "fobias" que se expresan por un descontrolado estado de angustia, típico de algunas psicosis infantiles. Descriptivamente parecen fobias en tanto están presentes un alto grado de angustia y un objeto temido. Pero la diferencia es metapsicológica ya que su génesis responde a otros elementos. Sería más preciso llamarlos terrores infantiles Lo que observamos no es miedo sino terror y la angustia no es de castración ni de pérdida o separación del objeto sino de aniquilamiento, por pérdida del sentimiento de cohesión. Dolto llama a este tipo "fobias precocísimas" y las asocia con las psicosis en tanto la angustia surge por terror a desintegrarse, fluir, estallar, etc.

Ante la consulta por un "síntoma fóbico", debemos tener presente para poder establecer el diagnóstico y determinar el estatuto de esa fobia, si es una fobia en sentido estricto, o si es una fobia que está respondiendo a un movimiento estructurante o si es efecto de una desestructuración.

 

Las características del objeto fobígeno y la función del miedo

Lacan plantea que la angustia es lo que permite la operatoria de construcción del objeto fobígeno, en las fobias edípicas, como una suplencia de la función paterna fallida. Esta concepción de la creación del objeto como posibilitador de la ligadura de la angustia puede ser útil para analizar las diferentes características que pueden tomar los objetos fóbicos en la infancia.

Recordemos que ya Freud, al iniciar el historial de Juanito, observa primeramente la aparición de angustia libre (Juanito no quiere salir a la calle). Es en un segundo momento que se la asocia al caballo constituyéndose entonces la fobia al mismo. La función que el miedo pasa a cumplir es la de protegerse de ese objeto externo, proyección del sadismo interno.

Si consideramos la hipótesis de que el objeto sirve de este modo para ligar la angustia y secundariamente para protegerse del objeto, veremos que en las fobias infantiles algunos de los objetos fobígenos creados, no son del todo aptos para tal fin. En su función de ligar y posterior control y protección ¿tienen la misma estructura un perro que el aire, o aquellos objetos fobígenos que podríamos llamar "de verbo" en contraposición a los de "sustantivo"? En la clínica observamos que los objetos elegidos en las fobias a caer, moverse, tragar, tocar, subir, bajar, morir, etc. (fobias de verbo), no permiten la defensa adecuada que promueven por ejemplo, un perro, una víbora, una cucaracha, una mosca, etc. (fobias de sustantivo). Los del primer grupo se nos presentan como incontrolables y su presencia es casi constante e inevitable. Los encontramos por lo general en cuadros graves a diferencia de las del segundo grupo que suelen ser edípicas y en cuyos objetos (controlables, matables, huibles, etc.), podemos deshilar la cadena significante que promovió su creación.

Emilce Dio Bleichmar en relación a la elección de los objetos fóbicos de las fobias universales, considera que los mismos son circunscriptos a algún objeto circundante al momento de la separación, por ejemplo, de la madre (miedo a la luna, si la madre se ausenta de noche), pero son eficaces al momento de señalar la situación temida.

En niños cuya angustia no logra ceñirse a algún objeto o el mismo resulta ineficiente, es en el análisis, juego mediante, donde podemos construir este soporte a la angustia.

 

La génesis de los temores y/o fobias.

Para finalizar y no porque el tema se agote, consideremos diversas génesis de las fobias infantiles. Ya hemos señalado el esquema freudiano sobre las fobias "Juanitas": edípicas, en fase fálica, producto de un conflicto intrapsíquico, que implican una compleja operatoria representacional. Las fobias universales, emergentes de movimientos y reorganizaciones pulsionales, evolutivas, esperables y de resolución natural y las fobias psicóticas, cuya apariencia fenomenológica de temores y miedos esconde un peligro de aniquilamiento para el yo.

Quedan por citar dos grupos de fobias cuya génesis difiere de las anteriores ya que la organización sintomática no responde al mismo proceso de organización. Son las fobias por identificación y las fobias traumáticas.

Es frecuente en la clínica con niños que luego de iniciado un tratamiento descubramos que la sintomatología fóbica que presenta el niño, es una identificación con la fobia de algunos de sus padres, los que se presentan por lo general con una fachada contrafóbica. Sus miedos son transpuestos al niño y son ellos quienes preservan y protegen al pequeño de lo que ellos mismos temen e ignoran que temen. Aliviado el niño de su "síntoma" este reaparece en alguno de los padres, haciéndose evidente el origen de la sintomatología fóbica del hijo.

Las fobias traumáticas se originan en sucesos reales vivenciados, por lo general, como un encuentro inesperado con la muerte. De este modo, no es lo mismo el miedo a ser mordido por un perro que temerlo por haber sido atacado por un doberman o un dogo. Lo mismo para cualquier accidente o intervención quirúrgica. La vivencia improcesada, dejará una secuela, un camino facilitado para la emergencia de angustia ante el encuentro con el objeto temido. La resignificación de esta escena dará, en un segundo tiempo, la posibilidad de armarla bajo el modo de un síntoma fóbico (por ej. miedo a ser mordido por cualquier perro).

Por último una mención a otra modalidad fóbica muy común y frecuente en la infancia, éstas sin objeto fobígeno, que se conocen como carácter fóbico o personalidad fóbica y que se caracterizan por inhibiciones generalizadas, timidez, introversión, control de los impulsos, tendencia a la huida y limitación del movimiento.

A cien años de la publicación del historial de Juanito, va este fragmentario y modesto aporte a la comprensión del fenómeno fóbico en la infancia.

Notas

1 Esta concepción sobre la formación del síntoma fóbico es solidaria de la segunda teoría de la angustia desarrollada por Freud en Inhibición, síntoma y angustia (1925 [1926]). El yo detecta que alguna representación reprimida se hace cercana a la conciencia y detona la señal de alerta (angustia señal) poniendo en funcionamiento los mecanismos defensivos para mantener apartado lo temido, lo doloroso. Emilce Dio Bleichmar (Temores y fobias, 1980) destaca que esta operatoria de desplazamiento en las fobias, de ubicación del peligro en relación a un objeto exterior, supone una serie de combinatorias psíquicas sumamente complejas. Dice que la fobia descripta en estos términos, nos pone ante un aparato psíquico con un cierto refinamiento en cuanto a su constitución y su modo de funcionamiento.

2 Aquí, la mirada tiene una participación importante, porque una de las primeras formas de rehusamiento del encuentro con el objeto es no mirarlo, o al revés, mirarlo para ver dónde está y de ese modo poder esconderse, protegerse.

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